La historia del boli de la NASA es todo un clásico. Se suele vender como una forma de recordarnos que las soluciones más sencillas a menudo son las mejores. Recordémosla por un momento justo antes de explicar que es falsa. Suele relatarse más o menos así:
Cuando la NASA empezó a enviar astronautas al espacio, se dio cuenta de que los bolígrafos no funcionaban en ausencia de gravedad.
Tras invertir varios millones de euros y dos años de pruebas, la agencia espacial desarrolló un boli que podía escribir en el espacio, bocabajo, en casi cualquier superficie y a temperaturas que iban de los -80 a los 65 grados Celsius.
Cuando se enfrentaron al mismo problema, los rusos usaron un lápiz.
Se trata de una historia que no solo se ha compartido por correo electrónico, sino que llegó a publicarse en medios de comunicación y a aparecer en un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca, según recoge Snopes, una web especializada en desmentir leyendas urbanas.
Estos días se está compartiendo de nuevo, gracias a Reddit. En el foro han enlazado esta imagen con un texto que explica por qué es falsa, de forma bastante contundente y concluyendo que “40 años después, aún hay idiotas sarcásticos en internet que siguen burlándose del tema, porque los idiotas sarcásticos de internet nunca saben de qué están hablando”. La imagen se ha visto 3,5 millones de veces.
Al principio, todo el mundo usaba lápices
En los años 60, los astronautas rusos y estadounidenses usaban lápices, como recoge Scientific American. “La NASA encargó 34 lápices mecánicos a la empresa de Houston Tycam Engineering en 1965”. Dos de ellos volaron en la misión Gemini 3 en 1965.
El problema era que cada lápiz costaba casi 130 dólares y, cuando la cifra se hizo pública, la agencia espacial estadounidense se vio obligada a buscar otra solución. Es decir, como apunta la web The Space Review, la historia del boli de la NASA en realidad comienza con un lápiz muy caro.
No era un lápiz cualquiera: eran muy ligeros, resistentes y diseñados para poder usarse con el traje y los guantes puestos. Pero estas explicaciones no acabaron de calar, sobre todo porque a bordo había otros cuatro lápices normales que costaron 49 centavos en total y que, encima, habían sido fabricados en Japón, lo que molestó a los más patriotas.
En todo caso, los lápices no son una buena idea en el espacio: las puntas se pueden romper y eso es peligroso en un ámbito sin gravedad. Además, son inflamables, cosa que la NASA quería evitar, especialmente tras el incendio del Apolo 1.
Los bolígrafos de Fisher: más baratos que los lápices
Fisher Pen Company decidió ponerse a trabajar en un bolígrafo que pudieran usar los astronautas. Lo hizo por su cuenta, sin preguntar primero y confiando en obtener a cambio, sobre todo, publicidad.
Su desarrollo costó un millón de dólares, pero corrió a cargo de la empresa y no del contribuyente. El truco de este boli es que su cartucho está a presión, que es lo que empuja la tinta en lugar de la gravedad. Además, la tinta es en realidad un gel hasta que la bola lo convierte en fluido al escribir.
La compañía le ofreció el bolígrafo a la NASA, que en 1967 y tras probarlo, compró 400 unidades. También se apuntó la Unión Soviética, que encargó otros 100 bolis y 1.000 cartuchos para usarlos en las misiones Soyuz. Es decir, los rusos no usaron un lápiz: compraron el mismo bolígrafo.
Fisher aplicó un 40% de descuento y cada bolígrafo costó 2,39 dólares y no 3,95, que era el precio que tenían entonces.
Tú puedes tener tu propio boli de astronauta
Estos bolígrafos no solo están disponibles para las agencias espaciales: se pueden comprar en la web de la empresa, por ejemplo. El modelo original cuesta actualmente 58 dólares. También hay una versión especial del 45 aniversario por 88 y otra que conmemora la llegada a la Luna por 700.
Las opiniones en Amazon son muy buenas: una media de 4,5 estrellas con un total de 330 valoraciones. Un señor asegura que funcona "incluso bajo la lluvia", otro explica que lleva 40 años con él y muchos aprovechan para contar la (verdadera) historia del bolígrafo.
No es de extrañar que guste tanto: es muy útil si quieres escribir tumbado en la cama. Eso sí, cuando se enfrentan al mismo problema, los rusos usan un lápiz.
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