El pasado 14 de junio, Taylor Swift lanzó una nueva canción con videoclip, You Need To Calm Down. El vídeo, en consonancia con el mensaje antihaters y proLGBTI+ de la canción, estaba lleno de cameos de celebrities de la comunidad y fue muy comentado y analizado, pero uno de los detalles que más titulares llenó no tenía nada que ver con el tema. En la escena final, una Taylor Swift disfrazada de patatas fritas se encuentra con una Katy Perry disfrazada de hamburguesa. Se reconocen entre la multitud, se acercan la una a la otra, y se abrazan. Internet estalló en júbilo.
El vídeo se leyó como el entierro final del hacha de guerra entre ambas cantantes que, tras ser muy amigas, mantuvieron una enemistad muy pública a partir de 2014. Quizá, si hubieran ido a terapia, habría resuelto sus problemas antes. Pero, si bien la terapia de pareja es algo normal y conocido, ir a terapia con un amigo es una posibilidad que a muy poca gente se le ocurre.
“Los conflictos entre las amistades están mucho más normalizados que los conflictos dentro de una pareja”, explica a Verne por correo electrónico David Blanco Castañeda, de Cenit Psicólogos. Tendemos a idealizar la unión sentimental como “la unión más importante y que hay que cuidar constantemente”, añade, “cuando se ha demostrado que los dos tipos de relación [amistad y pareja] garantizan el bienestar y la estabilidad de las personas”.
La psicóloga y sexóloga Georgina Burgos apunta por teléfono otra razón: “la terapia cuesta dinero”. Por ello, hay que tener una “motivación” fuerte para acudir a ella. En el caso de una pareja puede haber elementos como hijos en común o una hipoteca que hacen que se tomen más medidas para “salvar la relación”.
Y está también la creencia “muy extendida y errónea” de que uno debe resolver sus problemas por sí mismo, indica por correo electrónico Nayara Malnero, psicóloga y sexóloga responsable de Sexperimentando. “Cada vez la terapia de pareja es más frecuente porque estamos descubriendo que no nacemos aprendidos en esto del amor, pero ¿por qué seguimos pensando que en la amistad sí? Seguimos siendo dos personas diferentes con el objetivo de compartir tiempo feliz y que, al ser cada uno diferente, no siempre nos entendemos”, explica.
David Blanco coincide. “Cuando hay un conflicto entre dos amigos, se tiende a pensar que la amistad en sí misma es garantía suficiente de solución del conflicto, y eso no es más que una falacia”.
Los conflictos de la amistad
Perder a un amigo, ya sea por un conflicto o un simple distanciamiento, es doloroso, por lo que no sorprende que los problemas con las amistades sean temas que salen a menudo en las consultas del psicólogo. “Aunque no es el motivo principal para venir a una consulta, a menudo nos encontramos en la práctica que las rupturas entre los amigos dejan la misma huella que una ruptura de pareja”, dice Blanco.
Las razones por las que nos peleamos con nuestros amigos o nos distanciamos de ellos suelen tener que ver con cuestiones “muy propias de las relaciones interpersonales”, explica Burgos. Entre ellas están las “dificultades en la comunicación, expectativas frustradas, formas diferentes de concebir la amistad, tiempo compartido de ocio que a lo mejor satisface a uno pero no al otro…”. En ocasiones, la terapia puede destapar que uno de los amigos tiene problemas relacionales propios, por lo que daría “la oportunidad para una terapia individual”, afirma la psicóloga.
Pero tener un conflicto con un amigo no significa que haya que ir corriendo a buscar un psicólogo. “Lo primero es intentar solucionar los problemas por nosotros mismos y, si el problema se agrava o se enquista, acudir a un profesional”, recomienda el experto de Cenit Psicólogos. “Tener un conflicto no es en sí patológico”, añade.
Por ello, lo primero sería dejar de “marear la perdiz” y dedicar “varias tardes a escucharse”. Y puntualiza que insiste en la idea de varias tardes: “una conversación no es suficiente para solucionar los conflictos, por mucho que las películas y series nos digan lo contrario”.
En Friends, Chandler le robaba la novia a Joey. Pero solucionaban el conflicto en menos que dura un capítulo de 22 minutos, encerrando a Chandler en una caja como muestra de arrepentimiento.
Cómo sería una sesión
Si nada funciona, entonces ya sí sería recomendable ir con nuestro amigo o amiga a un psicólogo para intentar salvar la amistad. Aunque no es algo nada habitual (en un artículo en Mic la autora cuenta que cuando quiso ir a terapia con una amiga les costó mucho encontrar a un profesional dispuesto a ayudarlas), todos los expertos consultados para este artículo dicen que aceptarían.
Nayara Malnero explica que lo enfocaría igual que una terapia de pareja. “El primer día juntos y luego cada semana ver a uno de los dos para ir dándoles herramientas y deberes”. Todo para ir avanzando y llegar a un punto con “otra sesión final conjunta en la que ya no me necesiten”, asegura.
Por su parte, Georgina Burgos recomienda abordar el conflicto a través de una mediación, algo en lo que coincide David Blanco. “Se cerraría una sesión con las dos partes implicadas (pueden ser dos amigos, o un grupo de ellos) y se definiría con ellos los problemas. Se dejaría hablar a cada uno, dejando que expresen su punto de vista particular, la importancia del asunto y los intentos de solución que han hecho hasta el momento”, dice el experto. Después “se establecerían unos objetivos” y se empezaría a trabajar hacia ellos.
¿Podrían volver Katy Perry y Taylor Swift a esa amistad que, al menos de cara al público, tenían en 2008? David Blanco apunta que ese querer volver al principio es un error común y algo imposible. “Han pasado una serie de cosas”, dice, por lo que “se insiste en la importancia de que no podemos volver al pasado”. Lo que sí podemos es “aceptar y entender los cambios en nosotros para seguir evolucionando y seguir manteniéndonos en nuestras vidas”. comenta.
La terapia es una buena idea porque “permite una conversación sosegada, donde se expresa realmente el dolor por lo sucedido y no solo el enfado y la decepción”, continúa el experto. Y ahí, al forzarnos a escuchar, “vemos realmente a nuestro amigo sufriendo, vemos su dolor y lo integramos como nuestro, y ahí es cuando sacamos la bandera blanca y le abrazamos. Así los conflictos comienzan a solucionarse”.
“Cuando una amistad merece la pena, merece la pena luchar por conservarla”, concluye Georgina Burgos. Seguro que Taylor y Katy están de acuerdo.
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