Si te gusta el deporte es muy probable que hayas escuchado la frase: "El rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros". Es comprensible que quienes juegan al rugby presuman de esa ética especial que se le atribuye al rugby. Pero, ¿lo comparten los árbitros?
Vamos a plantearlo en otros términos. Un partido de rugby está llegando a su final con el marcador apretado. Treinta tipos duros pugnan por llevarse la victoria. De repente suena un silbato y los treinta jugadores se giran para observar a quien lo ha hecho sonar. Con heridas en las piernas y barro en el rostro, tras casi 80 minutos de partido, todos aguardan la decisión. E, inevitablemente, esa decisión es contraria a los intereses de la mitad, que siente toda su frustración subir desde los pies hasta la coronilla. En ese momento concreto, ¿permanecen los jugadores en el mismo lado de la línea que separa al caballero del villano?
Pues sí, lo hacen, según nos cuentan Alhambra Nievas e Iñaki Vergara, dos de los ábitros de rugby más importantes en España.
El rugby estará presente en los Juegos Olímpicos de 2016 por primera vez desde 1924. Y los equipos españoles, tanto femenino como masculino, han logrado clasificarse. Pero el rugby español también estará representado en Río por Alhambra Nievas, una granadina de 32 años que en 2015 estuvo entre los tres finalistas del premio al mejor árbitro del mundo.
Alhambra, que llegó al rugby a sus 19 años, había practicado antes otros deportes: kárate, fútbol, baloncesto, natación, tenis... Sin embargo, ninguno de ellos le produjo un flechazo tan instantáneo como el rugby: "Desde el primer entrenamiento tuve claro que era mi deporte", cuenta a Verne.
Ella nos explica que, dentro del campo, el rugby se rige por unas normas singulares. Por ejemplo, los capitanes son los únicos que hablan con los árbitros, y lo hacen dirigiéndose a ellos como "señora" o "señor", según corresponda. Y si alguno protesta más de la cuenta, puede ser sancionado con una falta en su contra. Los jugadores, nos dice Alhambra, no suelen desviarse de estos códigos de comportamiento pese a la tensión de los partidos.
En toda su carrera arbitral, Alhambra solo recuerda que un jugador le haya insultado. "Los jugadores del mismo equipo se censuran entre ellos. Si alguien se desmadra, es normal que sus propios capitanes le llamen al orden", nos dice.
Al ser preguntada de dónde procede toda esta ética respetuosa del rugby, Alhambra explica que es muy complicado situarla en el tiempo. "Es algo que te enseñan desde que empiezas a practicar este deporte. No sé su procedencia, pero es algo tan característico como el balón ovalado. Y lo mejor es que este compañerismo no ha menguado aunque el rugby se haya profesionalizado en los últimos años".
Pero aún hay más. Tras un partido de rugby, el equipo local acostumbra a invitar a los rivales y al árbitro a tomar algo: es el famoso "tercer tiempo". ¿Y de qué se habla en esos momentos? Alhambra nos cuenta que el tercer tiempo "se aprovecha para intercambiar opiniones con los entrenadores, comentar jugadas y debatir sobre qué pueden mejorar tanto los equipos como el árbtiro. Si algún jugador guarda alguna queja con respecto al partido recién disputado, se le escucha y se le ofrecen disculpas en el caso de que pueda tener razón".
El año en que Alhambra fue finalista en el premio al mejor árbitro, el ganador fue Nigel Owens, todo un personaje en el mundo del rugby. Y que un árbitro sea especialmente famoso, y para bien, es algo que también explica la singularidad del rugby.
La principal razón que explica la popularidad de Owens es su estilo a la hora de gestionar los momentos delicados del juego -que también los hay-. Por ejemplo, como en el siguiente vídeo, que casi alcanza el millón de reproducciones, donde le explica a un jugador: "Creo que no nos han presentado, pero yo soy el árbitro de este partido, no usted. Limítese a hacer su trabajo y yo haré el mío. Si vuelvo a oírle gritar por cualquier cosa, será sancionado. Esto no es fútbol, ¿está claro?":
Owens también es famoso por haberse declarado abiertamente homosexual, un ejemplo que han seguido otros jugadores, como Keegan Hirst, Gareth Thomas e Ian Roberts, convirtiendo al rugby en un deporte mucho más maduro que otros.
