Un libro prohibido es una ocurrencia marginal en Occidente y en la actualidad. De hecho, todo escritor de ficción sensato ha fantaseado alguna vez con protagonizar un intento de silenciamiento. No hay mejor promoción.
Los papeles se han invertido. Si históricamente la prohibición ha sido una herramienta de la ignorancia, hoy la ignorancia se ceba con la prohibición: ni siquiera el Ministerio de Asuntos Exteriores, que promueve la campaña "Viaja seguro, viaja informado", sabe qué libros están prohibidos en los diferentes países del mundo ni las consecuencias de viajar con ellos.
Tampoco las editoriales españolas conocen las consecuencias que conlleva transportar algunos de los títulos de su propio catálogo. El gigante Penguin Random House, que publica Los versos satánicos de Salman Rushdie en España, desconoce qué implica llegar con un ejemplar del libro a la India, donde está prohibido. La independiente Norma Editorial ignora qué le puede pasar al viajero que pisa Teherán con Persépolis en la maleta.
Libros que pitan en las aduanas
No existe un índice expurgatorio con los libros prohibidos en el mundo, pero estos son algunos de los más significativos:
– Persépolis, el entrañable cómic autobiográfico de Marjane Satrapi, es un libro prohibido por la legislación iraní. En la Embajada de Irán en Madrid los funcionarios se dividen entre los que no conocen el cómic y los que sí lo conocen y te preguntan con un tono más de compadreo y paternalismo que reproche: "¿Pero por qué te lo tienes que llevar?", pero no te informan de la pena del delito.
Como la embajada española en Teherán no tiene competencia para realizar certificados de legislación iraní ni emitir dictámenes jurídicos, no puede especificar la pena que se le impone al que viaje con el libro. Se limita a pedirte que cumplas la legislación local –¿pero cuál es?– y a recordarte qué puede y qué no puede hacer un consulado por ti.
– La novela de Salman Rushdie Los versos satánicos está prohibida en al menos 11 países (Pakistán, Arabia Saudí, Egipto, Somalia, Sudán, Bangladesh, Malasia, Qatar, Indonesia, Sudáfrica y la India). La India lo prohibió antes de que se publicara. Lo prohibió incluso antes de que el ayatolá Jomeini lanzara el día de los enamorados de 1989 la fatwa que condenó a Rushdie a muerte por blasfemar contra el Islam. El escritor angloindio comentó con un ácido humor negro que el decreto de Jomeini le parecía una forma radical de hacer crítica literaria, pero tuvo que borrarse del mapa y empezar a vivir escoltado. En la India está prohibida la importación del libro –esto afecta a Penguin– y nadie lo edita en el país, pero en teoría el viajero puede llevar el libro en la maleta.
– El código Da Vinci, de Dan Brown, está prohibido en el Líbano. Aunque la prohibición de la novela de misterio se debe más a motivos religiosos que de crítica literaria, desde la embajada del Líbano en Madrid no ofrecen información al respecto.
– Harry Potter está prohibido en las escuelas de Arabia Saudí. Es también el libro más perseguido en EE.UU. en lo que va de siglo XXI. En Estados Unidos no hay libros prohibidos, digamos que los censores son los padres. "Las asociaciones de padres presionan para prohibir títulos que consideran ofensivos en colegios y bibliotecas. También puede ser un clérigo local que se sienta ofendido", explica Barbara Jones, directora de la Oficina por la Libertad Intelectual en la American Library Association de Chicago. Entre 2000 y 2009 conocieron más de 5.000 solicitudes de prohibiciones en todo el país.
A Harry Potter le consideran violento, antifamiliar y una apología del ocultismo-satanismo. Uno de los clásicos más atacados en las bibliotecas americanas es Matar a un ruiseñor, quizá la novela más inteligente contra la injusticia racial de la literatura moderna estadounidense. "Es frecuente por la palabra 'nigger' (negrata). Muchos padres afroamericanos no quieren que sus hijos lean sobre aquella época horrible. Otros se sienten incómodos a la hora de abordar temas racistas que aún se dan en el país. Lo encuentro fascinante, porque en el libro la palabra 'n' [sic] es utilizada por diferentes protagonistas de forma diferente ", cuenta Jones.
– Se dice que Rebelión en la granja, de George Orwell, está prohibido en Cuba por su crítica de los sistemas totalitarios. En realidad, lo que hace el Estado –quien puede hacerlo– es no publicarlo ni venderlo. Salvo que llegues con ese propósito, no te lo prohibirán en la aduana.
