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Nunca pensé que una serie de animación protagonizada por un caballo antropomorfo me revolvería tanto por dentro como lo ha hecho Bojack Horseman. Ahora que ha acabado, puedo decir con bastante seguridad que es una de las series que más me han hecho cuestionarme mis sentimientos. Y eso que, cuando empecé a verla (solo había en ese momento dos temporadas), pensaba que sería mucho más ligera.
Se ha escrito muchísimo de esta serie. De cómo ha abordado el #MeToo, el aborto (este momento de ese capítulo es ya un meme) o la salud mental (incluidos los ataques de ansiedad). Así que no me pondré a analizarla pormenorizadamente ni a valorar su final. Me gustaría hablar de algunos de esos momentos a los que nos referimos cuando les decimos a nuestros amigos: “No puedo hacer un maratón con Bojack Horseman, me deja devastada”. (Aviso: a partir de aquí hay spoilers).
Hay muchos capítulos que me dejaron con mal cuerpo cuando los terminé. No por asco o por miedo: porque me cayeron como un absoluto bofetón en la cara. Supongo que a cada uno le afectará de una forma distinta, dependiendo de sus circunstancias personales. Por ejemplo, este momento del quinto capítulo de la temporada tres (3x05) que me hizo clic:
Bojack tiene muchísimos problemas, y uno es que se siente terriblemente solo (y, de hecho, cada vez lo está más). También tiene una depresión de caballo (nunca mejor dicho) y problemas de adicción al alcohol y las drogas. No ha llevado bien la fama y todos esos factores, junto a sus carencias afectivas, derivan en su terrible actitud hacia los demás.
La mala relación con sus padres es una de las semillas de sus problemas. Pero la serie nos da la oportunidad de entender por qué su madre era así. Ese capítulo, el undécimo de la cuarta temporada (4x11) es impresionante. Nos deja ver las dos partes de la historia: qué pasó con esa mujer en su juventud para que la relación con su hijo fuese de esa manera. El cierre de esta relación, con el funeral de la madre, es posiblemente uno de los mejores capítulos de toda la serie.
Otra cosa que me gusta mucho de la serie es que cuenta también la vida anterior de otros personajes para entender sus circunstancias y por qué se comportan así en la actualidad. Porque, por supuesto, Bojack Horseman es muchísimo más que la historia de su protagonista.
Princess Carolyn es su mánager (durante varios años también su amante), dedica muchísimo tiempo a su trabajo, es independiente y fuerte. Pero cuando la serie aborda su maternidad, vemos a una Carolyn diferente de la que estamos acostumbrados. Primero vivimos su deseo de ser madre, después en la frustración de no poder serlo biológicamente porque ha sacrificado sus mejores años fértiles a su vida laboral. La historia de muchas mujeres, vaya. Además, la acompañamos cuando logra su deseo después un complicado proceso de adopción. Al final, se ve desbordada por no poder compaginar su vida laboral con la familiar y por no ser una madre perfecta como ve a su alrededor. El capítulo dedicado a la carga mental de las mujeres - el segundo de la sexta temporada (6x02)- es de aplauso lento).
Ese capítulo cuenta otra historia. Cuando a Carolyn preguntan si sus prioridades son las correctas (su trabajo o su hija), le ponen este ejemplo:
Diane es otro pilar en la vida de Bojack. Tiene que lidiar con muchísimas frustraciones y traumas y también ha tenido una mala relación con su padre. Quiere ser escritora, una escritora de éxito, aunque la vida no siempre la lleva por dónde a ella le gustaría. Por el camino, un matrimonio fallido con Mr. Peanutbutter, un actor al que la expresión "bonico pero tontico" se le ajusta bastante bien. En esta última tanda de episodios (para aquí si no has visto la segunda mitad de la última temporada), Diane trata de escribir su novela. Quiere hacer autoficción, sus memorias, sobre sus traumas infantiles. La realidad es que en el momento de ponerse a escribir podemos ver que ya no se la come la depresión gracias a la medicación, pero en cuanto la deja, la ansiedad la tiene paralizada y es incapaz de redactar el libro que tanto desea.
No quiero alargarme más, pero sí quiero decirte que no todo es tan dramático siempre. Todd Chávez es un alivio entre tantos problemas. Llega a la vida de Bojack porque directamente okupa su casa y se convierten en compañeros de piso casoplón en Hollywoo (sin d, esa es otra historia). Siempre todo le sale bien (hasta lo más loco que te puedas imaginar), tiene un corazón noble, es abiertamente asexual y, para sorpresa de todos, se le da francamente bien cuidar a niños. Hay un montón de guiños y detalles, porque no dan puntada sin hilo.
Si aún con todo no te he vendido bien la serie para que veas por qué se ha convertido en todo un referente y solo quieres ver un único capítulo, te recomiendo que busques el episodio cuarto de la tercera temporada (3x04, “Como pez fuera del agua”) para ver una auténtica maravilla de la animación: es un episodio que transcurre en silencio.
Anabel Bueno
ESTOS DÍAS NOS HA GUSTADO MUCHO LEER
1. Salones de belleza, salones de intimidad (Pikara Magazine). Qué bonito es cuando te encuentras escrito algo que habías pensado. En este caso, no solo escrito sino mejor explicado y analizado. He tenido los típicos días libres en los que no vas a ninguna parte y te dedicas a tachar cosas de la lista de pendientes que nunca te da tiempo a hacer. Y sí, he ido a la peluquería. Txus García habla de estos lugares y de todo lo que las mujeres pueden compartir en ellos. Y lo hace, además, en memoria de su madre.
También sobre lugares en los que ponerse “bellas” habla Edurne Portela en la columna Y yo con estos pelos (EL PAÍS) en la que vuelca sus contradicciones:
Admiro a las que dan el paso, las jóvenes que dicen a la mierda y no se depilan, las adultas que dejan brillar sus canas, las que lucen con orgullo sus culos talla XL. Todas ellas han dado ese paso que yo, firme en tantos aspectos del feminismo, soy incapaz de dar.
2. Cosas que dejamos atrás (New York Times, en inglés). Ya estamos en febrero, pero seguro que te has propuesto dejar de hacer algo con el inicio del año. Este proyecto del NYT cuenta 20 historias de personas que decidieron dejar su trabajo, el teléfono móvil, una amistad, el coche… e incluso alguien que dejó de dejar cosas.
3. En la semana en la que hemos sabido que un hombre ha sido condenado por difundir en Twitter las imágenes de la víctima de La Manada durante la violación, queríamos recordaros que existe una vía rápida para denunciar acoso virtual y la pornovenganza. Aquí puedes ver cómo hacerlo paso a paso. Porque no es un tuit, es un delito.
4. En esos días libres también he ido al cine y he visto Mujercitas. Una compañera me ha dicho: “Me alucina lo que os está gustando Mujercitas a todas las jóvenes feministas”. Pues sí, a mí también me ha gustado. Es un buen momento para recordar que Greta Gerwig no recogerá el Oscar a mejor dirección porque no está nominada. Ni ella, ni ninguna mujer.
Pero bueno que queríamos acabar esta carta con algo bonito, como las fotos de las actrices de la película, retratadas con la técnica del colodión húmedo que se usaba a mediados del siglo XIX. Puedes verlas todas aquí.
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