Desvelamos los mensajes ocultos en las letras de las canciones del verano

Conspiraciones políticas, asesinatos y llamadas de teleoperadores durante la siesta

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'La barbacoa', otro de los grandes éxitos de Georgie Dann
'La barbacoa', otro de los grandes éxitos de Georgie Dann

Como todo el mundo sabe, las canciones del verano se caracterizan por sus versos crípticos, repletos de referencias literarias y filosóficas. Desde que Georgie Dann aludiera a la lucha por los derechos civiles en El africano (mami, qué será lo que quiere el negro), los letristas de estos temas quieren que aprovechemos los meses de vacaciones para que reflexionamos sobre multitud de temas. Tras conceptos como la playa, el sol y el amor, encontramos desde reflexiones gastronómicas a conspiraciones políticas, pasando por la convivencia entre vecinos y las referencias a Lovecraft. Aquí van algunos ejemplos.

El chiringuito, de Georgie Dann (1988)

Las chicas en verano

no guisan ni cocinan.

Se ponen como locas

si prueban mi sardina.

(...)

Está el menú del día,

conejo a la francesa,

pechuga a la española

y almejas a la inglesa.

(...)

Si sube la marea

me va de maravilla.

La gente se amontona

Y yo les doy morcilla.

Examinemos el mensaje que nos quiere transmitir el señor Dann: por un lado, apunta que las chicas no cocinan en verano, en un mensaje que ya en 1988 sonaba un poco, digamos, anticuado. Muy mal, Georgie, muy mal. Con el aire acondicionado, todo el mundo puede cocinar cuando quiera.

El resto de la letra es una glosa a la gastronomía playera, en la que no consigo identificar ningún doble sentido. No veo palabras con las que se quiera aludir a los órganos sexuales de hombres y mujeres, por poner un ejemplo así al azar, sino una inocente enumeración de platos típicos del verano, con la excepción, quizás, de la morcilla, cuya consistencia hace que sea más apetecible llevársela a la boca en invierno, preferiblemente con un buen par de huevos.

Tiburón, de Proyecto Uno (1994)

La miré con ganas con esa carita de fama.

Ella miró (oh, sí). Ella pasó (oh, no).

Ella se volvió con una sonrisa,

tengo que bailar con esa muñequita.

La invité y puso brinca

y enseguida quise jalarla pa la pista.

Y cuando llegué (ay),

llegó el tiburón y con él se me fue.

Se trata de un claro aviso: en según qué costas no es conveniente situar el chiringuito de playa muy cerca del agua. Cada verano, decenas de mujeres que huyen de ligones babosos de discoteca acaban por accidente en las fauces de un escualo.

Por cierto, a pesar de que el grupo se llamaba Proyecto Uno, no hemos oído hablar de ningún Proyecto Dos (o Tres). Para eso, podrían haberse llamado simplemente Proyecto.

María, de Ricky Martin (1995)

Un, dos, tres, un pasito palante María.

Un, dos, tres, un pasito patrás.

Bonita canción sobre lo divertido que es imitar los andares de Chiquito.

Mueve tu cucu, de Missiego (1997)

Mueve tu cucu, mueve tu cucu,

mueve tu cucu, mueve tu cucu.

Dice “cucu” en una canción en la que se mencionan “caderas”, “cinturas” y “meneítos”. “Cucu” es por tanto una solución elegante para no decir “cuerpo”. O quizás “cuello”. No se me ocurren más términos anatómicos que comiencen por “cu”.

Por cierto, Missiego fue uno de los últimos cantantes españoles de una canción del verano que no imitaba el acento latino (recordemos que Enrique Iglesias nació en Madrid y Juan Magán, en Badalona).

Yo quiero bailar, de Sonia y Selena (2001)

Sé que cuando llega el calor

los chicos se enamoran,

es la brisa y el sol.

Acércate, ven,

mi deseo te confesaré.

Yo quiero bailar

toda la noche.

Ya sabéis, chicos: si no queréis enamoraros, poneos a cubierto, que la brisa es traicionera. Así de malvado es Drácula: no le da el sol y, claro, no sabe lo que es el amor verdadero.

