El balcón barcelonés en el que conviven la bandera española, la independentista y la republicana

También cuelgan la Senyera y la bandera de los Países Bajos

Los inquilinos de la casa cuentan el por qué del batiburrillo ideológico

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De izquierda a derecha: la bandera de los Países Bajos, la republicana, la Senyera, la española con el Toro de Osborne y la estelada. Foto: Mario Quílez
De izquierda a derecha: la bandera de los Países Bajos, la republicana, la Senyera, la española con el Toro de Osborne y la estelada. Foto: Mario Quílez

Hasta el visitante más despistado se dará cuenta de que Barcelona está llena de banderas. Además de las oficiales de los organismos públicos, son ya contados los edificios en los que de alguno de los balcones no cuelga alguna. Las que más abundan son las senyeras y las independentistas, pero según el barrio, es fácil ver también alguna bandera española. Lo que desde luego no es habitual es encontrar varias banderas de distinto sesgo colgadas del mismo balcón. Y menos frecuente todavía que sean la Senyera, la estelada independentista, la bandera española con el toro de Osborne, la republicana y la de los Países Bajos a la vez.

Este batiburrillo de textiles multiculturales ocurre en un piso de la calle barcelonesa Sardenya, muy próximo además al Parlament de Catalunya donde se están viviendo días tan interesantes y convulsos. Allí nos dirigimos tras localizar el piso por una foto de WhatsApp, dispuestos a timbrar y probar suerte.

Nos recibe Josep, estudiante de música, violín en mano. Pese a lo insólito de la situación, no parece sorprendido. Nos explica que, como sospechábamos, se trata de un piso de estudiantes en el que las banderas se colgaron a principios de 2014. Él lleva viviendo ahí desde septiembre y sus compañeros "responsables" de las banderas son estudiantes de derecho, económicas y empresariales y están ahora mismo de Erasmus en distintos puntos de Europa. Hablamos con ellos por mail y esto es lo que nos cuentan.

El balcón desde dentro. La estelada y el Toro de Osborne, mano a mano. Foto: Raquel Piñeiro

"Simplemente vi que en Barcelona todo el mundo colgaba una bandera para expresar su opinión y así lo hice yo también", responde desde Ámsterdam el mallorquín Marc, el primero en colgar una bandera, la del toro de Osborne. "Me la compré cuando era muy pequeño en un partido de la selección española de fútbol que se disputó en Palma de Mallorca, así que ya la traía de casa. Pensé en llevarla porque tras vivir un año en Barcelona, decidí que yo también quería expresarme de esta forma".

"La bandera republicana la tengo desde hace muchos años. Cuando estaba en segundo de la ESO la compré con unos amigos para ir a un encuentro de música de institutos que se llama Com sona l'ESO, y la he tenido desde entonces. Durante mucho tiempo la tuve colgada en mi habitación y es toda una veterana de manifestaciones y algún que otro Viña Rock", nos cuenta Adrià, de Benicàssim, que estudia en Ginebra con un convenio bilateral (al que todo el mundo se refiere como Erasmus).

"La colgué en el balcón a las pocas semanas de entrar en el piso, después que mi compañero Marc decidiese colgar la española con el toro de Osborne y todo", explica Adriá. "Pensé que si íbamos a colgar la bandera de España, qué menos que estuviese mi bandera de España como mínimo. Y así poco a poco se fue llenando el balcón. "Mi bandera es la independentista, fue un regalo de mi padre y decidí colgarla para expresar mi sentimiento como catalana y mi apoyo al proyecto independentista", nos explica desde Barcelona Amanda, nacida en Tivenys, un pueblo de Tarragona. "Creo que es un medio de expresión que permite ver que nuestras diferencias políticas o ideológicas no entorpecen nuestra convivencia; al contrario, nos aportan diferentes puntos de vista que resultan muy refrescantes".

Aitor, amigo de Marc desde la infancia, nos responde desde Trento: "No coloqué por mí mismo ninguna de las banderas de nuestro balcón; mis tres amigos decidieron mostrar más o menos las que les representaban políticamente a ellos. En un primer momento me limité a respetar y a colocarlas bien cuando se movían por el viento o llovía, sin distinciones, todas por igual, debido a que mi cuarto es uno de los dos que da al balcón. Inicialmente con las tres banderas pensamos que nuestra fachada se quedaba un poco coja, entonces mi amigo Adrià tuvo la iniciativa de consensuar si debíamos colocar una Senyera, la bandera oficial en Cataluña. Estuvimos de acuerdo, desde entonces se quedó colocada ahí y la sigo poniendo bien cuando llueve".

La bandera holandesa es cosa de Samare, una estudiante de ese país que está realizando su Erasmus en Barcelona y ocupa una habitación en el piso durante los meses en los que el resto de los compañeros están fuera. Claro, un balcón con tal profusión de opiniones políticas no podía pasar desapercibido.

"Al principio nosotros éramos ajenos a lo que la gente pensaba", cuenta Aitor, "pero al cabo de un tiempo un amigo nuestro de la Universidad nos enseñó un tuit con una foto de nuestro balcón con las cuatro banderas que ponía algo así como "las cenas de Navidad serán entretenidas en esa familia". "Si te asomas al balcón un rato no es raro ver a alguien haciendo una foto o simplemente mirándolo extrañado", continúa Adrià. "Cuando invitas a alguien por primera vez a casa muchos se sorprenden, nos dicen "¿Pero sois vosotros los de las banderas? ¡Yo paso por aquí y las veo todas las mañanas!".

"Desde el principio a todo el mundo que ve las banderas les parece gracioso y a la vez impensable nuestra convivencia", relata Marc. "Nuestra respuesta es simplemente que creemos que cada uno puede mostrar su opinión y demostrar que estas sean distintas eso no es un problema para convivir y ser buenos amigos". "Jamás nos hemos enfadado ni hemos tenido una discusión por ellas", corrobora Aitor.

"En nuestro piso se habla mucho de política", nos confirma Adrià. "El año pasado de los cuatro tres éramos compañeros de clase y a veces nos llevábamos la conversación a casa. Pero aunque es cierto que pensamos diferente no discutimos. De hecho, para gente que ha votado y votará tan diferente es curioso la cantidad de cosas en las que estamos de acuerdo".

"Nuestras cenas no consisten en un vuelo de platos por los aires ni reproches sin sentido", corrobora Amanda. "Se comentan las noticias como en cualquier casa y no solemos discutir de manera fuerte entre nosotros. Cada uno aporta su punto de vista y de alguna manera nos obligamos a razonarlo y dar argumentos para apoyarlo". Termina Aitor: "A medida que nuestra casa ganaba popularidad vimos comentarios de gente diciendo que éramos un ejemplo de respeto y de convivencia; eso nos gustó porque refleja la realidad de que pensaremos diferente pero por encima de todo eso somos amigos".

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