Toño Pascual y María Tormo son estudiantes de un máster de creatividad publicitaria. Uno de los ejercicios consistía en diseñar una acción que no utilizara canales convencionales. “Quisimos aprovechar para lanzar un mensaje que tuviera importancia y no para vender un producto”, explica Toño a Verne.
Así fue como idearon Welcome to the Real Spain, una iniciativa que no se quedó en un mero ejercicio teórico: las dos últimas semanas de mayo repartieron 1.500 postales que recogen los momentos menos turísticos y más alejados de la típica imagen de “fiesta, toros, paella y sangría”. Toño explica que “había tantos temas posibles que nos centramos en lo que más afecta al día a día: la pobreza, el paro, la brutalidad policial”.
Han contado con la colaboración de otros compañeros de clase; también la económica: ellos mismos financian este proyecto “que no responde a ninguna ideología ni tiene que ver con ningún partido político”. La acción se ha recogido en su vídeo, y también en una web, en Facebook, Twitter e Instagram.
Muchas de las fotos se habían publicado en medios de comunicación (pidieron los permisos adecuados), pero además una noche Toño y otras dos compañeras salieron a hacer fotos por su cuenta, que también se incluyen en una de las postales. Toño es navarro y llegó a Madrid hace cinco meses. Una de las cosas que más le impresionó de la capital fue “la cantidad de gente que duerme en la calle. A veces da la impresión de que están durmiendo en el cajero del mismo banco que les ha quitado la casa”. Estas personas no siempre querían ser fotografiadas, pero muchos accedieron y además “nos contaron su historia. Se te encogía el corazón”.
La España de verdad que pocos turistas conocen http://t.co/X2lcmdIyMH vía @gonzalojaime #THEREALSPAIN pic.twitter.com/Mes9IiFCJQ
— Carlos Vicente (@CarlosVicenteMK) junio 9, 2015
Primero colocaron a escondidas las postales en las tiendas de souvenires de cerca de la plaza Mayor, uno de los sitios más visitados por los turistas que vienen a Madrid, y grabaron las reacciones de los visitantes. “Alucinaban”, afirma.
Una de sus preocupaciones era la reacción de los dueños de las tiendas, pero “cuando veían las postales, no se molestaban mucho”. En ocasiones las quitaban, como en el caso de una empleada con la que pudieron conversar. “Nos dijo que la dueña le había pedido que lo hiciera, pero que tampoco le había sentado mal”. A ella sí “le había gustado la acción y le regalamos unas cuantas para que las repartiera por su cuenta”. Alguna vez vieron cómo algún turista entraba a la tienda con la intención de comprarlas. “No sé si les cobraron o no, pero se las llevaron”.
También compraron un expositor giratorio y lo dejaron en Callao, Fuencarral y otras calles del centro de Madrid. “Lo de Callao fue increíble. La gente se abalanzaba y en media hora desaparecieron 500 postales”. Pudieron conversar con algunos de los turistas, que valoraron positivamente la iniciativa: “Ya conocían la situación de España, pero aun así les impactó ver las fotografías porque no esperaban encontrárselas en una tienda de souvenires”.
Y añade: “Aunque los turistas vienen a España a pasárselo bien, cuando ven imágenes como estas, pueden acceder a una visión más auténtica y agradecen que no se les trate como si fueran tontos. Esta experiencia que no se esperaban también es enriquecedora”.
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