Una ilustración con un edificio de cinco pisos llenos de gente haciendo ejercicios, horneando pan o cosiendo en la privacidad de su hogar. Pero esta privacidad es invadida por el corte transversal que le da el autor del dibujo, el profesor de programación de videojuegos en la Universitat Pompeu Fabra Javi Agenjo (Barcelona, 40 años), para que podamos ver lo que hay dentro de cada una de estas estancias, durante el confinamiento. La ilustración se ha popularizado en Twitter y en cuatro días tenía más de 84.000 me gusta y 27.000 retuits. La inspiración vino de Francisco Ibáñez y su 13, Rue del Percebe.
Agenjo no es ilustrador profesional, pero acude a clases de dibujo y diseña por placer. La idea de la ilustración del edificio surgió de una tarea propuesta por su profesor durante la cuarentena. “Trabajé en ello un mes y medio. Tenía casi todo, solo faltaban dos habitaciones, pero lo dejé a principios de junio porque acababa el confinamiento y pensaba que ya no tenía sentido sacarlo. Pero en agosto decidí terminarlo y sacarlo ya”, explica el autor del dibujo en una vídeollamada con Verne. “Siempre se dice que un dibujo nunca se acaba, se abandona”, remata.
During the lockdown I decided to document all the stages we passed and make a drawing of them. Here is the result. pic.twitter.com/k4vAhwhyGq
— tamat (@tamat) September 20, 2020
Las experiencias dibujadas son las mismas que han vivido el autor, sus amigos y familiares durante los meses del confimaniento. “El que sale dando clases [a sus alumnos de la universidad, frente al ordenador] soy yo. Pasé todo el confinamiento dando clases en línea. Otros, como el que toca la guitarra y la que hace ejercicio, son amigos míos. En el balcón, los que salen aplaudiendo son mis padres. Me gusta representar a personas que conozco porque así me siento más cómodo”, detalla Agenjo.
La ilustración, originalmente hecha en una hoja A3, está llena de detalles que ayudan a contar la historia compartida del confinamiento. Un ejemplo es el jabalí que pasea por la calle en el rincón inferior derecho. El animal está ahí para recordar que se vieron jabalíes por Barcelona durante la cuarentena. También está el repartidor en bicicleta a las puertas del edificio, trabajando durante el aislamiento. Agenjo explica que no lo representó como una denuncia social, sino como una pincelada para que la gente se acuerde de todo lo que pasó: “El rider no representa exclusivamente un rider, sino a toda la gente que tuvo que salir a trabajar durante la pandemia”.
Para llegar a la versión final, las viñetas pasaron por muchos cambios: “Empecé con unas cinco viñetas y dejé varias habitaciones vacías por si me viniera algo mejor. Hubo algunas que borré y dibujé varias veces hasta que encontré un elemento representativo”. Agenjo también pensó en dejar una estancia vacía para representar a los que ya no están, pero decidió que “era muy arriesgado” insertar algo así.
Agenjo le tiene especial cariño a una de las situaciones que ilustró. La última que dibujó y que está en el último piso del edificio. “Representa una familia que lo está pasando muy mal porque son muchos hijos encerrados dentro de casa, porque quizás han perdido el trabajo”, recuerda el creador del dibujo. Cuenta que ha sido una de las viñetas que más llamó la atención de la gente, aunque sea una escena que huye del tono humorístico de la obra.
El autor cree que la ausencia de palabras en el dibujo ha hecho que llegue a personas de muchas partes, incluso de otros países: “Creo que precisamente por eso ha cruzado tantas fronteras, porque supongo que el confinamiento fue muy parecido para todos nosotros seamos de donde seamos”. También reconoce que no esperaba que la publicación fuera tan exitosa en las redes, principalmente por haber salido a la luz después del confinamiento, pero tiene una teoría optimista para ello: “Ahora, tres o cuatro meses, después del confinamiento la gente se acuerda con cierta nostalgia, se acuerda de lo bueno y no de lo malo. Creo que el dibujo ha traído estos recuerdos”.
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