Hace unas semanas repasábamos todo lo que deberías hacer antes de las 8 de la mañana, si hicieras caso a internet. Infinidad de artículos proponen buenos hábitos y consejos que, al comparar unos con otros, terminan por incurrir en contradicciones imposibles de cumplir. Los estudios sobre aspectos de nuestro carácter o comportamiento que indican si somos más inteligentes que la media o que hacer determinado tipo de cosas desarrollan nuestra inteligencia son igual de comunes.
Muchos de ellos, aunque no todos, están relacionados curiosamente con hábitos que solemos considerar un defecto o algo políticamente incorrecto. Investigadores de universidades con nombres larguísimos han analizado el asunto y los medios no hemos dudado en publicarlos, en ocasiones siendo muy reduccionistas en los titulares con respecto a las investigaciones realizadas. En cada título de este listado de artículos puede encontrarse un enlace que afirma la relación entre inteligencia y los actos con los que se relaciona. Cada uno puede juzgar por sí mismo la validez de los métodos científicos empleados y la coincidencia con los resultados anunciados.
1. Ser vago
La Universidad de la Costa del Golfo de Florida explica que, para compensar el esfuerzo y el sacrificio de pensar tanto, las personas inteligentes reducen la cuota de actividad física diaria. El equipo de investigadores dirigido por Todd McElroy envió un examen a un gran número de estudiantes, de los que se seleccionó a 30 que tenían tendencia a pensar demasiado ("pensadores") y otros 30 que intentaban evitar a toda costa la reflexión excesiva ("no pensadores"). Se les colocó un acelerómetro en la muñeca durante siete días. De lunes a viernes, los "pensadores" realizaban mucha menos actividad física que los "no pensadores", solo durante el fin de semana se igualaba el esfuerzo físico de ambos grupos.
2. Tener el escritorio desordenado
Es un signo claro de inteligencia y creatividad, dicen investigadores de la Universidad de Minessota. Entre otros muchos argumentos, aportan como pruebas imágenes de los escritorios de genios como Albert Einstein, Steve Jobs o Mark Zuckerberg; todos ellos son un desastre que de seguro han sido la vergüenza de sus padres al hacerse públicos. Aunque nos resulten más aburridas, aquellas personas que son ordenaditas resultan ser más generosas, concluye el estudio.
Los investigadores, liderados por Kathleen Vohs, convocaron a los voluntarios a dos oficinas de mismo tamaño, mobiliario e iluminación. Una de ellas con sus escritorios desordenados y la otra completamente limpia. Les pidieron realizar varias actividades, como donar o elegir entre comer una manzana o una barrita de chocolate. Los de la oficina ordenada eran más propensos al donativo y a comerse la manzana, en cambio, los de la oficina desordenada eran mucho mejores cuando se les pedía hacer una lluvia de ideas
¿Por qué la gente inteligente está mejor con pocos amigos?, se preguntaba el pasado mes de marzo The Washington Post. La respuesta la tiene la publicación en National Center for Biotechnology Information, que explica que "los individuos más inteligentes se sienten menos satisfechos con su vida si socializan más a menudo con amigos". Son más infelices cuando se interrelacionan, así que lo hacen con menos frecuencia. Extraen esta conclusión tras analizar una encuesta en todo el Reino Unido con 15.000 personas de entre 18 y 28 años de edad. En general, quieren que les dejes en paz y no les molestes.
"No significa que estés loco: hablar solo tiene beneficios cognitivos", dice un artículo de Science Daily. Hacerlo, asegura esta investigación, permite tener mejor memoria porque activa el mecanismo sensorial del cerebro, centrarse mejor en las tareas y clarificar los pensamientos.
El estudio encabezado por los psicólogos Gary Lupyan (Universidad de Wisconsin) y Daniel Swingley (Universidad de Pennsylvania) pusieron a los voluntarios a encontrar determinados objetos. En ocasiones les pidieron que dijeran el nombre del objeto en voz alta mientras buscaban, lo que descubrieron que facilitaba el proceso.
Los británicos James White, David Batty, Catharine Gale se basaron en otro estudio para concluir que aquellos individuos que en su niñez cuentan con un CI superior a 125, tienen más posibilidades de consumir alcohol y drogas en la edad adulta que aquellos con un CI inferior a 75.
Su metodología consistió en comparar los datos de 6.713 personas que formaron parte del Estudio Nacional de Desarrollo Infantil en 1958. Se les tomó varios datos a la edad de 11 años, entre ellos su CI y se hizo un seguimiento de los participantes al cumplir los 16, 23, 33, 42, 46, y 50. A los 42 años, se les preguntó por su consumo de drogas y tiempo después, en 2012, este estudio comparó los resultados de esta encuesta. Ahí pudo comprobarse la correlación entre el patrón de consumo de alcohol y drogas de aquellos que habían obtenido mejores resultados en el test de inteligencia en su infancia.
Solemos relacionar el uso de palabras malsonantes con la pobreza de vocabulario. Camilo José Cela, con su Diccionario secreto, y Arturo Pérez-Reverte no estarían de acuerdo con esta premisa y, al parecer, llevaban razón. La revista científica Language Sciences explicaba el año pasado el experimento realizado por los psicólogos Kristin y Timothy Jay, de la Universidad de Artes de Massachusetts.
Solicitaron a los participantes de su estudio que dijeran tantas palabrotas como les fuera posible durante un minuto. Aquellos que ofrecieron un listado más amplio de respuestas fueron también los que demostraban un vocabulario más inteligente en otras áreas generales (nombres de animales o ciudades).
La Universidad de Legia en Bélgica apoya a aquellos que se levantan tarde porque se acuestan tarde. El investigador del sueño Philippe Peigneux lideró un grupo de estudio en 2009 que comparaba 15 aves nocturnas (se levantan a las 11 de la mañana) con 16 madrugadores (estás despiertos a las 7) y se les sometió a un escáner cerebral al comenzar su día.
La conclusión a la que llegaron es que la actividad cerebral de los primeros es superior a la de los segundos, al mantener un nivel de alerta mucho más elevado. La diferencia entre ambos tipos de personas no se nota tanto por la mañana como en las horas vespertinas.
El asunto de acostarse tarde es muy discutido, como explicaba a Verne Ana Adan, doctora en Psicobiología de la Universidad de Barcelona.
8. El póker definitivo: de izquierdas, sin hijos, gay y vegetariano
Que nadie se enfade con Verne, que no lo decimos nosotros. Lo asegura Satoshi Kanazawa, experto en psicología evolutiva de la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres. Su libro The Intelligence Paradox argumenta sus teorías, que resume en una entrevista para The Economist. Hay consuelo para aquellos que no cumplan con ninguna de estas pautas: "Los inteligentes hacen las cosas mejor en casi todos los aspectos de la vida moderna, excepto en los verdaderamente importantes como son encontrar pareja, educar a un hijo y hacer amigos", sentencia el autor.
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