[Este artículo ha sido editado para añadir la opinión de expertos ajenos a la empresa] La investigación de sensores que miden cambios de presión para detectar tumores en el pecho no es algo nuevo. Un equipo japonés presentó el año pasado su estudio en la revista Nature Nanotechnology sobre un sensor flexible y transparente que se adapta a la forma de los dedos, similar a unos guantes de caucho. Como explicaba entonces Materia, la página de ciencia de EL PAÍS, todavía es muy pronto para considerar este tipo de pruebas como sustitutos de las mamografías.
Ahora una empresa mexicana ha logrado un notable eco mediático con un prototipo de parche para colocar en el sujetador que, midiendo temperaturas, podría ayudar a la detección del cáncer de mama. La cara más visible de este proyecto es Julián Ríos, un estudiante de 17 años originario de Nueva León y cofundador de la empresa de biosensores Higia Technologies, gracias a la incubadora de empresas del Tec de Monterrey.
Hace cuatro años, la madre de Ríos fue diagnosticada por segunda ocasión con cáncer de mama. Meses antes, un oncólogo en México le había realizado una mastografía (mamografía) y había notado una pequeña mancha en su seno, pero le aseguró que el tumor era benigno. “Mi mamá creyó el diagnóstico del doctor, pero seis meses después, cuando se volvió a hacer la mastografía, el tumor ya era del tamaño de una pelota de golf”, relata a Verne en entrevista telefónica. “Además, ya había otro un poco más chico y los dos eran cancerígenos”, añade.
Su madre ha salido adelante. Y, en paralelo, Ríos y sus compañeros han ido completando fases de cara al lanzamiento de su prototipo, llamado EVA. Además, el equipo acaba de recibir el premio el Premio Nacional Estudiante Emprendedor, organizado por Entrepreneur's Organization (EO), dotado con 250.000 pesos, y también cuenta con donaciones de ciudadanos en una campaña de micromecenazgo.
Aún sin validar por estudios ni instituciones
La termografía o la determinación de tumores por la emisión de temperatura no es algo nuevo, según explica a Verne el cirujano oncólogo, José Francisco Gallegos Hernández, en entrevista telefónica. Además, indica que para saber qué tan efectivos son los resultados de EVA es necesario compararlos con los de una mastografía, pues este sigue siendo “el estándar de oro” en cuanto a detección de cáncer de mama se refiere. “No hay estudio hasta el momento, ni termografía, ni resonancia, ningún estudio que sea superior a la mastografía”, anota.
No hay estudios científicos sobre EVA y ninguna de las publicaciones científicas más prestigiosas se han hecho eco de este prototipo. El estudiante de sexto semestre de preparatoria explica que aunque tenga forma de sujetador, en realidad este dispositivo es un parche, no una prenda que se use diariamente.
“Es un parche flexible con cientos de sensores de temperatura”, señala. “Tú tomas el dispositivo y lo pones bajo cualquier tipo de brasier. Después tomas tu smartphone, abres nuestra aplicación y comienzas la exploración”, que da resultados en 60 o 90 minutos. El mecanismo detecta cambios en la temperatura y analiza estos datos para decir si “se asemejan mucho a los de un quiste o una tumoración”.
La oncóloga Vanessa García comenta a Verne por teléfono que hay que tener cautela con este tipo de productos. Ella no recomendaría su uso si no se aprueba por las entidades reguladoras de medicamentos, como la estadounidense FDA, la europea EMA y la mexicana Cofepris.
García explica que detectar un tumor por temperatura puede ser difícil, pues la mujer sufre cambios de temperatura todo el tiempo. “A veces las pacientes te dicen que tienen calor y dolor al tocarse, y no necesariamente es tumor, es una infección en la mama. Muchas veces hay cambios de temperatura por cambios hormonales o el propio ciclo menstrual. Lo que me preocuparía es que se sometería a pruebas innecesarias a mujeres que no las necesitan”. García considera que hasta una fiebre o una enfermedad no grave podrían influir en los resultados.
En este sentido, Gallegos Hernández afirma que “el tumor maligno, al tener una tasa de replicación mayor, tiene una mayor temperatura, lo que permite encontrarlo”. Aunque lo realmente nuevo de EVA sería el vaciado de datos en una aplicación, algo que podría ser útil “en caso de que funcione” para “la detección de tumores en etapas no palpables, sólo visibles”.
Precisamente en estos datos está otra clave del negocio que busca Ríos. “EVA tendrá una base de datos más amplia y esta información es sumamente valiosa para profesionales de la salud, hospitales o aseguradoras. Esa sería otra fuente de ingresos para la empresa”. comenta.
Una posible prueba complementaria
Gallegos asegura que este software puede ser útil para la mujer, pues la ayudaría a complementar la autoexploración, sobre todo en caso de tumores de menos de un centímetro. “Si el dispositivo logra detectar lesiones no palpables ayudará a que la paciente se atienda antes, dice José Martín Solana, también cirujano oncólogo. “Sin embargo, se debe confirmar el diagnóstico, pues todo método y estudio tiene un margen de error. A veces nos cuesta trabajo a los mismos médicos diagnosticar, aún cuando nos apoyamos con mastografías y procedimientos más invasivos. No creo que en el caso de EVA sea muy diferente”.
EVA saldrá a la venta finales de 2017 y tendrá un precio de introducción de 2.000 pesos. En México, las mastografías tienen un precio promedio de entre 1.000 y 1.500 pesos y, dependiendo de lo que determine el ginecólogo de cada paciente, se realizan cada seis meses o cada año. Tanto a nivel estatal como federal el sistema de salud en México provee mastografías gratuitas.
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