El periodista y escritor César González Ruano escribía en su Diario íntimo que "los libros se huelen, y después, algunos se leen". No todos los libros huelen igual, sin embargo, su aroma –al que muchos románticos se agarran como defensa del libro impreso frente al electrónico– es inconfundible. Tan característico que incluso Karl Lagerfeld le dedicó un perfume. Pero, ¿qué es lo que provoca que los libros huelan a libro?
Una cuestión de química
En La química del olor, publicación de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Veracruzana, los investigadores Raúl Colorado Peralta y José María Rivera explican que el sentido del olfato es un receptor químico que procesa las partículas aromáticas desprendidas de otros cuerpos.
Dentro de esas partículas que generan los olores, existe un conjunto denominadas VOC –compuestos orgánicos volátiles, por sus siglas en inglés–, que contienen carbono y se convierten fácimente en vapores o gases Algunos de estos VOC son los responsables de que los libros emanen su olor característico y, debido a ello, no todos los libros huelen igual: dependiendo de la manufactura, la época en la que se imprimiera e incluso el tipo de papel, el aroma que desprenden puede variar.
Los libros nuevos
El portal especializado en infografías de química Compound Interest explica que la literatura científica acerca del olor de los nuevos libros escasea, aunque su reconocible aroma puede deberse a tres factores: los productos químicos utilizados en la elaboración del papel, las tintas aplicadas en la impresión y el adhesivo de la encuadernación.
Debido a la cantidad de productos utilizados en la elaboración ("literalmente, hay cientos de compuestos implicados", aclara Compound Interest), el olor de los libros de fabricación reciente depende de su manufactura.
Por ejemplo, Gerhard Steidl, editor de Steidl (que cuenta con imprenta propia y cuenta en su catálogo con Günter Grass o Rudyard Kipling, entre otros), explica en una entrevista que el olor de los libros de su editorial se debe a "los aceites que se aplican sobre las tintas". Según el editor, "en papeles no satinados, estos aceites dan al libro un olor que nunca pierde".
Los libros viejos
Si el olor de los libros depende de los materiales utilizados, ¿por qué no huelen igual las librerías que las bibliotecas? Porque los componentes del libro reaccionan a lo largo del tiempo con la humedad, la luz, el calor e incluso entre ellos. Además y como explica Mental Floss, también influye el ambiente en el que se guardan (y leen) los libros, por lo que muchos adquieren otros olores como café, tabaco, vino...
El conservador y químico Matija Strlic, en Degradación de material: el olor de los libros viejos, ideó un método para conocer el estado de conservación de los libros antiguos. Para ello, utiliza una nariz electrónica con la que capta los compuestos orgánicos volátiles que emanan los volúmenes. Según el estudio, "los principales VOC que emana el papel al degradarse crear el olor característico de los libros antiguos".
Los compuestos más presentes en los libros que generan ese olor, según el estudio, son: Benzaldehído (utilizado industrialmente como saborizante sabor almendra), vanilina (generado a partir de la ligninina de las fibras de madera y utilizado industrialmente como saborizante de vainilla), etilhexanol (alcohol graso usado en tintas, disolventes y fragancias), tolueno (hidrocarburo utilizado en colorantes, pinturas y perfumes) y etilbenzeno (líquido inflamable que se encuentra en los tintes naturales).
Estos compuestos volátiles, unidos, crean el olor característico de libro viejo. Strlic lo definió en el diario británico Telegraph como "una combinación de notas herbáceas, con puntas ácidas, y un toque de vainilla sobre un olor a moho subyacente".
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