#PorQuéTantoOdio: El acoso machista a las mujeres que muestran su feminismo en redes

Algunas tuiteras españolas han tenido que enfrentarse a amenazas de muerte

Su respuesta ante los "machitrols" va desde abandonar las redes hasta intensificar su activismo

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Vídeo en el que Alicia Murillo replica a los 'machitrols'
Vídeo en el que Alicia Murillo replica a los 'machitrols'.

El pasado mes de agosto, Loreto Ballesteros, una estudiante de 22 años, dejó unos comentarios en Twitter que denunciaban la hipersexualización de la mujer: "No nos confundamos: no es nuevo que los hombres sexualicen a niñas y menores. De hecho, está prácticamente normalizado", decía en uno de sus mensajes. A partir de ahí, empezó a recibir amenazas a través de la misma red social: "Te voy a partir el cráneo con una pala", le llegaron a escribir.

La bloguera Alicia Murillo empezó en 2012 su proyecto 'El cazador cazado', que consistía en grabar con su móvil a los hombres que se dirigían a ella por la calle en actitud machista. Alicia invitaba al agresor a que explicara delante de la cámara qué le había dicho y por qué lo había hecho. Poco tiempo después, alguien colgó el número de teléfono de Alicia en un foro de internet y empezó a recibir amenazas telefónicas.

La tuitera @Barbijaputa lleva años firmando con su seudónimo artículos sobre género en diferentes medios de comunicación. También ha provocado debates en las redes sociales como cuando habló sobre las agresiones que sufren las mujeres de vuelta a sus casas por las noches. Por estas razones ha recibido amenazas de muerte y sufre continuos intentos de averiguar su identidad real para hacerla pública. Incluso hubo un grupo de gente que rebuscó entre los pocos datos conocidos de su biografía para hacer que la despidieran de su trabajo.

Estas amenazas son una constante para aquellas mujeres que denuncian públicamente la desigualdad de género en redes sociales. ¿A qué se debe tanto odio? ¿Por qué no sucede lo mismo cuando se denuncian otras desigualdades?

Dos de las afectadas por los casos anteriores apuntan en la misma dirección. En conversación con Verne, @Barbijaputa encuentra dos razones fundamentales. "La primera es que muchos hombres, sean conscientes o no, tratan de preservar así los privilegios que tienen sobre las mujeres. La segunda es que muchos hombres no aceptan que las mujeres adquieran voz propia y la manifiesten con seguridad, por lo que tratan de devolverlas a una situación de debilidad que ellos asocian a lo femenino".

Loreto Ballesteros, la tuitera a quien amenazaron con romperle el cráneo, nos dice algo parecido: "Si hay gente a la que le molesta estas denuncias es porque se ven reflejados en ellas, se ven amenazados y porque no quieren que esto cambie". Al ser preguntada por su situación actual, nos dice que hace un mes y medio abandonó su cuenta de Twitter, pero que el linchamiento digital no ha cesado y aún hay personas que la siguen ridiculizando y amenazando.

Aunque Twitter cuenta con mecanismos para denunciar amenazas y bloquear cuentas, Loreto se siente más tranquila al haber dejado Twitter. Eso sí, también le apena haber abandonado su actividad en redes sociales porque, a raíz de su campaña, empezó a recopilar los testimonios de acoso que le habían hecho llegar muchas mujeres. Porque de la misma manera en que muchos acosadores se amparan en el anonimato de las redes sociales, muchas mujeres también han hallado comprensión y se han animado a compartir sus propias experiencias. Loreto llamó a su página 'No son depravados' para visibilizar que esta violencia no solo procede de hombres con comportamientos extremos.

De hecho, las víctimas de este acoso no solo lamentan la actitud de los propios acosadores, sino también la que aquellos que restan importancia a los ataques. Muchos insultos se esconden bajo la apariencia de bromas, como los que sufrió la periodista Paloma Goñi al explicar las razones por las que había dejado de depilarse. Esta incomprensión la denunció la propia Loreto Ballesteros al comprobar las reacciones que había desatado su campaña:

Desde su anonimato, @Barbijaputa ha seguido manifestándose contra la violencia machista. "A mí los ataques me han dado más energía para seguir defendiendo mi postura", nos dice. Es una actitud parecida a la que ha adoptado Anita Sarkeesian, una estadounidense que empezó a recibir amenazas de muerte y de violación tras acusar de sexismo a la industria de los videojuegos. Sus acosadores incluso crearon un videojuego que consistía en golpear su rostro hasta que sangrara. Pero ella ha seguido denunciándolo hasta convertirse en una de las 100 personas más influyentes para la revista Time en 2015.

