Maestros del Naming, las empresas que se atreven con un chiste en su nombre

Esta cuenta de Twitter recopila nombres ingeniosos de empresas. De Bar Lladolid, Dog Limpio, Carlos Duty...

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Las combinaciones de palabras con ingenio son relativamente habituales en el naming, el arte de poner nombre a empresas o marcas. A Miquel Caimary, un diseñador gráfico de 34 años afincado en Viladecans (Barcelona), le encantan. Es la persona detrás de la cuenta de Twitter Masters of Naming (Maestros del Naming), que desde agosto de 2017 ha compartido más de 500 ejemplos de empresas con nombres divertidos. Esta es una de sus perlas:

"Me fijo en los carteles por la calle por deformación profesional. Además, en mi ciudad todo se llama Vila - lo que sea. Me parece aburridísimo. Ahí empezó mi fijación por los nombres de tiendas y negocios divertidos", indica a Verne por teléfono Caimary. Empezó a recopilarlos en 2013 y desde agosto los comparte en Twitter.

Sus tuits no tienen mucha difusión, pero tiene una comunidad de seguidores estable que le manda carteles de sus ciudades: "Yo los sigo buscando, pero la gente me ayuda muchísimo. La cuenta sigue día a día porque me envían nombres buenísimos. Creo que está muy bien para echarse unas risas". El perfil de Twitter ha derivado en una página web en la que invita a los usuarios a inventar nombres por el estilo.

"Me llegan ejemplos de España y de toda Latinoamérica. La verdad es que tenemos mucha gracia", añade Caimary. Masters of Naming comparte nombres de empresas y, además, retuitea a usuarios que encuentran títulos divertidos. En algunos casos, no parece ni una elección ingeniosa. Más bien, una casualidad.

¿Es buena idea poner un nombre así a tu empresa?

"A ver, es un dilema. Hay una línea muy fina entre un naming brillante y un absoluto desastre. Está claro que estos nombres buscan llamar la atención. Es esa máxima de las relaciones públicas: que se hable de mí aunque sea mal. Muchos de los nombres que recopilamos en Masters of Naming son demasiado arriesgados", considera Caimary.

Los expertos en naming consultados por Verne creen que este tipo de nombres no suelen ser una buena elección a largo plazo. "Creo que pueden valer para proyectos muy pequeñitos, quizá para un bar que quiera ser divertido. Sin embargo, no suele ser una buena idea ni en esos casos. Quita prestigio", considera el fundador de la agencia especializada en branding La Cía, Pepe Torquemada.

"Este tipo de construcciones se utilizaron mucho hace años, sobre todo para eslóganes, pero no tienen mucho recorrido. Se consideran desposicionados, de otra época... No aportan nada signficativo", añadeTorquemada. Conrad Llorens, presidente de la Asociación Española de Empresas de Branding, cree que "el humor puede ayudar a establecer complicidad, pero el naming no es una broma". "Si se toma la decisión de hacer un nombre simpático o chistoso (que no es lo mismo) debe estar estratégicamente justificado, no se trata de hacerse el gracioso gratuitamente", añade.

"Si tras un razonamiento estratégico riguroso se llega a la conclusión de que el humor, el guiño o incluso la broma pueden ser los registros adecuados para la marca, pues adelante, pero conociendo los riesgos. Probablemente restringes tu público", considera Llorens.

Los dos expertos coinciden en que estas fórmulas pueden ser válidas para pequeños establecimientos, pero nunca para marcas con intención de crecer. "Estos nombres no suelen nacer de un estudio estratégico, sino alrededor de unas cervezas. Hay que tener en cuenta que cuanto más largo sea el nombre, más difícil es recordarlo. Así, los juegos de palabras no parecen una buena idea", dice Torquemada.

En muchos tuits se explica que algunos negocios ya han cerrado. Sus nombres quedan para el recuerdo. No sabemos qué es de ellos, pero al menos nos hemos echado unas risas.

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