¡El emprendedor! ¡Llega a su barrio el emprendedor!

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(Es posible que nuestros lectores hayan visto esta imagen en la que se compara el horario de un empleado con el de un emprendedor, muy comentada en Linkedin y en Twitter. En Verne hemos tenido acceso al diario completo de este emprendedor, que reproducimos por su interés y que aseguramos que es absolutamente verídico. Es todo cierto. Jamás nos inventaríamos algo así. Nunca. La duda ofende).

7:00 h. EJERCICIO

Todo buen emprendedor necesita estar en forma, así que comienzo el día practicando algo de gimnasia en casa. Los empleados desayunan, pero porque no cuidan su cuerpo como deberían. Además, aún no sé cómo funciona la cafetera. Un tipo al que conocí durante la sesión de networking de un afterwork and beers me envió un powerpoint bastante detallado, pero sigo sin aclararme. ¿Dónde se carga la batería? No tiene cable. ¿Y por dónde descargo el café? Esto es un misterio.

8:00 h. OFICINA

Llego al coworking con wifi gratis, que en mi caso es un Starbucks. Pido agua del grifo.

¿Solo agua?

Del grifo. Que madre mía lo que cobráis por una botellita de nada.

¿Tall, grande o venti?

¿Grande es el tamaño grande o es el mediano?

Es el mediano.

Pues un vaso de agua grande.

¿Mediano?

No, grande.

Después de discutir durante media hora sobre el tamaño del agua (¿qué parte de “grande” no entiendes?) consigo arrancar mi jornada de emprendimiento. Cada día me llegan decenas de correos electrónicos en respuesta a mis ofertas. “Por favor, deme de baja de su lista de correo -dice uno de ellos-. Si recibo un mail más, le denunciaré por inclumplimiento de la LOPD”. Anoto su nombre en la lista de “posibles”. Never stop de insistir. Un “no” solo es un futuro “¿cuánto dinero tengo que darte para que me dejes en paz?”.

10:00 h. NEGOCIOS

A muchos quizás les sorprenda el hecho de que “oficina” y “negocios” sean actividades diferentes. Pero, claro, eso solo es por la mentalidad de funcionario que tenemos en este país. Puede surgir una oportunidad para ganar dinero en cualquier lugar: no hace falta estar atado a una mesa. Es más, es contraproducente. En mi caso, porque al cabo de un rato siempre me empiezan a mirar mal en el Starbucks (la común envidia del empleado hacia el emprendedor) y prefiero marcharme a buscar clientes.

Mi técnica de marketing principal consiste en pasearme por el barrio e impartir mi elevator pitch con un megáfono: “¡EL EMPRENDEDOR! ¡HA LLEGADO A SU BARRIO EL EMPRENDEDOR! ¡HAGAMOS NETWORKING, SEÑORA! ¡EL EMPRENDEDOR! ¡WIN WIN! ¡MIRE QUÉ BENCHMARK, CABALLERO! ¡SEA USTED MI BUSINESS ANGEL!”.

Creo que la Policía Municipal ha destinado un agente exclusivamente a perseguirme e intentar quitarme el megáfono. No me alcanza porque estoy acostumbrado a huir de los acreedores. En todo caso, lo importante es que ya estoy creando puestos de empleo.

12:00 h. FAMILIA

¡Joder, qué susto! Me dice Mónica. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?

Son las 12 contesto. A las 12 los emprendedores dedicamos un tiempo a la familia.

Somos primos.

Pues eso, familia.

Estoy trabajando. Mi jefa me está mirando mal.

Jaja, empleados… Sois autómatas. No podéis hacer nada sin que os den el visto bueno.

¿Por qué no vas a visitar a tus padres? También son familia.

Han cambiado la cerradura.

13:00 h. ALMUERZO

Una vez me expulsa seguridad, llamo a mis amigos, a ver si a alguno le interesa una oportunidad de negocio.

Por 500 euros te doy 50 acciones de la empresa. Es una gran oportunidad para contribuir a mi capital semilla.

¿Qué porcentaje del capital son 50 acciones?

Ni idea, hice un montón de fotocopias.

¿Pero cuánto valen?

¿Cuánto valen los sueños? No es algo a lo que puedas poner precio.

¿Pero qué sueños? ¿A qué se dedica tu empresa?

A emprender.

¿¡A emprender qué!?

No me pongo límites. Eso es de funcionarios. Si fracasamos, aprendemos de nuestros errores y pivotamos. Somos flexibles.

¿Pero qué quieres vender?

Satisfacción. Más que el dinero, lo que realmente me importa es la sonrisa de un cliente satisfecho.

¿Pero qué clientes?

Me llevo el ticket, que lo necesito para desgravar esta comida de trabajo.

¡He pagado yo!

14:00 h. CAPACITACIÓN

Esta hora la suelo dedicar a aprender algo nuevo. Ahora estoy a tope con la meditación y al mindfulness. El ojo inexperto dirá que me he quedado dormido en el sofá, pero una afirmación de este tipo solo demuestra ignorancia.