Anita Sarkeesian afirmó en una entrevista en The Guardian que no había que considerar a los culpables de estas actitudes como simples trols (esas personas que, a grandes rasgos, se dedican a hacer la vida imposible a otras en internet), sino como "abusadores" y "acosadores". June Fernández, directora de la revista Pikara, también ha sufrido amenazas y subraya esa distancia: "Entiendo el troleo como un boicot arbitrario y gratuito cuyo único fin es incordiar. Es molesto pero no toca fibras tan sensibles como el miedo a la violación. No me afectaría si no fuera porque desde niñas nos inoculan el terror de ser violadas y porque las amenazas y los insultos de los acosadores cibernéticos se suman a la mochila de experiencias de agresión sexista que acumulamos en la vida "real". Así son los mecanismos de control machista", nos cuenta.

En la revista Pikara están aplicando contra los acosadores cibernéticos la misma lógica que usó Alicia Murillo al grabar con una cámara y confrontar a sus "piropeadores" callejeros. De hecho, la propia Murillo subió un vídeo donde llama a esta gente "machitrols" y les pregunta con humor por qué no dedican su tiempo a algo que les parezca más interesante. La estadounidense Lindy West también defiende la opción de hacer frente a los acosadores, ya que, para ella, los trols de internet no son monstruos. "Son seres humanos y no creo que sus intentos por deshumanizarme puedan ser contrarrestados con más deshumanización. La única cosa que puede combatir la deshumanización es una creciente humanización".

Así ha evolucionado el uso del término 'feminazi' según Google Trends, la página que muestra la evolución de las búsquedas en internet.

El punto de vista de Lindy West se debe a su propia experiencia. Ella, que llevaba tiempo denunciando la misoginia en el mundo de la comedia y especialmente los chistes sobre violaciones, tuvo que ver cómo un acosador suplantaba en Twitter la identidad de su padre muerto. Lindy West le escribió preguntando qué le había llevado a hacer algo tan horrible, a lo que el acosador respondió pidiendo disculpas: "Creo que mi ira hacia ti viene de lo bien que te sientes contigo misma. Eso me ha ofendido porque ha recalcado lo mal que me siento conmigo mismo".

Poniendo su experiencia en una balanza, @Barbijaputa considera que, en su caso, la parte positiva de su experiencia se impone a la negativa: "Muchas mujeres han derribado la barrera del miedo gracias a estas campañas". June Fernández también considera que las redes sociales han traído avances, pero cree que aún es necesario "desarrollar mecanismos para que las que abrimos debates de este tipo nos sintamos más seguras y acompañadas, para que sean los trols los que tengan que abandonar los espacios virtuales".

Hay muchas maneras de reaccionar ante el acoso, desde abandonar las redes sociales para protegerse hasta confrontar a los acosadores. Pero, en todos los casos, se cumple una máxima que convierte a los trols en víctimas de su propia estrategia, y es que como decía la periodista Helen Lewis, los comentarios sexistas en los artículos sobre feminismo justifican la existencia del feminismo.

Para denunciar las amenazas

En el caso de ser víctimas de amenazas o de acoso en Twitter, fuentes policiales recomiendan, en primer lugar, reportar los contenidos ofensivos a los administradores de la página web. Si la amenaza es grave y el riesgo se percibe como real, entonces recomiendan denunciar ante la policía o la Guardia Civil, aportando toda la información posible del agresor, incluyendo los pantallazos de las amenazas. De esta manera la policía podrá aportar el mayor número de pruebas al juzgado para identificar al agresor. Las amenazas ya estaban recogidas como delito en el Código Penal, pero su última reforma, que entró en vigor en julio de este año, también ha convertido en delito las amenazas leves y el acoso.

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