Una de las joyas que se guarda en el Kupferstichkabinett, el Museo de Grabados y Dibujos de Berlín, es una xilografía realizada a finales del siglo XV por alguien que firma como Meister (maestro) Casper. Titulada La señora Venus y su enamorado, la obra permite elucubrar que su creador quizá no pasase por su mejor momento amoroso.
En el centro aparece Venus, la diosa romana del amor; arrodillado a sus pies, su enamorado. Alrededor, numerosos corazones torturados de distintas maneras: atravesados por una espada y una lanza por la propia Venus (maltrata a un corazón con cada mano mientras pisotea otro pobre corazón), cortados por una sierra, a punto de ser aplastados, en una hoguera, rotos o atravesados por una flecha.
Este último símbolo, el del corazón atravesado por una flecha, es el que se sigue utilizando hoy en día para representar el amor romántico. Un poco menos gore que algunos de los otros métodos de tortura detallados por Meister Casper, pero aun así algo sorprendente para hablar de algo a priori bonito como es el amor. ¿Cuál es su origen y desde cuándo se usa? (Y, ya puestos, ¿por qué una flecha y no una sierra?).
Antes de pensar en las flechas hay que centrarse únicamente en el corazón y en su representación en el arte. A finales del siglo XV, como se ve en la xilografía, ya aparecían corazones con la forma que aún es popular ahora. "Se suele situar la representación del símbolo del corazón tal y como lo conocemos en la actualidad, y ya como metáfora del mismo, a principios del siglo XIV", explica a Verne por correo electrónico la doctora en Historia del Arte y profesora titular de ese departamento en la Universidad Complutense de Madrid Laura Fernández.
La experta señala que "en el Códice Rico de las Cantigas de Santa María de Alfonso X, realizado hacia 1280-1284 en Sevilla, ya encontramos la representación de un corazón en su formato tradicional para representar el corazón de una joven que profesaba su amor a la Virgen". Otro ejemplo muy citado y algo posterior (entre 1305 y 1309) es "un manuscrito de la obra enciclopédica de contenido moral y alegórico Documenti d'amore de Francesco Barberino".
La miniatura de este último manuscrito en la que aparecen los corazones ya se refiere al amor romántico y, además, las flechas tienen mucho protagonismo. En la parte alta de la imagen, Cupido vuela en un caballo que lleva un collar de corazones. El dios del amor lanza sus clásicas flechas hacia los mortales que están en la base de la imagen. La mayoría aparecen ya con una flecha clavada en el pecho. Es decir, hay corazones atravesados por flechas, aunque no se vean.
La forma más reconocible de representar el corazón empieza a aparecer un siglo más tarde. Acá vemos a Cupido arrojando flechas sobre un corcel que tiene una guirnalda de corazones. La miniatura es de los Documenti d'amore (c. 1320) de Francesco Barberino. pic.twitter.com/dLbm0yRNyb
— Melimelum 💚 (@_Melimelum_) December 16, 2019
Amor pagano, amor divino
Más allá de esas primeras representaciones del siglo XIII, lo que muestran tanto la miniatura de Francesco Barberino como la xilografía de los corazones torturados es que el símbolo fue poco a poco extendiéndose y cobrando popularidad. Según apunta Laura Fernández, la representación del corazón se estandariza en el siglo XIV y se populariza en el XV, "tal y como muestran numerosos objetos e imágenes vinculadas tanto al amor pagano como al amor sagrado representado en el amor a Cristo".
Es esta segunda vertiente, la religiosa, la que ayudó también a que los corazones atravesados por flechas llegaran al imaginario de mucha más gente. El corazón protagonista es el de Jesús; la flecha es en realidad una lanza que, según el Nuevo Testamento, un soldado romano le clavó para comprobar que estaba muerto.
En su libro El corazón: historia, simbolismo, iconografía y enfermedades, el cardiólogo y coleccionista de arte Noubar Boyadjian indica que antes del siglo XIII apenas existía el culto al Sagrado Corazón. Sin embargo, a partir de entonces, el corazón de Jesús empieza a cobrar protagonismo en algunas zonas de Alemania y a protagonizar algunas visiones místicas.
El culto fue creciendo y, con él, la aparición del corazón en manifestaciones artísticas. El Sagrado Corazón no siempre aparecía atravesado por una o varias flechas. Lo habitual, de hecho, según recoge Boyadjian, era el corazón con una corona de espino y en llamas. Más tarde, en el siglo XVII, la monja francesa Margarita María de Alacoque tuvo una visión en la que Jesús le pedía que celebrase su corazón. La religiosa, señala Boyadjan, creó no solo la festividad del Sagrado Corazón, sino también su representación gráfica: ella y sus seguidores lo llenaron todo de imágenes de corazones (impresos, tallados, bordados, para usar como colgantes...). El sagrado corazón tenía ya su merchandising. Y, en este caso, venía con flechas.
El corazón y San Valentín
El símbolo del corazón es omnipresente gracias a ese desarrollo en paralelo en el mundo cortesano y en el religioso. En ambas vertientes, siempre se relacionaba con algún tipo de amor. Así, mientras el mundo religioso iniciaba el culto al sagrado corazón, en el mundo pagano ya empezaban a celebrar San Valentín como día del amor romántico.
La historiadora británica Anna Maria Barry explica en un artículo en HistoryExtra que las primeras tarjetas de San Valentín, hechas a mano, datan del siglo XVIII, aunque existen también felicitaciones documentadas (en este caso, cartas) en el siglo XV. Es en el siglo XIX cuando empieza a ser posible comprarlas ya impresas. Los símbolos que las decoran son flores, Cupidos y, por supuesto, corazones, atravesados o no por flechas.
A España la celebración de San Valentín llegó a mediados del siglo XX de la mano de Galerías Preciados. Pero los corazones ya estaban antes. En el siglo XVII o XVIII, al menos, ya había parejas que dibujaban su amor en piedra con corazones atravesados por una flecha, como muestran unos sillares en el convento de la Anunciación en Salamanca. Su aparición en un edificio religioso nos puede llevar a pensar en que lo representado es amor divino. Pero el hecho de que los corazones sean dos nos hace pensar en el amor terrenal, como indica José Miguel Lorenzo Arribas en Rinconete, el blog del Centro Virtual Cervantes. Faltan solo las iniciales de los amantes, asegura el autor, que apunta a que quizá esas iniciales estuvieron y fueron borradas cuando la pareja acabó. Vuelta a los corazones torturados de Meister Casper.
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