Las frases de nuestros políticos según la lógica proposicional

Aunque no lo parezca, las frases de nuestros políticos pueden ser analizadas desde un punto de vista filosófico

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Ah, los políticos. Tan sólo a ellos les pertenece el pasado mañana. Ellos son los auténticos hiperbóreos, la luz que guía nuestros pasos. Mientras nosotros caemos sin rumbo ni objetivos como las hojas secas de un olmo, ellos orientan nuestros movimientos como lo haría una brisa suave y apenas perceptible.

¡Todos somos contingentes, pero los políticos son necesarios! Es de recibo, por tanto, someterlos al universal juicio de la lógica proposicional.

En lógica hay dos clases básicas de expresiones: las tautologías y las contradicciones. Una tautología es una afirmación que se reitera a sí misma, que resulta necesariamente verdadera. Que es de cajón. Que por narices es así como te digo, Manolo.

Una contradicción, por el contrario, es una proposición que es necesariamente falsa en cualquier contexto porque afirma dos cosas incompatibles y que no podrían darse a la vez. Que no hay tutía, Manolo.

Un político de talla centrará su carrera política en las tautologías.

Tomad mi mano y acompañadme en este viaje a través de las frases más brillantes de nuestros políticos, porque quizá podamos descubrir algo sobre nosotros mismos.

[Nota del escribano: el filósofo mira al horizonte haciendo ver que piensa y hace gestos como para que le sigamos, cosa que hacemos]

Caso 1: Esperanza Aguirre.

Empecemos con el aforismo que ha inspirado esta entrada, emitido recientemente por Aguirre en su cuenta de su Twitter oficial:

Llevémoslo al lenguaje de la calle para reducir esta compleja oración a su misma esencia. ¿Qué es lo que no está permitido? Lo que está prohibido. Pongamos que esa propiedad la reducimos a la letra “p”.

Por tanto, siendo p lo prohibido, lo que está permitido es "no p”. De modo que el aforismo de Aguirre, que incluye una doble negación: lo que no esté prohibido (lo no p) está permitido (no p).

O, lo que es lo mismo: si p, entonces p. Vaya, que si una cosa tiene lugar, eso implica que esa misma cosa tiene lugar. Que lo que es, es.

Casos 2 y 3: Mariano Rajoy

Pero no nos detengamos aquí, adentrémonos en la psique de un peso pesado de los enunciados tautológicos: el gran Rajoy de Moncloa, maestro entre maestros. Sus afirmaciones son innegables en el 97% de los casos. ¿Un ejemplo? “Es todo falso, salvo alguna cosa”. Aforismo que es casi siempre cierto, salvo en contadas ocasiones.

Pero dejemos esa perla de sabiduría para gente ya iniciada en la senda de la epistemología y analicemos su siguiente oración, algo más sencilla:

O, en términos lógicos: para un conjunto dado (∀x), existe algo en ese conjunto (∃x).

¿Y qué más? Nada, nada más.

Rajoy de Moncloa se detiene justo ahí y decide no enunciar ninguna propiedad de ese conjunto. No decir nada de x. La única propiedad de ese “algo" sería pertenecer al propio conjunto antes mencionado.

O, en palabras de Rajoy, "en España hay españoles". ¿Y qué nos dice eso de España o de los españoles? Nada. Por tanto, es innegable.

Para el filósofo de Moncloa la propiedad “ser español” puede que signifique muchas cosas (ser votante del PP, ser católico, ser bajito, tener un pene de entre 5 y 12 centímetros...), pero para muchos de nosotros ser español es sinónimo de otras cosas o simplemente de haber nacido en España.

Existe un conjunto de cosas y esas cosas pertenecen a ese conjunto. ¡Bravo! Echar por tierra esa frase es más difícil que dividir un átomo.

[Nota del escribano: el filósofo aplaude enérgicamente y al observar que nadie más lo hace se detiene en seco y abre una bolsa de Cheetos justo antes de seguir con la explicación]

Ejem… Así pues, formalmente, el enunciado de Rajoy queda tal que así:

Pero continuemos, continuemos… Rajoy es una fuente inagotable de sabiduría. Veamos otra cita suya.

Si tomo una decisión, estoy tomando una decisión. Bien, bien. Hasta ahí bien. ¿Cuándo tomo la decisión? Pues al tomarla, mismamente.

