"Hoy, el DNI es la parte más importante de mi cuerpo. Si lo pierdo, moriré".
El adolescente que comenta esto cerca del metro de Ciudad Universitaria (Madrid) exagera, aunque quién lo diría viendo cómo agarra su documento de identidad. Es uno de los 300.000 alumnos que comienzan este 6 de junio las pruebas de acceso a la universidad, la antigua selectividad. Para aprobar, estudiar es importante, pero llevar el DNI también. Sin él no está permitido el acceso al examen, y todos los estudiantes parecen llevarlo pegado en la mano mientras caminan por el campus. Es el protagonista de la pregunta más repetida del día:
"¿Lleváis el DNI?"
En la escalinata de la Facultad de Ciencias de la Información se agolpan alumnos y profesores dando los últimos consejos antes del primer examen, de Lengua y Literatura. Les ha caído un artículo de Manuel Vicent en EL PAÍS.
– "Imaginad que es otro simulacro y ya está", recomienda una profesora.
– "Leed bien las instrucciones del examen y tomáoslo con calma", dice otra. "Recordad que si lleváis un folio escrito y véis que os habéis habéis equivocado, podéis pedir un cuadernillo nuevo".
– "Si llevamos un folio y nos hemos equivocado, lo que queremos pedir es nuestra muerte", le replica una alumna. Los demás del corrillo le ríen la gracia.
No es para morirse, pero los nervios se notan. Un chico juega a predecir el resultado de su selectividad jugando al bottle flip challenge. "Si me sale, apruebo", dice. Tira la botella y cae de pie. "¡SÍIII!", celebra. Otros agitan las manos para sacudirse la tensión, pasan folios a toda velocidad, hacen puñetas, dan saltos... Y dicen cosas como estas:
– "¡VIVA LA PRESIÓN!".
– "Cómo me agobia la multitud".
- "Lo que le faltaba a mis nervios", dice uno mientras intenta escaquearse cuando llega una cámara de televisión.
– "No sé si tengo más nervios u ojeras".
– "Estoy como un flan".
– "¿De verdad tengo que sufrir tanto para dedicarme a salvar perritos?", se queja una estudiante que pelea por entrar en Veterinaria.
Estadística y farmacología
Muchos alumnos juegan a ser estadistas y explican su selección de temas a los compañeros.
– "Me he dejado el teatro del XX, es muy largo para lo poco que sale".
– "Apretad con Vanguardias y Novecentismo, con eso te aseguras un 25% del examen por lo menos".
Otros, más que de Lengua y literatura, parece que tienen un examen de Farmacología:
– "Me voy a tomar esto que me ha dado mi madre", dice una chica mientras saca un frasco de un relajante de herbolario. "¡Muy mal! Eso te duerme. ¡Hay que tomar estimulantes! Yo llevo ya dos cafés", le aconseja un compañero. "Pues yo me he tomado uno y estoy a punto de vomitar el corazón", responde la chica. Después, deja caer unas gotas del frasco en su boca.
– "¿Creéis que hay gente que hace el examen fumado?", comenta un joven en las escaleras frente a la facultad. "Pues seguro. Por cómo huele, seguro", le responden.
– "¿Queréis valeriana?".
Pasadas las 9:30, los responsables de aula, encargados de dirigir el examen, empiezan a pasar lista. Mientras cantan nombres intentando hacerse oír sobre el griterío de los chavales, algunos estudiantes chistan a sus compañeros para que se callen. Otros hacen de altavoz de los responsables para que los más alejados puedan escuchar sus nombres.
Cuando quedan cinco minutos para las 10:00, los responsables llaman a una "Villanueva", última alumna. "¿Puedo utilizar tapones para los oídos?", pregunta. "No, guárdalos en la mochila, por favor", le responden. Tras ella se cierra la puerta y el griterío se convierte en hora y media de silencio.
"Dime que era argumentativo"
Cuando quedan escasos minutos para las 11:30 de la mañana, un goteo de alumnos comienza a salir de las aulas. Han caído novecentismo y poesía a partir de 1939. Lo más comentado son los análisis de texto. Manuel Vincent los trae de cabeza:
– "Me he cagado de miedo, el análisis del texto me ha llevado más de una hora. Luego he tenido que rellenar lo demás malamente, a tres frases por pregunta".
– "La opción A [del comentario de texto] era argumentativo, la B descriptiva. Me lo acaba de decir mi profesora", comenta un alumno a un compañero. "¡Cada uno dice una cosa! Yo creo que era justo al revés", se queja otro.
– "Yo ni lo he intentado".
– "Por favor, dime que la opción A era un texto argumentativo".
Tampoco comentan demasiado. Tienen una hora antes del examen de Historia, así que unos aprovechan para desplegar el papel de aluminio del almuerzo y otros los apuntes.
– "¡Mirad mi línea de tiempo!", dice orgullosa una adolescente mientras despliega un cronograma de tres folios dinA3 pegados. "Dios, ¿qué es eso?", le pregunta un compañero.
"¡El siglo XIX. Entero!", responde.
– "Antes de entrar a Lengua me he quedado bloqueada mirando las vanguardias. Imagina ahora para repasar Historia..."
Una profesora se acerca a esta alumna y a sus compañeros con una bolsa de caramelos. Los reparte e intenta animarlos. "Venga chicas, uno menos", comenta. "Bajad a la cafetería a despejaros un poco y almorzar". Allí solo hay un par de mesas ocupadas por adolescentes. Desde la barra, un estudiante de la Facultad, mayor que ellos, los mira.
– "Jesús, ¿vendéis cerveza aunque esté esto lleno de críos?", pregunta al camarero.
– "Hoy y mañana sí, pasado mañana no", responde. "Hoy están estudiando y no piden cerveza, pero el jueves... Ya verás el botellón que lían en cuanto terminen".
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!