Eso sí, después de “mi deseo te confesaré” todos esperábamos que dijera algo más chocante que “bailar toda la noche”, que tampoco es que sea para tanta intriga. A no ser que “bailar” sea una clave y no se refiera a “bailar”, sino a otra cosa. Algo que se hace toda la noche. Dado que se ha de mantener en secreto, imaginamos que son los planes de un golpe de Estado. Esperamos que la Guardia Civil y @policia tomen las medidas oportunas para apresar a estas conspiradoras y que así respondan ante el juez y ante la sociedad española por sus maquinaciones para terminar con la democracia. Por supuesto, también será necesario apresar a todos los que compraron su disco y a los disk-jockeys que pusieron el tema en bares y discotecas, al menos hasta que se determine quién conocía estos planes y quién colaboraba con ellas.

Obsesión, de Aventura (2002)

Ven vive una aventura, hagamos mil locuras

Voy hacerte caricias que no se han inventado.

Su amor duró poco: él le acarició la oreja derecha con el pie izquierdo y ninguno de los dos acabó muy contento con la idea. Además, él se cayó y se rompió el brazo y dos costillas. Conclusión: si no se ha hecho nunca, suele ser por algo.

Mete, mete, de King África (2002)

¡Ay, mete, mete! ¡Ay, saca, saca!

Esa cosita que sube y que baja.

¡Ay, mete, mete! ¡Ay, saca, saca!

Esa cosita que viene y que va.

Esta canción de King África toca un tema no muy habitual en las canciones del verano: las mudanzas. Como se puede apreciar, la constante repetición de los verbos “meter” y “sacar” hace referencia a la multitud de cajas que hay que ir sacando de casa y metiendo en la furgoneta (o al revés), gracias a esa cosita que sube y baja, que es el ascensor. El diminutivo es un ejemplo del elegante uso de la ironía por parte de este cantante vallisoletano de adopción: en una mudanza, el ascensor siempre es demasiado pequeño.

Gasolina, de Daddy Yankee (2004)

A ella le gusta la gasolina (dame más gasolina).

Como le encanta la gasolina (dame más gasolina).

A ella le gusta la gasolina (dame más gasolina).

Como le encanta la gasolina (dame más gasolina).

¿Ella es una moto? Tal vez. Pero probablemente no se trate más que de una metáfora. La gasolina en realidad no es gasolina, sino otra cosa. ¿A qué se puede referir esta gasolina que a ella le encanta hasta el punto de que continuamente pide más y más? Es humana y estamos en verano, así que (sin duda) se trata de helado de chocolate.

Camisa negra, de Juanes (2004)

Lo que ayer me supo a gloria

hoy me sabe a pura

miércoles por la tarde

y tú que no llegas.

Jejeje, parecía que iba a decir mierda, pero luego dice miércoles. Cada vez que escucho la canción, pico. Sigue la escuela de Missiego ("cucu"). Lo que no entiendo es que se llame Juanes. ¿No es solo una persona? Debería ser Juan, ¿no? ¿O acaso devoró a su hermano gemelo cuando aún eran fetos? Esas cosas pasan. Podría ser.

Los micrófonos, de Tata Golosa (2007)

Mi vida

Los micrófonos

Las tetas

Los micrófonos

Los culos

Los micrófonos

Mi mundo

Los micrófonos

Las bombas

Sin micrófonos

Tu noche

Los micrófonos

Chupaíta

Los micrófonos

El sexo

El sexo

El sexo

Es una canción sobre el conflicto entre arte y técnica. Los micrófonos simbolizan toda la infraestructura tecnológica que necesitan los músicos para que sus creaciones lleguen al público. Y el “sexo” no es más que una metáfora: significa que cuando arte (las tetas) y técnica (los culos) se combinan de forma hábil, el resultado es una obra maestra, como lo fue esta canción.

I know you want me, de Pitbull (2009)

I know you want me (want me)

You know I want you (want you).

I know you want me (want me)

You know I want you (want you).

I know you want me (want me)

You know I want you (want you).

I know you want me (want me)

You know I want you (want you).

One, two, three, four,

Uno, dos, tres, cuatro.