¿Y cuándo sé que tengo que tomarla? Pues cuando la esté tomando. Por tanto, si estoy tomando una decisión es momento de tomar una decisión. Pongamos que “tomar una decisión” es “p”.

Si p tiene lugar... entonces p. Y entonces otra vez p eternamente. Parece que si lo hacemos suficientemente rápido podremos distinguir cuándo tomamos una decisión respecto a cuando tomamos la decisión de tomarla... hasta que comprendamos que ambas son la misma.

Consecuencia y condición son la misma cosa y se niegan y se afirman a la vez porque son equivalentes e instantáneas. ¿Se entiende? Estamos sacando los brazos por las ventanillas del Universo yendo más allá de lo comprensible.

[Nota del escribano: el filósofo se queda callado durante diez minutos con los ojos muy abiertos, luego sacude la cabeza y se recupera]

Por tanto, en los símbolos propios de la lógica la proposición quedaría resumida tal que así, es lo que se conoce como un bicondicional: la premisa y la conclusión se implican mútuamente… porque, en este caso, son la misma cosa.

Caso 4: Antonio Miguel Carmona

Cambiemos de bando, veamos la siguiente proposición del candidato socialista a la alcaldía de Madrid por el PSOE, Antonio Miguel Carmona:

Carmona está estableciendo aquí una disyunción exclusiva: u ocurre una situación (soy alcalde) u ocurre la otra (me muero). Se interpreta que no plantea una situación en la que él pueda morir y ser alcalde o viceversa (lo que periodísticamente se conoce como ser un cadáver político).

Desgranándolo un poco:

Carmona...

es alcalde y no muere. O bien, no es alcalde y muere.

O lo que es lo mismo:

Caso 5 y final: Cristina Cifuentes

Oh, pero no siempre los políticos esgriman tautologías o disyunciones tan evidentes, algunos nos obligan a explorar los límites de lo verdadero y lo racional. Tras este preámbulo inicial estamos listos para enfrentarnos al siguiente aforismo:

En primer lugar, sentémonos y tomemos el asunto con calma, vamos a intentar reformular el tuit en forma de silogismo clásico aristotélico, para ver si es algo más claro:

Existe al menos una persona.
Esta persona es liberal.
Si es liberal, entonces no tiene la característica X.
La característica X es “definirse por lo que defiende”.
Si es liberal, entonces tiene la característica X.
La característica X (mirar arriba) es “definirse por lo que defiende”.
Ergo, (ser liberal) es una forma de ser.

Y ahora, sustituyamos los enunciados por fórmulas de lógica de primer orden, para que quede algo más claro.

∀x Lx
Lx → ¬Dx
Lx → Dx
∴ ∃x (¬Dx ∧ Dx)

¿Mejor? Imagino que no es necesario que diga qué significa cada simbolito. Simplificando mucho, la premisa del tuit quedaría tal que así:

(P → Q) ∧ (p →¬q)

Jajajaja. ¿Estamos turuletas?

[Nota del escribano: el filósofo ríe a mandíbula batiente mientras los demás callan y observan que no ha ofrecido Cheetos a nadie]

Cambiando las proposiciones y simplificando aún más obtenemos lo siguiente:

Se vislumbra ya el problema, ¿no? Jajajajajaja, lo que yo diga: ¡de locos! Porque no puedes decir que sí a una proposición p y luego hacer ¬p. Jajaja. ¡Qué locura! P y no p, desafiando al mismo principio de no contradicción. ¡Lo que hay que oír!

[Nota del escribano: más risas, más Cheetos, etc]

Estamos, pues, ante una conjunción de dos enunciados que considero que necesitan ser analizados semánticamente, dado que a nivel lógico caemos en una contradicción y eso no es propio de los políticos de este país... ¿O quizá fue una errata de Cifuentes? No lo creo. Lo que yo creo es que lo que lo que tienen nuestros líderes en la cabeza no tiene principio, ni cese y es incognoscible para el hombre. Y de ser conocido, no podría ser comunicado. Al menos no en los grandes medios.

[Nota del escribano: el filósofo ríe de nuevo de su propia ocurrencia, esta vez varios Cheetos le caen sobre su toga Nike de filósofo clásico manchándola de naranja, posteriormente se introduce un puñado de snacks a la boca, se atraganta y muere con una exhalación]

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