El refrán "el que tiene boca se equivoca" se puede adaptar a la era de los smartphones: "El que tiene pulgares falla a pares". Todos conocemos historias de personas que metieron la pata al enviar un mensaje de WhatsApp, al responder a un story de Instagram o al contestar a un correo electrónico. La posibilidad de borrar mensajes enviados antes de que los lea el receptor en algunas plataformas, como WhatsApp, Instagram o Telegram, ha aliviado este tipo de anécdotas, pero se siguen dando entre los más despistados. Hemos recopilado el testimonio de varias personas que erraron al mandar un mensaje. Estas historias componen el segundo capítulo de Sale mal, una serie de artículos en la que reunimos anécdotas cuyos protagonistas, normalmente, preferirían olvidar. Si alguna vez te has equivocado al pulsar el botón "enviar", cuéntanoslo en los comentarios.
Alejandro, 29 años
Acababa de discutir con mi pareja de entonces, una bronca inmensa por WhatsApp. Poco después llamé a un amigo para desahogarme, contarle lo que había pasado. En vez de darle toda la chapa, le mandé los pantallazos de la conversación con ella. Así podía leer exactamente lo que había pasado y lo comentábamos por teléfono. Pero no le mandé los pantallazos a él. Se los mandé a ella. Inmediatamente me preguntó “¿qué haces?”. No supe qué contestar.
Nerea, 25 años
Tuve una pelea por WhatsApp con mi novia. Le hice un pantallazo y se lo mandé a una amiga para comentarlo, o eso creía. En realidad se lo envié a mi novia. Reaccioné rápido. Le dije: “Por favor, mira este pantallazo y vuelve a leer las burradas que me estás diciendo”.
Cuando te confundes de grupo de whatsapp y lo envias al grupo familiar. pic.twitter.com/l4ZzzikSfF
— Mangel (@mangelrogel) December 28, 2016
Rubén, 24 años
Mi novia estaba de viaje. Empezamos a hablar, la cosa se puso caliente y nos mandamos fotografías subidas de tono. Después de mandar mi foto, escuché un grito de mi madre. "¡¡¡Rubén!!!". Le había mandado mi foto a ella.
Lorena, 25 años
No sé cómo pude hacer esto. Es absurdo, pero no controlo los pulgares. Una amiga habló con mi exnovio por un tema de trabajo, algo muy normal y sin malos rollos. Mi amiga hace un pantallazo a esa conversación y me la manda. Me dice “mira con quién estoy hablando”. Pues no sé cómo, pero entonces voy y le reenvío la conversación a él, a mi exnovio. Un pantallazo de la conversación de trabajo que él estaba manteniendo con mi amiga. Le agradecí que no me contestara, porque el ridículo habría sido peor.
Cristian, 29 años
Llevaba varios días hablando con una chica por WhatsApp. Me gustaba mucho, pero no terminaba de ver claro qué sentía ella por mí. Una noche, después de un rato largo hablando, me pregunta “tú qué quieres conmigo”. En ese mismo instante, justo entonces, WhatsApp se paraliza para guardar la copia de seguridad. Un rato después, cuando terminó, ella me había escrito un “ok”.
A ver, WhatsApp querido, si elimino un mensaje porque me arrepentí o me equivoqué, por qué le tiene que aparecer a la otra persona que lo eliminé???? Eso en mi barrio se llama provocar.
— camila skrasek, (@caamiskrasek) April 22, 2018
Diana, 23 años
Había quedado con varias compañeras de clase para hacer un trabajo de la universidad. Pero no me apetecía nada ir, hacía muy buen tiempo y mis amigas estaban quedando para tomar algo en una terraza justo debajo de mi casa. Escribí en el grupo de WhatsApp de clase para decir que me encontraba mal, que lo sentía pero mejor quedábamos otro día. Luego escribí en el grupo de mis amigas para que me fuesen pidiendo una cerveza. Me equivoqué: lo había escrito en el grupo de mis compañeras de clase.
Roberto, 30 años
Hacía tiempo que tenía entradas para un festival, pero no podía ir, así que intenté revenderlas en Mil Anuncios. Me escribieron cuatro o cinco personas por WhatsApp, pero no nos pusimos de acuerdo en el precio. Al final sí pude ir al festival, así que me vino bien no haberlas vendido. Llegados a este punto hay que decir que aquel móvil estaba roto, se volvía loco y mandaba mensajes sin control. Después de toda la noche, miré el móvil y vi que había enviado una foto a mis contactos recientes, es decir, a esas personas que querían mis entradas y no conocía de nada. Era una foto de un grano feísimo que me había salido y que le había enviado a mi hermana, que es enfermera.
Pedro, 36 años
Cuando llevaba poco tiempo viviendo solo, escribí a mi madre para preguntarle cómo cocinar un filete de salmón. No tiene ningún misterio, pero quería hacerlo bien. Me equivoqué en WhatsApp: busqué “mamá”, pero escribí a otra “mamá” que tenía en la agenda. Era la madre de mi ex, que no me podía ni ver después de que le pusiera los cuernos a su hija. No me contestó.
Guardá este video para cuando alguien se equivoque de grupo de WhatsApp y ponga algo comprometedor pic.twitter.com/ryvHBJbnd7
— Ariel Tiferes (@Gauyo) January 25, 2020
Mariángeles, 25 años
El otro día me mandaron un story de Instagram y, en vez de contestar a la amiga que me lo mandó, escribí a la que había publicado el story. Decía que le quedaba poco para engancharse a las drogas. Borré mis mensajes rápidamente, pero creo que lo leyó y se hizo la loca.
Marta, 27 años
Cuando mantienes una conversación por correo electrónico, puedes leer los mensajes anteriores en la parte inferior de cada correo. Si la conversación es muy larga, se acumulan decenas de mensajes. Una cola de mensajes que da cuenta de toda la conversación.
Bueno, pues una compañera de trabajo me pide un archivo. Recordé que se lo había mandado a otro compañero, con el que intercambio muchos emails. Así que, simplemente, le reenvié a ella el correo que le había mandado a él. Lo que no pensé es en la cola de correos que llevaba ese email, toda la conversación que se podía leer. Y, claro, en esa conversación yo rajaba muchísima de esa compañera. Lo leyó todo y, además, me lo dijo a la cara. No sabía dónde esconderme.
Emilio, 51 años
Tengo un compañero de trabajo que cometió un error enorme mandando un correo electrónico. Nos dedicamos a instalar sistemas de seguridad en edificios. Son contratos de importes muy altos. Pues envió a un cliente un documento que especificaba cuánto nos costaba a nosotros realizar la obra, nuestros costes, en vez de cuánto le costaría a él. El margen de beneficio sufrió un poco.
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