Son los ejercicios de las clases de inglés de Pitbull. Eso explica la repetición y el hecho de que algunos términos estén traducidos al español justo después. Por algún motivo que desconozco, su disco se llama Rebelution y no Aprende inglés con Pitbull.

Ai se eu te pego, de Michel Telo (2011)

Nossa, nossa,

assim você me mata.

Ai, se eu te pego,

ai, ai se eu te pego.

Telo dice que “así me matas” y luego añade “ay, si te agarro”. Se trata, evidentemente, de una canción en la que explica cómo un desconocido le ha clavado una puñalada. Mientras agoniza, intenta arrastrarse para capturar a su agresor, emitiendo unas amenazas que resultan difíciles de creer. Al final dice “hein” y se muere sin desvelar el porqué de este crimen. ¿Una riña pasional? ¿Le debía dinero a alguien? ¿Le confundieron con otra persona? ¿O simplemente era porque no dejaba de cantar? Nosotros, desde Verne, apostamos por la última hipótesis.

Tacatá, de Tacabro (2012)

Dale mamasita con tu tacatá.

Dale mamasita tacatá.

Dale mamasita con tu tacatá.

Dale mamasita tacatá.

Dale mamasita con tu tacatá.

Dale mamasita tacatá.

Dale mamasita con tu tacatá.

Dale mamasita tacatá.

Se trata de una ácida crítica a la gente que aprovecha los sábados por la mañana para hacer obras en casa, con el consiguiente perjuicio al descanso de los vecinos.

Bailando, de Enrique Iglesias (2014)

Tu cuerpo y el mío llenando el vacío,

Subiendo y bajando (subiendo y bajando).

(Bailando, bailando, bailando, bailando),

ese fuego por dentro me está enloqueciendo,

me va saturando.

Enrique Iglesias muestra en apenas unos versos cómo funciona una lámpara de lava.

Mal de amores, de Juan Magán (2014)

Te he llamado en ocasiones

y tú nunca has respondido.

Deja a un lado el mal de amores,

no es pa tanto lo que pido,

No hace falta que me escuches,

solo que estés a mi lado.

Si no estás conmigo ahora

es por errores del pasado.

Juan Magán narra en esta canción su experiencia como teleoperador de una compañía de telefonía móvil. Su trabajo consistía en llamar a antiguos clientes para recuperarlos a pesar de esos “errores del pasado”. Más adelante añade: “Te ruego, te pido perdón, no soy tan malo como tú piensas”. Proponemos esta estrofa para redondear el mensaje:

Te devolveremos esos 17 euros

que te cobramos de más en febrero

y además (y ademáaaaas)

te regalamos el iPhone nuevo.

Duele el corazón, de Enrique Iglesias (2016)

Con él te duele el corazón

y conmigo te duelen los pies.

Ella tiene un novio con quien come demasiadas grasas saturadas, por lo que corre el riesgo de desarrollar alguna dolencia coronaria. En cambio, Enrique Iglesias se preocupa por su salud y la lleva andando a todas partes, que es muy sano.

La salchipapa, de Leticia Sabater (2016)

Salchipapa, lo bailan en la playa.

Salchipapa, lo bailan en las discos.

Salchipapa, lo bailan en las fiestas.

Salchipapa, lo bailan en los bares.

¡Salchipapa!

Todos bailamos la salchipapa.

Tiki tiki tiki

Taka taka taka.

La canción de Sabater es un claro homenaje a los relatos de Lovecraft. La Salchipapa, uno de los arcanos, se ha levantado al grito de tiki-tiki-tiki, taka-taka-taka (se aprecian los ecos del “tekeli-li” lovecraftiano) y está irrumpiendo en las playas, arruinando las vacaciones de la humanidad, que apenas puede escoger entre pasar a formar parte del ejército de adoradores de la Salchipapa y someterse a sus ritos ancestrales o morir. La huida no es posible, ya que “un paso palante, un paso patrás, dos pasitos a un lado, dos pasitos al otro, vuelta entera y tikitá” te deja exactamente en el mismo sitio.

(Si quieres poner a prueba tus conocimientos acerca del género, EL PAÍS propone este test sobre las canciones del verano).

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