La aportación de los aficionados
El 15 de enero de 2012, la sección de rugby del Fútbol Club Barcelona jugó un partido en Alcalá de Henares contra el Club Deportivo Hercesa. Aprovechando la proximidad, los socios de la Peña Barcelonista de Móstoles se acercaron para apoyar a la sección rugbística de su club. Para muchos, debió ser el primer contacto con este deporte.
El partido se disputó en el campo del IES Antonio Machado y, como los aficionados barcelonistas llegaron con mucha antelación, ocuparon un sitio en la grada que resultó ser el mismo en el que solían ubicarse los aficionados locales. Esto, que habría sido motivo de tensión y disputa en otros recintos deportivos, se solucionó con la máxima cordialidad. Fue la primera sorpresa para los aficionados barcelonistas que, a juzgar por las palabras que escribieron en el blog de su peña, se lo pasaron en grande:
Terminado el encuentro y tras la foto de familia con todo el equipo de la sección de rugby del Barça, organizada amablemente por su delegado Enric Abella, los aficionados culers se quedaron a disfrutar del "tercer tiempo" donde por costumbres de este deporte jugadores de ambos equipos y sus respectivas aficiones son invitados por el equipo anfitrión a beber y comer juntos. Para nuestra peña fue una experiencia increíble y enriquecedora ya que compartimos mesa y conversación con jugadores y aficionados en una armonía nunca vista antes en otros deportes en los que nuestra peña ha acudido. Nos intercambiamos contactos, nos hicimos fotos juntos, mezclados unos con otros disfrutamos de un final de jornada que posiblemente muchos de los nuestros y de la afición rival no olviden.
El árbitro de aquel partido fue Iñaki Vergara, actual presidente Comité Nacional de Árbitros. "Aunque el equipo local crea que lo has hecho fatal, nunca han dejado de invitarme al tercer tiempo", reconoce Iñaki Vergara, quien, como ocurría con Alhambra, probó muchos deportes antes de decantarse por el rugby.
Vergara secunda las palabras de Alhambra y asegura sentirse respetado dentro del campo. Y también llama la atención sobre el comportamiento de los aficionados, quienes, junto a los jugadores y a los árbitros, se encargan de preservar el sentimiento de fraternidad que predomina en el rugby.
"En una ocasión, uno de mis primos acudió a verme arbitrar un partido. Un aficionado empezó a increparme y, según me contó luego mi primo, otro aficionado le mandó callar porque estaba siendo irrespetuoso. Mi primo, que es más aficionado al fútbol, se quedó impresionado", nos cuenta Vergara.
Las principales normas de comportamiento que se exigen a los espectadores quedaron bien sintetizadas en el decálogo que la Federación Española de Rugby, el VRAC Quesos y El Salvador distribuyeron antes de que los dos equipos vallisoletanos disputaran la pasada Copa del Rey. Aquella fue una fiesta del rugby, ya que, con más de 25.000, juntó más espectadores que ningún otro partido de este deporte en España. La crónica del partido publicada en El País destacó el ejemplar comportamiento del público que llenó las gradas del estadio José Zorrilla de Valladolid: "Guardó más silencio que el Stade de France o Twickenham cuando los pateadores se enfrentaban a los palos".
En el rugby, es inevitable que algunos jugadores protesten, que algunos árbitros se equivoquen y que algunos aficionados insulten. Pero Iñaki Vergara reconoce que existe un esfuerzo colectivo por mantener ciertos valores. "Y, en lo que respecta a los árbitros, los jugadores suelen entender que a veces nos equivocamos, igual que también intentamos comprender sus errores. Al final, es una cosa de sentido común".
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