Guillermo Cabrera Infante fue considerado oficialmente un autor maldito y Reinaldo Arenas, "un peligro social". Ambos desaparecieron en algún momento de las librerías cubanas. Luego, como venganza, ambos prohibieron la publicación de sus obras en la isla mientras durara el castrismo. Para rizar el rizo de la censura, algo así como la censura de sus deseos, el Estado publica ahora algunos de sus cuentos en antologías cubanas. El escritor Orlando Luis Pardo Lazo subraya el ejemplo de La isla fabulante, publicado por La Jiribilla en el 50 aniversario de la Revolución cubana.
– En China, uno puede entrar con la Biblia. Con una, pero si viaja con cinco, 10 o un número indeterminado, pero alto, se las confiscarán en la aduana. En China las prohibiciones son habituales y solo se ven superadas por la piratería, una práctica cotidiana. Un título problemático e interesante es Elegías del 4 de junio, del premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, editado por Kailas, un poemario consagrado a las protestas del 4 de junio de 1989 en la Plaza de Tiananmen. El autor está en la cárcel y el libro, prohibido.
– La publicación de Mein Kampf, el panfleto de Hitler, ha estado prohibida en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahora se podía encontrar en librerías de viejo, donde su venta estaba permitida, y sobre todo en internet. En el mundo hay versiones hasta en hebreo. El próximo mes de diciembre expiran los derechos de su titular, el Estado de Baviera, que intentó borrar su presencia del planeta. Para enero de 2016 se espera una versión crítica comentada.
– A diferencia de sus colegas de regímenes absolutistas, totalitarios o integristas, en Corea del Norte los censores trabajan poco. Esto es pura especulación, pero en un país tan opaco que hasta Madona es una extraña, seguramente no lean mucho y tengan un acceso muy restringido a lecturas que para sus vecinos resultan accesibles. Es inútil ofrecer un elenco de libros prohibidos. Por hacer un poco de contrapropaganda, merece la pena la lectura de Evasión del Campo 14, de Blaine Harden, también en Kailas. Un libro traducido a 28 idiomas sobre Shin Dong-hyuk, nacido en un campo de concentración norcoreano y única persona que ha logrado escaparse de él.
– El abogado de los prisioneros de Guantánamo enumeró en The Guardian la lista de libros que le prohibieron llevar a sus clientes. Entre ellos, Crimen y castigo de Dostoyevsky y Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn.
Algunos casos hilarantes de censura en la historia (o de reírse por no llorar)
– El burocratizado aparato de censura zarista permitió la entrada de El Capital de Karl Marx en Rusia con un punto de desdén: ¿quién se va a leer semejante mamotreto?
– En la Unión Soviética que siguió al zarismo, ya con un sistema de censura que se declaraba marxista, trabajaba un ejército de setenta mil censores. Sólo ellos, porque los prohibieron, leyeron Lo que el viento se llevó, Doctor Zhivago, Rebelión en la granja, 1984 (se puede catalogar a Orwell como un bestseller entre censores) y toda la obra de Kafka, entre otros libros y autores.
– Kafka también estuvo prohibido en casa. Cuando la dictadura estalinista tomó el relevo de los nazis en 1948 en Checoslovaquia, se prohibieron las novelas de suspense, amor, aventuras y toda obra que recreara una engañosa vía de escape, aunque sea kafkiana. En la puerta de la biblioteca municipal de Praga se leía: "Lectores: Seguro que aceptan el hecho de que no prestamos ya baratijas (chabacanerías, obras de suspense, novelas de aventuras). No las pidan ni pregunten por ellas".
– Durante la dictadura argentina, en abril de 1976, los militares quemaron en la ciudad de Córdoba El Principito de Antoine Saint-Exupéry porque lo consideraban enemigo del alma argentina.
– También en 1976 los jemeres rojos colocaron en la entrada de la Biblioteca Nacional de Camboya una divisa sin alma: "No hay libros. El Gobierno del Pueblo ha triunfado".
– La Biblia en español estuvo prohibida entre los siglos XVI y XIX en España (qué es eso de que el pueblo llano interprete por si mismo la Sagrada Escritura, sin la mediación del clero, y además en su lengua –gritaban los obispos en el Concilio de Trento–). Pero lo que probablemente hace único a nuestro país es que cuenta con un Premio Nobel de Literatura que trabajó como censor: Camilo José Cela.
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