Le eché una carrera al Metro de Madrid y gané

Por qué llevo tres años volviendo a casa del trabajo corriendo en lugar de en transporte público

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Yo, pensando en el kilómetro que podría haber corrido en esos siete minutos de espera.
Yo, pensando en el kilómetro que podría haber corrido en esos siete minutos de espera.

"Metro de Madrid vuela", dice el eslogan, y estoy de acuerdo. Pero yo "vuelo" un poco más: desde hace más de tres años vuelvo a casa corriendo en vez de en el suburbano, y sí, llego antes. No hace falta ser un atleta de élite: el trayecto andando desde el trabajo a la parada, los minutos de espera hasta que llega el tren, los andurreos por la estación, los tramos de escalera, la espera de los transbordos y el segundo paseo a pie, desde el metro a casa, hacen que con ser un trotón sea más que suficiente. Yo, trotón, doy fe de ello:

Oficina de El País – Mi casa, en metro: 53 minutos

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Trayecto de El País a casa en Metro, haciendo el recorrido Suanzes (Línea 5) - Canal (Línea 7) con transbordo en Pueblo Nuevo. Haciendo clic, puedes entrar al track interactivo.

Oficina de El País – Mi casa, a trote: 47 minutos

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De El País a casa, corriendo a un ritmo de 5:40min/km (11 km/h). Haz clic para entrar en el track interactivo.

Más ejemplos: un día apretando un poco más el ritmo (44 minutos) y otro probando otra ruta más larga pero menos transitada (48 minutos).

Trainsport: los orígenes

A mí me gusta correr e intento salir a entrenar unos cuantos días por semana, pero debido a los horarios laborales, en ocasiones me resultaba imposible: o bien llegaba muy tarde a casa y no me apetecía sacrificar horas de sueño o bien llegaba y, una vez en el sofá, ya no había forma de levantarme. Hace tres años se me ocurrió la solución: juntar entrenamiento (train, en inglés) con transporte (transport, para los angloparlantes). Acababa de inventarme una palabra súper molona: el trainsport. Chupaos esa, publicistas.

Comencé con el trainsport cuando trabajaba en una editorial con las oficinas cercanas al metro de Suanzes. El recorrido era muy parecido al que realizo ahora desde El País a casa, pero había más paseo entre oficinas y metro, así que todavía recortaba más tiempo, unos 10 minutos. Después, trabajé cerca de Sol y también salía desde ahí con las zapatillas puestas, aunque en ese caso daba un rodeo por Madrid Río para alargar un poco la aventura… Desde Sol a casa, directo, son apenas 15 minutos. En metro, 20-25 minutos.

Nueve minutos, un clásico de la espera para los que salen de trabajar a partir de las ocho de la tarde. En ese tiempo puede recorrerse fácilmente un kilómetro y medio a trote.

Sí, yo le “rasco” diez minutillos al metro, pero lo cierto es que el tiempo que ahorro es mucho mayor: de volver a casa en transporte público o coche, luego tendría que salir a entrenar mis 50 minutillos por el barrio, así que el tiempo que optimizo juntando deporte y transporte es realmente de casi una hora.

Otros ejemplos

A la izquierda, del trabajo a casa corriendo y, a la derecha, de casa al trabajo en metro. Los tracks pertenecen a Clara Ruiz.

Cuando comencé a preparar los recorridos GPS para ilustrar este tema comenté en mi grupo de amigos que si alguien más se atrevía a realizar el experimento a modo de conejillo de indias. Solo una persona recogió el guante: Clara Ruiz, técnica en una entidad bancaria. La diferencia entre Clara y yo es que ella sí entrena en serio, y los resultados… Bueno, más que conejillo de indias, hizo de liebre: 34 minutos corriendo frente a 40 en metro. Sí, a 4:43 min/km, 1min/km más rápido que yo. No lo intenten en casa.

El Race the tube de Chema Martínez

Chema Martínez, luchando contra el metro en el reto Race the tube

Enfrentarse al metro en el trayecto de una sola parada es un desafío clásico de Youtube llamado Race the tube ("Corre contra el metro"). Uniéndose al reto, el célebre maratoniano Chema Martínez intentó ganar al tren corriendo de una parada a otra. Lo logró, pero por poco. ¿Somos Clara o yo más rápidos que Chemita? Ni de broma: si le “ganamos” al suburbano no es porque vayamos como una bala precisamente (el ritmo que llevo en estos viajes, 5:40 min/km, es asequible para casi cualquier corredor popular) sino porque los transbordos a media tarde suelen ser eternos y las distancias a pie hasta las bocas de metro son lo suficientemente grandes para que corriendo puedan rascarse unos buenos minutos.

Organización para marcarse un trainsport

¿Qué hay que cargar para hacer un trainsport a la vuelta del trabajo? Por lo general llevo una mochila –no utilizo una de running sino una pequeña de montaña– con los aperos de correr: zapas, pantalón corto, camiseta y, si aprieta el sol, gorra y botellín de agua. Cuando termino la jornada, me cambio y, dependiendo de si al día siguiente voy a repetir o no, guardo la ropa del trabajo en la mochila o la dejo en la taquilla del trabajo. Correr con peso, la verdad, no es muy cómodo, así que todo lo que puedo (zapatos, pantalón, tupper, camisa…) lo dejo en la oficina. Después, solo queda la parte divertida: correr.

Para escoger el recorrido suelo hacer caso a lo que Google Maps me cuente, aunque en ocasiones me da por improvisar ya sea por conocer calles nuevas o por intentar rascar algún minutillo extra. En mi caso, los tramos más conflictivos son Alcalá, larguísima avenida bulliciosa de gente a cualquier hora y que supone un zigzag continuo, y Bravo Murillo, también cargadita de transeúntes… Y cuesta arriba. El resto del tiempo, un paseo.

Atravesando la Castellana, rumbo a casa.

Por lo general intercalo días corriendo con días en metro o bici (otra genial opción) para poder recoger lo que voy dejándome en la oficina, así que cuando llega el fin de semana me he ahorrado, por lo general, más de 30 minutos de vida que se hubieran consumido en el suburbano y unos cuantos viajes de metrobús. Suelo calcular lo que voy ahorrando en tickets de transporte con el trainsport y luego es ese dinero el que invierto en zapatillas nuevas para poder seguir corriendo. El resultado salta a la vista.

Visto así en perspectiva... A lo mejor se me ha ido un poco de las manos. O de los pies.

Una foto publicada por Pablo Cantó (@pablonnegut) el

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Fe de errores

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