Una niña muere en Alepo tras confundir una bomba con un juguete

Human Rights Watch denuncia el uso de bombas de racimo por las fuerzas del régimen sirio y Rusia

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Los niños más pequeños de Alepo y otras zonas de Siria han nacido entre bombardeos y disparos y "han sido atacados con bombas de barril y gaseados por fuerzas gubernamentales, en abierto desafío al derecho internacional", como denuncia este miércoles Kevin Watkins, de Save The Children en un artículo en Planeta Futuro. La crueldad en la que crecen produce imágenes difíciles de digerir en Occidente, como la de Omran, el niño cubierto de polvo sentado en una ambulancia con la mirada perdida. Una historia más reciente, pero no la última ni una excepción, es la de Eman, una niña de cuatro años que ha muerto este martes por la explosión de una bomba de racimo. La confundió con un juguete y la cogió.

Jim Murphy, director adjunto de la organización Human Rights Watch, difundió la noticia a través de Twitter y añadió que es algo que ocurre con frecuencia. En un segundo mensaje comparte la foto de un camión lleno con este tipo de explosivos prohibidos por la legislación internacional, que según denuncia, usan las fuerzas gubernamentales de Basar al Asad y su aliado, Rusia.

La televisión británica ITV informaba el 3 de octubre de lo que le ocurrió a Eman, con los testimonios e imágenes que les habían facilitado los médicos que la atendían. Junto a ella había otra pequeña. Nadie sabía su nombre ni ningún familiar había ido a buscarla, por lo que los sanitarios asumieron que todos habían sido víctimas de un ataque aéreo y el resto había muerto. 

Según la misma cadena, 96 niños han muerto en los bombardeos en Alepo en la última semana y solo quedan seis centros sanitarios en los que tratar a las víctimas. El régimen y Rusia han atacado sistemáticamente hospitales y colegios. Eman, según cuenta también CNN, iba a recoger agua y en el camino se encontró con la bomba. Pensó que era una bola plateada con la que poder jugar.

Los explosivos prohibidos

Las bombas de racimo están prohibidas por la Convención de Oslo por su alto poder de destrucción. Al impactar contra el suelo liberan multitud de artefactos explosivos que no siempre explotan en ese momento, sino después, al ser manipuladas, como le ocurrió a la pequeña Eman.

Un modelo de municiones de este tipo de bombas, el BLU-97/B, con un vistoso marillo y una bolsa inflable en un extremo, causó casos parecidos a los de Eman en Afganistán. Su forma y color resultaba especialmente atractivo para los niños.

Human Rights Watch denunció en julio pasado el aumento de este tipo de ataques en zonas cercanas a Apelo e Idlib. "Desde que Rusia y Siria han renovado sus operaciones conjuntas, hemos visto un uso implacable de las bombas de racimo", aseguraba su director adjunto de emergencias.

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