¿Cobrar por hacer el trol? Cuando la realidad superó al cómic satírico

“Granjas de trolls, 'fake news', la posverdad… Sinceramente, alcanzado cierto nivel del esperpento es difícil parodiaros”

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Fragmento de la portada de 'Troll Corporation'
Fragmento de la portada de 'Troll Corporation'

Troll Corporation era una empresa que se dedicaba a publicar tuits y comentarios ofensivos e insultantes. No por fastidiar, sino por dinero: trabajaba para fabricantes de antidepresivos, compañías de productos de dieta e incluso para productoras de películas, entre otros clientes.

La compañía desarrolló su actividad entre 2015 y 2017 en las páginas de la publicación mensual satírica Orgullo y satisfacción. Era una serie de historietas de las hermanas Carmen y Laura Pacheco que la editorial ¡Caramba! acaba de recoger en un libro.

Cuando comenzaron con el cómic hace tres años, a sus compañeros y amigos les hacía mucha gracia la idea por lo exagerado. Ya había empresas que se dedicaban al negocio de manipular la opinión, "pero no era algo tan evidente ni se hablara de ello como de algo normal”, explica Carmen, autora de los guiones. Sin embargo, en los últimos meses de la publicación, explican, hubo algún lector que les dijo que parecía un documental.

De hecho, en el epílogo al libro, la jefa (ficticia) de Troll Corporation se detiene en los paralelismos: “Granjas de trolls, fake news, la posverdad… Sinceramente, alcanzado cierto nivel del esperpento es difícil parodiaros”. Como apuntaba Javier Salas en un reportaje publicado en EL PAÍS, hay "ejércitos de formadores de opinión" que a menudo se usan para sembrar dudas y destruir "la posibilidad de usar internet como un espacio democrático".

Y eso que las historias no entran en política, a pesar de la aparición esporádica de Donald Trump, Vladimir Putin y Esperanza Aguirre. El cómic se centra en otro aspecto que a menudo se olvida: las granjas de trols no trabajan por ideales políticos, sino por dinero. “Al final la única ideología es el capitalismo”, apunta Pacheco. Según escribía Marta Peirano en un artículo publicado en El Diario, “el nuevo mercado del marketing digital ha contaminado el debate político, ha intoxicado a los medios y está a punto de romper internet”.

Trabajamos para el mal (y encima pagan poco)

El ritmo de la actualidad y el hecho de que se tratara de una revista mensual llevó a las hermanas Pacheco a centrarse en “temas permanentes. El ciclo de noticias es muy rápido, pero hay temas que llevan cinco años igual”, explica Carmen. Así, en las viñetas se satirizan asuntos como el machismo, el acoso y, también, la explotación empresarial.

Y es que los empleados de la agencia trabajan durante jornadas interminables a cambio de sueldos mínimos, algo que según Laura Pacheco, dibujante, “no parece que vaya a caducar”. Esto les ha permitido crear a unos personajes con los que es posible empatizar, a pesar de que están haciendo cosas que no son del todo éticas.

Esto podría ocurrirle a cualquiera. O casi: “Todo el mundo se limita a hacer su trabajo y nadie se siente culpable. Hay una difusión de la responsabilidad -apunta Carmen Pacheco-. A menudo le echamos la culpa a las empresas, pero resulta difícil saber a quién nos referimos exactamente, ya que no hay un consejo de personas malvadas detrás”. Pero, claro, "¿hasta qué punto puedes exigir responsabilidad a gente cuya alternativa es trabajar ahí o estar en la calle?".

De hecho, las Pacheco también alertan contra el activismo de salón, como en la historieta dedicada a la inspectora de superioridad moral, que examina la coherencia de un tuitero y acaba restándole puntos por monárquico, cuñado y mansplainer. “Tendré que revisarme”, admite.

¿¡Que has querido decir con “buenos días”!?

El objetivo de los trols clásicos era reírse de cómo nos enfadábamos por algo que para ellos no tenía ninguna importancia. El clima de crispación actual ha cambiado esto: “Ahora la gente que te hace enfadar ya está enfadada”, explica Carmen Pacheco. También ocurre, claro, que “llamamos trol a cualquier persona que nos lleve la contraria”, ya que a menudo estamos a la defensiva o preparados para entrar al trapo.

Este clima de ira casi constante no está presente solo en redes sociales: también en los comentarios de la prensa, que son parte de las responsabilidades de los empleados de Troll Corporation. Laura Pacheco apunta que “se puede saber qué comentarios te vas a encontrar en cada artículo”, según el tema y el medio. “Muchos tienden a repetir lo que ya han leído en otras partes”. Eso incluye términos de los que también se habla en las historietas, como el igualismo (“ni machismo ni feminismo”) y el buenismo (“¿llamar a una ambulancia? ¿Con lo caro que está el roaming? ¡Déjate de buenismos!”).

El arma del humor

En Twitter no puedes decir que un monólogo te ha parecido normal, tiene que ser o el mejor que has visto en tu vida o la peor actuación de la historia, explica Carmen: “Hay tanto ruido que para que te escuchen tienes que enfatizar mucho”.

Pero eso no quiere decir que ya no haya futuro para la conversación. “Todavía hay cosas muy positivas”, opina. Incluso en Twitter, “que pone a interlocutores muy diferentes al mismo nivel”. Incluso la gente que se ofende “a lo mejor reflexiona y cambia de opinión. Yo he aprendido mucho leyendo a otras personas en Twitter”.

Carmen Pacheco cree que el humor puede ser una herramienta más útil que las discusiones con mayúsculas muy grandes. No solo para difundir ideas, sino también para “hacer autocrítica. Desde el humor es más fácil reconocerte en algunas de estas cosas”. Al fin y al cabo, todos podemos ser un poco trols de vez en cuando.

Esperanza Aguirre, un personaje casi de ficción

“Tenía claro que tenía que aparecer”, dice Carmen Pacheco sobre Esperanza Aguirre, protagonista de una de las historietas. “Igual que Trump, su faceta pública tiene un pie en la ficción. Parece más un personaje de ficción que una persona real”.

Lo que ni ella ni su hermana Laura tenían claro era el papel de la política en Troll Corporation. ¿Iría a la empresa a dar charlas inspiradoras? ¿Era otra empleada más? ¿Una jefa? Al final optaron por hacerla protagonista de un musical para los empleados. En el espectáculo canta algunas de sus frases más míticas, como “yo destapé la Gürtel” y “no llego a fin de mes”. Las autoras no tienen miedo de que la historia pueda envejecer: “Esperanza Aguirre es historia de España”.

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