Lo primero que piensa una guiri cuando ve el debate: "¿Qué hace ahí un atril vacío?"

Nunca habría un atril vacío en un debate presidencial en Estados Unidos

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Tengo que ser sincera con vosotros: odio la política. Al haber crecido en Nueva York, he visto cómo unas elecciones intensas pueden dividir una ciudad en dos. A lo mejor tiene algo que ver con las promesas vacías que estos señores mayores con pelo gris siempre sueltan en la televisión nacional. A lo mejor tiene algo que ver con la forma en la que las conversaciones políticas convierten una cena en una escena sangrienta de La guerra de los Rose.

De todas formas, cuando supe que El País iba a emitir un debate electoral en streaming me interesé (de verdad). ¿Por qué? Porque quería ver si el “espectáculo” del debate político en España era algo mejor, algo más controlado y algo menos animalístico que el estadounidense.

Así que conecté mi ordenador y esto es lo que aprendí.

DISCLAIMER: ¡Joder, esta gente habla rápido! No esperaba en absoluto el ritmo al que estos tipos debatían. Hice todo lo posible para seguir la conversación, pero llegó un punto en el que mi cerebro empezó a dar vueltas y, lo juro, vi a Piolín revoloteando alrededor de mi cabeza...

Comencemos con las primeras impresiones. Primero, nunca, y quiero decir NUNCA, habría un atril vacío en un debate en directo en Estados Unidos. El debate abrió con: “Mariano Rajoy rechazó la invitación para asistir esta noche”, y se mostró su podio vacío durante el resto del evento. ¿Lo que pensé? “Bueno, ¿¡dónde diablos está Mariano!?”. La atril vacío me impidió olvidar este tema. Tuve que preguntarme a mí misma si era una declaración pública o un atril realmente pesado que nadie podía mover. Hm…

El siguiente “en Estados Unidos NUNCA JAMÁS” fue la imagen de los candidatos. Digámoslo así: si un candidato a la presidencia se presentara en un acto de los medios con una camisa sin corbata, el brazo lleno de pulseras de cuero, una coleta de motero y tejanos, estaría prácticamente abandonando cualquier posibilidad de convertirse en presidente en ese mismo momento. No me malinterpretéis: Pablo iba muy cool. ¿Pero presidencialmente cool? No si estuviera en Estados Unidos. ¿Sin corbata? Sin posibilidades. ¿Lo que pensé? Quizás en Estados Unidos simplemente somos superficiales y tenemos esta “idea” de cuál se supone que es la imagen de un presidente, en lugar de centrarnos en lo que realmente están diciendo. ¿Puede que España haya dado con una perspectiva valiosa?

En cualquier caso, la imagen de Pablo en plan “estoy relajado y me voy a tomar algo después del trabajo” se dirige sin duda a un tipo de seguidor y a una clase social concreta. Del mismo modo que el aspecto formal de traje y corbata de Albert, y el look sin corbata, pero aun así formal, de Pedro. ¿Marketing o estilo propio?

Un patrón significativo que es exactamente igual en Estados Unidos y en España: los candidatos políticos de ambos países hablan mucho, pero no necesariamente hacen lo que dicen. En mi opinión, los debates presidenciales se caracterizan por estar llenos de BS, bullshit, que se podría traducir (suavizándolo) por chorradas. En realidad, un debate político es sobre lo bien que un candidato convence a la audiencia de que va a cambiar el mundo, sin mostrar con pruebas y con un plan detallado cómo lo va a hacer. En Estados Unidos, los políticos tienen un don mágico para contestar a una pregunta política con un montón de nada. Aunque los políticos españoles también son buenos esquivando, me dio la impresión que había algo más que esa nada, casi ideas concretas, incluso.

A medida que el debate progresaba, no pude evitar comparar el papel del moderador. En un debate presidencial americano, el moderador no solo controla el tiempo, sino que también dirige la conversación, controla que los candidatos no se interrumpan y se asegura de que los miembros del público tienen tiempo suficiente para participar. Un poco como el árbitro de un partido de fútbol. El minuto en el que los jugadores se alteran demasiado, entra en acción.

Pero claro, no sería un debate político como corresponde si los candidatos no se gritaran los unos a los otros al menos un poquito, ¿verdad? Dicho esto, el papel del “árbitro” en Estados Unidos es más necesario. En fin, tenemos candidatos como Donald Trump, que cuando se altera le dice a sus contrincantes: “¡Eres fea!”. Sí, eso pasó. Así que hace falta un árbitro. Aun así, me sorprendió lo poco que intervino el moderador para que nadie se interrumpiera o excediera el límite del tiempo. Pero, claro, estamos en España y aquí nadie se atrevería a detener una buena conversación por lo que diga un reloj.

¿En conclusión? Bueno, sigo odiando la política y prefiero ver episodios viejos de Los Simpson antes que un debate político. Los políticos son políticos, con independencia de su país. Siguen gritando, prometiendo la misma BS y convirtiéndose en animales de la jungla en una sala de debate. Aun así, me encanta la idea de un streaming interactivo y creo que es el futuro de la democracia. Me gustaría haber visto más esa parte “interactiva”, ya que se echó en falta algo más de participación por parte del público de Twitter y Facebook. En Estados Unidos, llevamos usando el formato digital desde hace más tiempo y hay mucho énfasis en la ciberaudiencia. Pero se trata del primer debate emitido en streaming y creo que fue muy bien. E incluso aprendí una o dos cosas sobre los partidos políticos en España. Eso sí, solo soy una guiri, ¿qué sé yo? Quiero saber que es lo que VOSOTROS, los españoles, pensáis. ¿Estáis de acuerdo? Dadle clases a una guiri ;)

Casie Tennin es autora del blog A Wandering Casiedilla, en el que cuenta sus aventuras en España. Puedes seguirla en su perfiles de Facebook e Instagram.

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