Ana María Ortega tiene 22 años y una mirada enérgica que anuncia a Lady Fury. Con ella ejecuta las coreografías que convierten a la barcelonesa en la estrella emergente del breakdance internacional. Con mucho de callejero y de tribal, esta disciplina se convierte por un día en espectáculo de masas en el Red Bull BC One Spain Cypher de Madrid. La competición busca este sábado a los mejores de España y ella es la única B-Girl que batallará contra 15 B-Boys por el pase al campeonato mundial.
Mientras se formaba en otras disciplinas de baile, uno de sus profesores le descubrió lo que significa ser una B-Girl y desde entonces aspira a ser una de las mejores. Además de participar en competiciones internacionales, dedica su tiempo a enseñar a niños de Barcelona las claves de este mundo. Horas antes de la final española, cuenta a Verne alguna de ellas.
B-Boy exige tanto esfuerzo como otras disciplinas de baile
"Son horas y horas de dedicación y entrenamiento que no están tan valoradas como las de otras disciplinas de baile más académicas. Exige el mismo esfuerzo físico y técnico que el ballet clásico y además se le suma un extra de creatividad. Buena parte de las competiciones se centran en la improvisación y los participantes no se ciñen a coreografías cerradas".
- En plena batalla, hombres y mujeres son iguales
Lady Fury vive con normalidad que las competiciones sean mixtas, a diferencia de la mayoría de disciplinas deportivas. "Es así porque la fuerza reside, además de en la técnica y la creatividad, en la fortaleza mental. Yo confío en mi breaking, pero no tanto en mis nervios. Influye mucho en si conoces a la personas contra las que compites. Esa es una de las cosas para las que recurro a internet y las redes sociales. He investigado a algunos de los quince competidores de la final del sábado para conocer sus puntos débiles", asegura.
- Hay espacio para la feminidad en el breakdance
"No me considero discriminada por ser mujer en el mundo del breakdance. Por supuesto que existe el machismo, pero creo que es resultado de una simple cuestión numérica más que una cuestión de género. Por el momento, nosotras estamos en clara minoría. De momento, competiciones como está nos dan mayor visibilidad. Aun así, hay B-Girls que aportan un toque femenino a sus coreografías, aprovechando una flexibilidad corporal que muchos hombres no tienen".
- Las redes sociales son necesarias, pero solo hasta cierto punto
Internet y las redes son un arma de doble filo. "A través de ellas se pueden descubrir las bases del breakdance. Es imprescindible conocer los orígenes de esta disciplina durante los años 70 y su época dorada, en los 80 y 90. Además, te permite acceder a un universo que solo es cercano en las grandes ciudades. Pero, una vez que te conviertes en profesional, considero que es contraproducente. Muchos B-Boys y B-Girls muestran los movimientos que van a usar en la competición. Así se pierde la espontaneidad y el factor sorpresa. Además, es en este punto cuando entran en juego otros intereses más relacionados con hacer negocio y preocuparse más en la imagen que en el talento real. Ahí es donde encuentras gente más competitiva".
- La verdadera inspiración se encuentra en lugares ajenos al mundillo del breakdance
"Viajar y vivir es lo que inspira movimientos que luego se prueban durante horas y horas para que encajen con tu propio cuerpo y sean algo único. Ver a otros practicando breakdance sirve para aprender, pero no para crear cosas propias. Hace poco viajé a California para asistir a algunas competiciones. Es una de las cunas mundiales de esta disciplina y se aprende simplemente conversando con la gente. Pero también me sirvió para salir de mi ambiente y encontrar otras cosas que me den ideas. Yo por ejemplo doy clases de baile a niños y a veces son ellos los que me enseñan a mí. Su forma de moverse es más libre, porque se comportan sin filtros".
- Es un mundo competitivo, pero también se da el compañerismo
"Más allá de las competiciones, en el día a día formamos parte de grupos de breakdance y trabajamos en equipo. Cuando empecé, no tenía muy claro qué nombre ponerme. Una de mis compañeras de equipo me vio bailar y no solo decidió bautizarme, también me cedió su nombre”, cuenta la barcelonesa. "No es común heredar el nombre de un compañero de profesión, pero la primera Lady Fury dejó en un segundo plano el break para ser madre. Es un ejemplo a seguir. Es algo que, evidentemente, limita, pero ella sigue bailando a un gran nivel y demuestra de que se puede llegar a conciliar incluso en esta profesión", defiende.
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