"Formato familiar: Llévese 36 rollos de papel higiénico al precio de 30. Solo esta semana". Buscar la oferta parece la forma más obvia para ahorrar dinero, pero, a menudo, este modo de compra está fuera del alcance de aquellos con menor poder adquisitivo. Un estudio universitario estadounidense refleja que son en realidad los menos pudientes los que más gastan en productos de consumo cotidiano. Ser rico es una ventaja para muchas cosas, incluso a la hora de aprovechar las gangas del supermercado.
"La frugalidad es difícil de pagar", defienden Mike Palazzolo y Yesim Orhun, investigadores de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, en un estudio publicado a mediados de marzo. Para extraer estas conclusiones, analizaron el comportamiento de consumo de 100.000 hogares estadounidenses durante siete años.
Después de comparar distintas marcas, precios y formatos, concluyeron que los menos adinerados pagan un seis por ciento más que los ricos por un producto cotidiano como es el papel higiénico.
Adquirir los productos a tamaño familiar o en enormes cantidades es un modo efectivo de pagar menos por unidad, pero el consumo al por mayor es un lujo que no se pueden permitir aquellos con escasos ingresos mensuales. Lo mismo ocurre con el momento de cazar la oferta: solo aquellos con mayores recursos económicos eligen el momento de realizar un desembolso fuera de lo normal.
La falta de liquidez, por tanto, limita mucho la capacidad de aprovechar los descuentos, que por lo general siempre llegan con una contraprestación. El patrón de consumo de aquellos con menores ingresos se define por el momento en que llega la paga: por lo general, se compra la primera semana de mes, mientras que las ofertas se colocan en el supermercado en cualquier otro momento. Además, quien vive al día dedica un presupuesto limitado a cada producto; si dedica una cantidad exagerada en papel higiénico tendrá que recortarlo de su presupuesto para comida.
Aunque el día 15 de mes aparezca un gran descuento, solo los más pudientes son los capaces de comprar decenas de rollos de papel higiénico de una sola vez. Por eso mismo, en el futuro podrán adquirir una nueva oferta si así lo desean, mientras que las familias que no han podido almacenar grandes cantidades de papel, se verán obligadas a reponerlo cuando se agote, sin poder elegir el momento que más les conviene. Su modo de ahorro se limita a comprar lo más barato, aunque eso implique adquirir menos unidades y de menor calidad.
Los hogares de bajos ingresos, es decir, aquellos que perciben menos de 20.000 dólares al año, compran en oferta el 28,3 por ciento de ocasiones, mientras que aquellos con ingresos superiores a 100.000 dólares lo hacen el 38,9 por ciento de las veces. Los primeros compran el producto más barato el 35 por ciento de las veces, mientras que entre los más ricos la cifra se reduce a un 27,4 por ciento.
Los investigadores Orhun y Palazzolo explican en su escrito que eligieron el papel higiénico como centro de su estudio por ser un producto en el que se aplican este tipo de ofertas (3x2, solo por tiempo limitado). También influye que sea acumulable y un objeto cuyo patrón de consumo por persona es universal, sin que puedan afectar en ello las diferencias de clases sociales.
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