16:00 h. LIBRE

Los emprendedores necesitamos tiempo libre para pensar en nuevas ideas. La creatividad se estimula haciendo cosas completamente diferentes y abriendo la mente. Hoy mismo he anotado las siguientes ideas:

-Conseguir dinero. ¿Crowdfunding? ¿A cambio de acciones?

-Ganar dinero mientras duermo. ¿Cómo? ¡Sin poner límites a los sueños! ¿Cobrar por soñar?

-La rueda fue un gran invento. ¿Es mejorable? A lo mejor podría inventar una nueva RUEDA. La iRueda. ¿Qué podrían usar los coches en lugar de ruedas? Quizás personas enrolladas como si fueran croquetas. Ardillas. Troncos como en los Picapiedra. Todo está inventado, pero no por mí (esta frase va al libro).

17:00 h. GYM

Voy al gym los martes y los jueves. Lo llamo gym y no gimnasio porque es mucho más innovador. Por cierto, mucha gente no lo sabe, pero gym se pronuncia llaim. Total, que voy al llaim a intentar que me devuelvan la cuota. Pagué todo el año por adelantado. Un error porque necesito ese dinero para un móvil nuevo, uno de emprendedor, y no el que llevo ahora: el que tengo es un fijo con un cable muy, muy largo. Tropieza mucha gente y ya llevo tres demandas.

Las negociaciones son hasta ahora infructuosas.

Si me devuelven el dinero de la cuota podríamos ser partners.

¿Y cómo funcionaría eso?

Podría incluir su logo en un powerpoint que estoy preparando para una charla TED.

¿Usted va a dar una charla TED?

Bueno, doy una charla en la puerta del teatro donde se celebr… ¿Qué hace? ¿Por qué arrastra mi silla? ¡No me deje en el pasillo! ¡Oiga! ¡No cierre la puerta!

19:00 h. FAMILIA

Llamo a mis padres por teléfono. No me lo cogen.

20:00 h. NEGOCIOS

Vuelta a buscar clientes. No voy a la oficina, sino a la incubadora. Tengo una en casa que robé de un hospital (vacía). Me meto dentro porque me inspira a comenzar de cero cada tarde.

Quería hablar con el director general.

¿De parte de quién?

Soy Jaime Rubio, CEO y founder de iJaime.

Está reunido.

Esa es la respuesta que le han dicho que me dé, ¿verdad? Cómo sois los empleados. No emprendéis nada. Solo cumplís órdenes. Seguro que a estas horas estás viendo la tele.

Estoy trabajando.

Bueno, luego verás la tele.

¿Usted no?

No tengo tele. La tuve que vender para seguir mis sueños. Mi sueño era un smartwatch. Puedo ver Netflix ahí, en chiquitín. Se me cansa el brazo, eso también hay que decirlo.

21:00 h. LIBRO

Todos los emprendedores escribimos un libro hablando de cómo los fracasos nos ayudaron a triunfar. Mi libro se titula: Quién ha robado mi smartwatch. No, en serio, quién. Joder, que estas cosas son caras.

Este es el primer párrafo: “No tropieces dos veces con la misma piedra. Cámbiala por otra piedra. Lo importante de tropezar es levantarte de nuevo. Así hasta que te compre Google. O Facebook. O tu suegro. Que no te asuste el fracaso. Fracasa mejor, como dice esa taza que te compraste. ¿Por qué compraste la taza en lugar de venderla? Porque no emprendes. Ahora estarías forrado y no serías un funcionario. Joder, tazas con frases. No era tan difícil pensar en eso. Las buenas ideas siempre se me ocurren tarde. ¿A qué más cosas se le pueden poner frases? ¿Camisetas? No, eso ya está. ¿A los libros? No, eso también se le ocurrió a alguien antes”.

22:00 h. FAMILIA

Este rato es para intentar formar mi propia familia. Me encargo yo personalmente de gestionarlo porque al ser un emprendedor tomo decisiones sobre mi propia vida. Sin embargo, nadie me contesta en Tinder. Me extraña porque en mi bio pone “emprendedor del amor, gamifiquemos el romanticismo” y no creo que haya mujer que se resista a eso.

23:00 h. DESCANSAR

Un descanso bien merecido, después de un día emprendiendo por toda la ciudad. Ni punto de comparación con mi etapa de empleado. Era un vulgar funcionario, para más inri. Vivía de Papá Estado a cambio de un trabajo en el que no podía crear. Lo único que hacía era quitar un corazón y cambiarlo por otro lo más parecido posible. Siempre lo mismo: era un empleo rutinario, aburrido, en el que no se me dejaba innovar. Menos mal que mi etapa de cirujano ya forma parte del pasado.

Selección del contenido y redacción de la carta: Jaime Rubio Hancock @jaimerubio

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