Muchos no sabemos usar la palabra bizarro. Bueno, yo ahora sí. Pero hablo en primera persona porque hace poco metí la pata en un artículo: escribí ‘bizarro’ como sinónimo de raro, sórdido, que es su significado en inglés y en francés. El diccionario panhispánico de dudas afirma que este uso es un “calco semántico censurable”, una expresión que hace que me sienta terriblemente avergonzado por mi error. No se puede ir por la vida haciendo cosas censurables. Además, mi equivocación fue corregida por una comentarista a la que solo le faltó arrojarme un cenicero a la cabeza (y con razón, tampoco lo voy a negar).
En español y según la RAE, bizarro tiene dos acepciones:
1. Valiente (esforzado).
2. Generoso, lucido, espléndido.
La palabra procede del italiano bizzarro, que significa iracundo, y tal y como recogía El País este miércoles, es el segundo término más buscado en la edición online del diccionario de la RAE: 277.566 búsquedas en un año. Por cierto, la palabra más buscada era 'cultura', al tratarse de un término complejo que se usa en contextos muy diferentes, y la tercera era 'haber', porque a ver cómo se escribe (perdón).
No quiero que suene a excusa, pero es un error habitual. Lo podemos comprobar si buscamos ‘bizarro’ en Twitter: solo se utiliza de forma correcta en frases que corrigen su mal uso. Y ya lo siento, pero si usamos 'bizarro' únicamente para decir "bizarro significa raro y no valiente", no hay más remedio que admitir que la batalla está perdida.
Es decir, es posible que la RAE acabe admitiendo una tercera acepción de bizarro y aceptando que también significa raro porque, al fin y al cabo, así es como la mayoría lo usa. Vaya, que es muy bizarro (jeje) que la RAE no haya transigido aún.
Es cierto que se trata de un error, de un calco censurable, pero la función principal del diccionario es descriptiva, es decir, recoge cómo hablamos. Lo recuerda la propia RAE en su cuenta de Twitter, si bien es cierto que también ha publicado un buen puñado de tuits intentando convencernos de que usemos bien la palabra 'bizarro'.
#RAEconsultas El diccionario no autoriza el uso de las palabras, sino que lo refleja.
— RAE (@RAEinforma) octubre 17, 2014
@achirinos06 #RAEconsultas «Bizarro» usado con el sentido de 'raro o extravagante' es un calco del francés o del inglés que debe evitarse.
— RAE (@RAEinforma) junio 23, 2015
En todo caso, no sería el primer término que importamos, adaptamos o variamos por influencia de otros idiomas. Pensemos en enervar, que significaba "debilitar, quitar las fuerzas" y que se coló en el diccionario con el significado de "poner nervioso", por influencia del francés: "Es un uso asentado en la norma culta y debe considerarse aceptable", dice el Diccionario Panhispánico de Dudas.
Es más, en cierto modo el español es un latín plagado de errores y el diccionario recoge los que han tenido más éxito. Claro que hay riesgos, como escribía Lázaro Carreter: “Si el español, según una definición clásica, es un latín mal hablado, pronto será un inglés chapurreado”.
Mantener el equilibrio es complejo. En 2011, la RAE advertía contra el peligro de modas pasajeras: "¿Y si dentro de dos años ya no 'tuiteamos'?", se preguntaba en Twitter.
Así es. El Diccionario de la RAE recoge el uso real de la lengua, no las modas, que son efímeras ¿Y si en 2 años ya no "tuiteamos"?
— RAE (@RAEinforma) septiembre 18, 2011
'Tuitear' llegó al diccionario TRES años más tarde.
En todo caso, de momento deberíamos usar la palabra 'bizarro' de forma correcta. Aunque solo sea para evitar que alguien nos avergüence en Twitter. Por ese motivo reunimos ejemplos del término bien usado en algunos textos clásicos. Tú no eres mejor que Cervantes.
Primera acepción: valiente
En El remedio en la desdicha, de Lope de Vega. Reproducción digital de una edición de 1620.
En El Rey Don Pedro en Madrid, de Calderón de la Barca. Reproducción de una edición de 1677.
Segunda acepción: generoso, lucido, espléndido
En la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Del Quijote interactivo de la Biblioteca Nacional.
En El criticón, de Baltasar Gracián. Tomo primero de las obras completas, en una edición de 1757 impresa en Barcelona.
En El Buscón, de Francisco de Quevedo. Reproducción digital de la edición de Zaragoza, por Pedro Verges, 1626. Edición facsímil: Madrid, Espasa-Calpe, 1979.
En la Segunda Soledad, de Góngora. Edición de 1659.
En la primera parte del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán. Edición de 1600.
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