“Yo tenía un perro en la infancia que se llamaba Totín. Nada lo conmovía. No era un perro inteligente. Entraban ladrones y él los miraba llevarse el televisor. Sonaba el timbre y no parecía oírlo. Yo vomitaba y él no venía a lamer.
Sin embargo, cuando alguien (mi madre, mi hermana, yo mismo) agarraba una esponja —una determinada esponja amarilla de lavar los platos— Totín enloquecía. Quería esa esponja más que nada en el mundo, moría por llevarse ese rectángulo amarillo a la cucha. Yo se la mostraba en mi mano derecha y él la enfocaba. Yo la movía de un lado a otro y él nunca dejaba de mirarla. No podía dejar de mirarla.
No importaba a qué velocidad moviera yo la esponja: el cogote de Totín se trasladaba idéntico por el aire. Sus ojos se volvían japoneses, atentos, intelectuales. Como los ojos de Messi, que dejan de ser los de un preadolescente atolondrado y, por una fracción de segundo, se convierten en la mirada escrutadora de Sherlock Holmes.
Descubrí esta tarde, mirando ese video, que Messi es un perro. O un hombre perro. Esa es mi teoría, lamento que hayan llegado hasta acá con mejores expectativas. Messi es el primer perro que juega al fútbol”.
Extracto de 'Messi es un perro', Hernán Casciari
La premisa del cuento que Hernán Casciari, el escritor, publicó en su revista Orsai en abril de 2012 era sencilla: Messi es un perro. Un perro como Totín, el de su infancia, porque fija los ojos en algo y ya no lo suelta, sea una esponja amarilla de lavar los platos en el caso de uno o un balón como el otro. La metáfora triunfó entre los lectores de la publicación, pero mucho más entre aquellos que la descubrieron en internet: en su blog primero y en forma de vídeo viral después. Este mes el éxito ha vuelto a la vida debido a la publicación del nuevo recopilatorio de cuentos del argentino, que toma nombre de ese texto, y que ya está a la venta en su web.
La historia de cómo Messi es un perro se convirtió en viral “es absolutamente internet”, dice a Verne Casciari. En junio de 2012 el actor, también argentino, Norberto Jansenson leyó a cámara el cuento en un plano fijo de once minutos que lleva medio millón de reproducciones. Al año siguiente, alguien mezcló ese audio con jugadas de Messi (otros 2,7 millones de visitas). Después llegaron un sinfín de versiones, copias (esta, de más de 1,7 millones de reproducciones) y remixes en varios idiomas. La última resurrección, hace apenas dos meses, sucedió cuando el vídeo fue subido al Facebook de la web deportiva La Pelotona, donde está a punto de alcanzar los 7,5 millones de reproducciones y ha sido compartido más de 200.000 veces.
Casciari, con una obra y una carrera caracterizada precisamente por el juego con la red, los lectores y la identidad, no puede estar más encantado con lo sucedido con su texto. “Me gusta esa cosa anónima, ver cómo se va borrando la autoría de las cosas. Me ha llegado recomendado por gente que no sabe que es mío”, explica. “Si hubiera sido publicado solo en Orsai habría llegado nada más a 5.000 lectores. Internet da la posibilidad de expandir las obras y los contenidos. En español no todos pueden pagar por ello”. Casciari publica aproximadamente un libro al año, y ninguno de ellos contiene “una sola palabra que no haya sido publicada antes gratis en internet”.
Llegó @casciari pic.twitter.com/pV8HA6OO3Z
— El Vasco (@Docentebonaeren) junio 19, 2015
Che @casciari, la próxima decile que era número equivocado, copate. #QueVivaElFutbol pic.twitter.com/OErrcPC7TP
— Dario Gonzalez (@darosama) junio 19, 2015
Mirá @casciari, llegó ayer tempranito. #Feliz pic.twitter.com/mAEZkntngs
— Karina (@karoreynal) junio 16, 2015
En un momento de inspiración, Casciari prometió a sus lectores que firmaría cada ejemplar vendido desde entonces hasta que Leo Messi marcara su siguiente gol. Las dos semanas de sequía del "perro" se tradujeron en 1.112 libros dedicados personalmente. Un formulario permitía a cada comprador elegir qué dedicatoria prefería, e incluso podían dictársela íntegra al autor. Su mujer y su hija le ayudaron con la logística, desde ensobrar a comprar rotuladores. El resultado de esta acción de marketing tan especial ya se está viendo en Twitter.
¿Ha llegado al propio Messi el famoso cuento? Casciari cree que sí. Cuando el diario argentino La Nación republicó el texto original, cuenta, el padre y representante del futbolista llamó para quejarse. Evidentemente, sólo había leído el título.
Pero ¿qué hace que este cuento en concreto haya conectado con tantos millones de personas a lo largo de los años, y que reaparezca cíclicamente con cada hazaña de Messi? El autor lo atribuye a varios factores: se trata de un texto asequible para aquellos que no leen cuentos, establece conexiones entre dos temas sencillos y universales (el perro de la infancia, un jugador) y además, propone una hipótesis igualmente fácil y original, atractiva para los amantes del fútbol. Una suma de “conexiones que deben hacerle algo en la cabeza al lector, especialmente al varón”, resume.
También resulta paradójico que en la vida viral de Messi es un perro quien pone voz a su versión más popular no sea su autor, sino un actor, pese a que Casciari experimente con la narración de sus obras desde hace un tiempo, en la radio, en podcast y en eventos en vivo. De hecho, “en Argentina me conocen por la voz”, explica, y añade que los libros los firma para un lector culto, pero quien escucha es gente que no es lectora. Es curioso que al final, por muchas vueltas que de una narración en internet, “seguimos interesados en la versión primogénita de la comunicación, que es un tipo contándole a otros alrededor de la hoguera que ha matado un mamut”, dice.
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