Mariano Rajoy atendiendo a la prensa a través de una pantalla de plasma y el entonces ministro del Interior de Jorge Fernández Díaz concediendo la Medalla de Oro al Mérito Policial a la Virgen María del Amor son noticias que, en su día, dejaban "atónito" al animador Coke Ribóo. Recurrió a las figuras de miniatura de las maquetas de trenes que encontraba en tiendas de juguetes para construir "esa España surrealista", con montera, tricornio y capirote en la cabeza, que a él le parecía leer en los titulares. Lo hizo en forma de película, titulada Made in Spain. Con ella acaba de recibir una candidatura al Goya al mejor cortometraje de animación.
"Mientras ojeaba los periódicos pensaba que, con esas perlas, no hacía falta mucha imaginación para hacer humor en este país", comenta a Verne el cineasta en conversación telefónica. Las diminutas figuras que tanto le fascinaban desde hace años le ayudaron a crear un relato ambientado en una playa española, con algo del absurdo de los británicos Monty Python.
Para liberar esa necesidad de plasmar en pantalla "ese humor cínico y ácido" que practica en su vida diaria, comenzó hace dos años creando píldoras basadas en la actualidad. Se publicaban en plataformas como Vimeo. Si no encontraba las piezas necesarias en las tiendas de maquetas que suele frecuentar en Madrid, recurría a webs de internet, comenta el director. Harlem Chotis y ¿Reggaeton nazareno? son dos de esos microrrelatos que sirvieron de antesala a Made in Spain.
Esta nueva forma de crear supone para Ribóo un cambio de registro frente sus anteriores cortometrajes, que abordaban temas sociales "de un modo más poético". Con El viaje de Said (2007) ya ganó el Goya hace casi diez años.
Esta vez, "lo kitsch, lo colorido y lo gamberro" se colocan en primer plano en Made in Spain. La frescura y la acción de un género clásico como el slapstick y del cine mudo conforman el ADN de esta propuesta. El próximo 4 de febrero, cuando se celebre la XXI ceremonia de entrega de los Premios de la Academia española de cine, sabrá si se lleva una nueva estatuilla a casa.
Para crear Made in Spain, Ribóo se encerró cuatro meses en una casa con personajes de plástico que cumplen tópicos españoles. Además de dar vida a los muñecos, es el director, guionista, doblador principal y compositor de las melodías que suenan en la cinta.
Aunque sus trabajos anteriores se financiaron en parte gracias al crowdfunding, los premios que ha logrado con sus cortos anteriores y una subvención de la Comunidad de Madrid han hecho que está vez "no fuera necesario recurrir" al micromecenazgo en internet. A pesar del alto contenido local, Made in Spain ha generado el interés de festivales de cine de todo el mundo, recuerda el director, que acaba de regresar de presentar la película en Macao (China).
"Siempre se invierte más tiempo que dinero en la animación", reconoce el cineasta. Ribóo ha disfrutado tanto rodando este proyecto que ya está preparando su secuela sin esperarse a saber si se llevará el Goya con esta primera entrega. "La segunda parte se titulara Mad in Spain, en referencia a Mad Max, y se ambientará en una España apocalíptica. Será todavía más loca, irreverente y salvaje que la primera", anuncia él mismo.
El referente belga para la parodia española
Coke Ribóo reconoce en Panique au village la gran referencia de su Made in Spain. Esta serie de animación belga, con la misma técnica de animación stop motion y miniaturas de juguete que la cinta española, caricaturizó en 2002 la zona rural del país y sus curiosas relaciones con las subvenciones de la Comunidad Europea.
La serie tenía a un indio, un vaquero y un caballo como protagonistas. Los capítulos de cinco minutos se convirtieron luego en un largometraje de animación, que compitió en el Festival de Cine de Cannes en 2007.
"Quería imitar ese tipo de animación que resulta, de forma deliberada, muy poco sofisticada. También me interesaba la idea de hacer crítica social con un tono casi infantil, que no llega a herir a nadie", comenta el director español a Verne.
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