¿Se puede plagiar un crucigrama? Sí, se puede y, al parecer, se ha hecho. Un grupo de aficionados a los crucigramas, armados con una base de datos y un programa que identifica similitudes, ha denunciado en la web estadounidense FiveThirtyEight un posible plagio en 1.500 de estos pasatiempos.
Se trata de los distribuidos por Universal Uclick (un sindicato que los vende a cientos de publicaciones, incluido USA Today). Un 75% del contenido de estos 1.500 crucigramas recogería pistas, soluciones y temas ya publicados en otros medios, incluyendo más de 60 crucigramas del New York Times, que es el más emblemático de los publicados en Estados Unidos.
El editor acusado de plagio, Timothy Parker, ha asegurado que todo esto es mera coincidencia y que es normal repetir alguna palabra o alguna pista. Este lunes Universal Uclick y USA Today han anunciado que Parker dejará su cargo mientras se investigan las acusaciones, que apuntan a que también volvió a distribuir años después algunos crucigramas creados por él o por alguno de sus colaboradores, pero con otra firma y alguna variación menor.
¿Pero cómo se plagia un crucigrama?
Màrius Serra, autor del libro sobre juegos de palabras Verbalia y de los crucigramas en catalán de La Vanguardia, explica a Verne que la elaboración de un crucigrama tiene dos partes. “La parrilla, que es mera combinatoria y para la que incluso hay ayudas informáticas, y las definiciones. Ahí es donde se nota el estilo propio del crucigramista y donde el plagio es más detectable”.
Los crucigramistas europeos suelen usar juegos de palabras propios, repitiendo a menudo formatos y guiños. Y hay lectores que siguen a los crucigramistas de cada medio porque aprecian el estilo particular de cada uno de ellos.
En el caso de los crucigramas estadounidenses, las definiciones suelen ser menos crípticas: lo que los distingue es que son temáticos. Las respuestas (o al menos las más largas) suelen elaborarse en torno a un único concepto.
FiveThirtyEight pone como ejemplo un crucigrama de 2001 copiado en 2010. Las tres soluciones más largas, que en este caso son varias palabras (como por ejemplo “drive up the wall”), tenían pistas que incluían la palabra “exasperar”. Estas tres soluciones se repetían en las dos parrillas, aunque el resto de soluciones, más cortas, eran diferentes.
A plagiarism scandal is unfolding in the crossword world: https://t.co/ewRtZpKHNf pic.twitter.com/7FnlN2CCh5
— FiveThirtyEight (@FiveThirtyEight) 7 de marzo de 2016
Serra también recuerda que hay una diferencia bastante significativa entre los crucigramas anglosajones y los que se hacen en España y Francia, entre otros países: “La parrilla suele tener los cuadrados negros fijos”. Es decir, el diseño se repite cada día (aunque puede haber variaciones), por lo que resulta menos creíble que no se trate de un plagio y sea todo fruto de una coincidencia casual. En los crucigramas latinos “el dibujo cambia, así que el plagio es más difícil y tiene menos sentido”.
Un caso poco (o nada) habitual
Mambrino, autor de los crucigramas de EL PAÍS se muestra sorprendido cuando le comentamos el asunto y nos cuenta que nunca había oído nada similar. De hecho, nos explica que en alguna ocasión ha registrado un pasatiempo concreto para evitar plagio, pero con fines comerciales y no pensando que alguna otra publicación pudiera copiarle (se trataba una variante de un sudoku elaborado con las letras del nombre de una marca).
Serra solo recuerda un caso: un autor (ya retirado) que se plagió a sí mismo preparando un especial, aunque en la publicación se dieron cuenta a tiempo y los pasatiempos no salieron a la luz.
Y sí, es posible darse cuenta. “El que es aficionado de verdad, hace el crucigrama cada día”, explica Serra. Resolver un crucigrama, recuerda, consiste en trabajar una serie de enigmas, por lo que la relación del lector con este pasatiempo “es intensa”.
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