"Por el amor", dice Agoney. "Por la libertad", añade Raoul. "Y por la visibilidad", remata Agoney. Y un beso.
Este gesto de los concursantes de Operación Triunfo Raoul y Agoney en el concierto del sábado 3 de marzo en Barcelona ha captado mucha atención en redes sociales. El mensaje que lanzaron al terminar de cantar Manos vacías, de Miguel Bosé y Rafa Sánchez, incide en un factor clave que ha marcado toda esta edición de Operación Triunfo: la visibilización de la diversidad afectivo-sexual. El hashtag #GraciasRagoney es trending topic este domingo 4 de marzo.
Estos dos concursantes cantaron la misma canción en diciembre de 2017. Entonces también finalizaron su actuación con un beso, pero entonces no verbalizaron el mismo mensaje que este sábado en Barcelona.
Este es solo un ejemplo más de la labor que Operación Triunfo está haciendo por la visibilidad de la comunidad LGTB+. En la gala del 27 de noviembre de 2017, Marina, concursante de 19 años, recibió por sorpresa la visita de Bast, su novio trans. Celebraron su reencuentro con un beso en la televisión pública y en prime time.
El beso con el que termina la actuación de Raoul y Agoney es idea de Javier Calvo y Javier Ambrossi, más conocidos como los Javis, los profesores de interpretación durante el programa.
Calvo y Ambrossi son los directores de La llamada, una película en la que también se visibiliza a los colectivos LGTB+. Al recoger el premio Feroz a la mejor comedia de 2017 por esta película, Calvo pronunció estas palabras:
La Llamada habla del valor de ser tú mismo, de encontrar tu camino y, pese a quien le pese, ser quien tú quieres ser. Yo soy gay, tengo un novio que me quiere, una familia que me apoya y estoy aquí cogiendo este premio. Si algún niño, alguna niña, alguna persona me está viendo y tiene miedo y siente que está perdido, siente que no le van a querer, que sepa que va a encontrar su sitio, que su familia le va a querer, que va a cumplir su sueño y que él (Javier Ambrossi) y yo vamos a escribir historias para que se sienta inspirado. Siempre.
Noemí Galera, directora de la academia y una de los responsables de realizar los castings desde la primera edición del concurso, habló con Verne en noviembre de 2017: "Los espectadores tenían ganas de OT después de 6 años de descanso. Y los concursantes, que casi todos tenían 2 o 3 años cuando el concurso se convirtió en un fenómeno en 2001, no tienen una referencia de lo que era entonces, así que no intentan emular a nadie. La juventud de ahora es muy distinta a la de hace 16 años. Son chicos mucho más informados, lo que hace que sean más comprometidos y que actúen con mucha frescura. Eso se transmite al espectador".