Dos amigas británicas, Zara, de Birmingham, y Lucy, de Newcastle, tenían unos días libres y ganas de verse. En lugar de coger un tren para recorrer los 320 kilómetros que separan sus ciudades, tomaron un avión y se encontraron a unos 2.000 kilómetros de distancia, en Málaga. "Decidimos que sería más barato ir al extranjero, porque Ryanair tenía una oferta y los trenes son muy caros", explica a Verne Lucy Walker, profesora de inglés como idioma extranjero.
La idea inicial de estas amigas, que se conocieron en la universidad, era que Walker se acercase a Birmingham. Cuando fue a comprar los billetes de tren se dio cuenta de que costaban 105 libras (unos 119 euros). Buscaron alternativas y al final pasaron juntas tres días en Granada y Málaga, entre el 7 y 10 de enero. "Ha sido la primera vez que hemos estado juntas en España", cuenta Walker, que hizo un Erasmus en Granada y conoce bien la zona, donde viven unos familiares a los que suele visitar.
"Los precios del tren en Reino Unido son absurdos. Si no tienes una tarjeta de usuario (railcard), tienes que reservar con semanas y semanas de antelación para conseguir un precio razonable. Se aprovechan de los pasajeros con esos altos precios de última hora", critica la joven de 27 años. La opción de ir en autobús se autodescarta "si no tienes mucho tiempo y paciencia", explica. Para el trayecto que quería hacer Walker el precio es de unos 51 euros pero se tarda entre seis y siete horas.
Los billetes de avión de ida y vuelta, con las tasas incluidas, les costaron 20 libras (casi 23 euros) desde Newcastle y 55 libras (unos 62 euros) desde Birmingham, según publicó el Daily Mail, a cuyos datos nos remite Walker. En total, unos 85 euros, unos 37 euros menos que el viaje en tren para una persona. En Málaga y Granada pagaron entre 12 y 14 euros la noche cada una por el alojamiento.
El relato de estas amigas recuerda al de Sam Cookney, un británico que contó en Verne que le salía más barato ir y volver entre Londres y Barcelona que vivir en la capital británica y pagar un alquiler allí.
"Me sorprende la atención que ha recibido nuestra historia, pero me alegro de que haya sido positiva", dice Walker. El servicio de ferrocarriles británico se ha llevado los comentarios negativos que ha podido generar la noticia, según cuenta. "Creo que es justo, porque la gente está cada vez menos satisfecha con ellos".
"Hay un par de partidos políticos que están luchando contra la privatización de los servicios ferroviarios, pero desafortunadamente nuestro Gobierno ha permitido que suban los precios y baje la calidad", critica Walker. El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quiso denunciar la situación de los trenes el pasado verano con un vídeo en el que se le veía sentado en el suelo por falta de espacio. Aunque la historia no fue tal y como él la contó en un primer momento, la falta de asientos y los altos precios son quejas habituales de los usuarios.
Ella y su amiga Zara, que prefiere no dar detalles personales, aun no han decidido cuál será su próximo destino. "Pero mientras las aerolíneas de bajo coste sigan ofreciendo ofertas de última hora que salgan más baratas de los billetes de tren, creo que nos iremos al extrajero", asegura.
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