No estás loco, este cuadro se mueve

Los creadores de 'Loving Vincent' crean movimiento cinematográfico a partir de los óleos de Van Gogh

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[Este artículo pertenece a La Carta de Verne, nuestra newsletter que llega todos los domingos. Si quieres empezar a recibirla, apúntate aquí]. En el cine, las biografías no pasan de moda. Ahorran un montón de neuronas a los guionistas, que no tienen que inventarse una historia desde cero, y también al espectador, que se entera de qué va todo sin hacer mucho esfuerzo.

Loving Vincent, que recrea la vida de Van Gogh, es el colmo de la tacañería imaginativa. Sus directores (la animadora Dorotha Kobiela y el productor Hugh Welchman) se han apropiado del lenguaje expresivo del pintor, creando movimiento cinematográfico a partir de sus célebres y cotizados óleos. Eso sí, la técnica es de lo más original. Tanto que es la primera película de animación que se rueda así. La verdad es que el resultado es muy bonito.

Han sido más de 65.000 fotogramas pintados a mano, que recrean cientos de cuadros de Van Gogh, los que han necesitado los directores de la película. Así han construido un relato de 80 minutos para el que han invertido siete años de sus vidas. Después de años esperando (es probable que lo hayas visto alguno de los tráilers en internet), por fin comienza a proyectarse en varios festivales de cine. Llegará a las salas de cine europeas en otoño.

Van Gogh fue prolífico en autorretratos y en inmortalizar su microcosmos (su habitación, su bar favorito, sus familiares y amigos...).  A menudo, posaba para él uno de los hijos de su cartero, llamado Armand Roulin, que sirve de hilo conductor para la historia.

Con el trazo curvilíneo de cuadros como La noche estrellada, Van Gogh consigue engañar a nuestros ojos. Parece querer adentrarnos un poco en su desvarío, en ese mundo de percepciones poco fiables en el que vivía el hombre al que Vicente Minnelli llamaba el loco del pelo rojo en otro conocido biopic sobre su vida.

En realidad, Loving Vincent habla más de la misteriosa muerte del holandés. Solo recrea sus dos últimas semanas de vida, a partir de una selección de cartas personales que escribió el artista. Varios avances de la película llevan años circulando por redes. Normal que hayan logrando millones de visitas en plataformas como YouTube. Enamorar al público antes de tiempo formaba parte de su estrategia de financiación, basada en parte en el crowdfunding a través de internet.

En estos días de junio se ha proyectado en festivales de cine como Annecy, que es el Cannes del género de animación. El premio del público fue a parar a sus manos. Tampoco nos resulta una sorpresa.

Aunque Kobiela y Welchman son los primeros en crear una película de animación usando esta técnica, no son los únicos en inyectar vida a los cuadros de un pintor famoso. Shirley: Visiones de la realidad recreaba en 2013 las reconocibles obras de Edward Hopper.

El proceso era el contrario, porque se reconstruían los cuadros con decorados reales. Actores de carne y hueso apenas se mueven durante hora y media, para mantener la esencia estática propia de un lienzo. Como película, mantiene un ritmo narrativo casi asesino, pero el resultado estético es igual de impresionante.

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