La amapola, la flor que molesta a los agricultores y que adoran las redes sociales

"Son muy negativas para los cultivos, pero hay que reconocer su importancia paisajística", dice un experto

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Los campos se llenan de amapolas en flor. Las tres primeras semanas de mayo son su época de floración más importante. Se puede disfrutar con un paseo por la España rural, pero si no sales de la ciudad para nada puedes comprobarlo desde Instagram.

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"Se extienden por toda Europa y Asia", indica el experto en Malherbología de la Universidad de Lleida Jordi Recasens. Sí, de Malherbología, porque la amapola es una mala hierba desde un punto de vista botánico, por muy bonita que sea.

"Son nocivas porque compiten con las plantaciones. Roban nutrientes a cereales como el trigo, la cebada o la avena de forma agresiva", indica Recasens. Un cultivo plagado de amapolas puede causar hasta un 40% de pérdidas para el agricultor. Su ciclo de germinación coincide con el de los cereales, lo que aumenta las complicaciones para estas plantaciones. "Son muy negativas para los agricultores, pero hay que reconocer su importancia paisajística", añade.

Pero, ¿por qué crecen en esas zonas de cultivo? "Porque a las amapolas les gusta el movimiento. Es una planta nitrófila, es decir, necesita que se remuevan los nitratos del suelo para crecer. Por ello podemos verlas en lugares donde la actividad del hombre se deja notar", indica el catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá, Manuel Peinado.

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Ese es el motivo por el que se pueden ver tantas amapolas en campos cercanos a zonas pobladas. Crecen especialmente en los terrenos en barbecho. "Donde nunca verás una amapola es un bosque. Si encuentras una amapola en los Pirineos o en la Sierra de Guadarrama te doy 100 euros por cada una de ellas", nos plantea Peinado.

Resistentes y llamativas

El profesor de la Universidad de Alcalá asegura que esta planta vive en base a "la estrategia de lo efímero", es decir,  "dura muy poco en flor, no más de dos o tres semanas, y produce miles de semillas". Cada amapola puede llegar a producir unas 20.000 semillas de menos de un milímetro que crecerán meses después "con un poco de agua".

Las amapolas se han extendido con tanto éxito por varios motivos. "No todas esas semillas crecen a la temporada siguiente. Algunas pueden permanecer hasta nueve o diez años hasta que germinan. Es lo que se llama la dormición de las semillas", indica Recasens. Así, si un agricultor se deshace de todas las amapolas de su campo, pueden seguir apareciendo en cualquier momento. Además, "se han hecho especialmente resistentes a los herbicidas. Desde hace 20 años, hay casos documentados de biotipos que aguantan casi cualquier cosa".

Abril y mayo son los meses favoritos de la amapola para florecer, pero también pueden crecer en otras épocas del año. Se extienden por toda España. "La encontramos sobre todo en la Meseta, pero está en todos sitios. Su distribución está más relacionada con aquellos lugares donde se cultiven cereales que con el clima en sí", añade Recasens. Lo importante, como comentábamos al principio, es que se remueva el suelo.

Símbolo de paz

Durante las guerras, el terreno está expuesto a mucha actividad. "En las trincheras de la I Guerra Mundial no crecía nada, pero en tierra de nadie sí lo hacían las amapolas", indica Peinado, que descubrió la unión entre la amapola y los conflictos bélicos durante un viaje a Bélgica y el norte de Francia.

La floración de las amapolas entre trincheras la han convertido en un símbolo en varios países para recordar la I Guerra Mundial. El 11 de noviembre, los británicos rememoran el conflicto con amapolas de papel. La flor también sirve para homenajear a los fallecidos en guerras posteriores. Asimismo, cerca del río Somme (Francia), escenario de una de las batallas más sangrientas de la I Guerra Mundial, se arrojan amapolas a un foso que creó una mina.

Por muy mala hierba que sea, la amapola resulta evocadora. El manto rojo que dibuja en los campos no solo inspira a los usuarios de Instagram. En el siglo XIX, el artista francés Monet dedicó parte de su arte a las amapolas. Esta flor también es uno de los símbolos de la Toscana italiana.

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Poppies. Claude Monet (Museo de Orsay, París)

¿Qué se hace con los pétalos?

La amapola que puebla los campos es la papaver rhoeas. "Es la variedad más común", indica Peinado. No se debe confundir con la papaver somniferum o dormidera, la amapola blanca que se cultiva para conseguir el opio. España es la segunda productora del mundo de opio legal, solo por detrás de Australia. Como la dormidera, los pétalos de la amapola silvestre tienen un alcaloide, es decir, la capacidad de alterar el cuerpo humano como lo hacen la cafeína o la cocaína. Son psicoactivas.

Eso sí, a un nivel infinitamente inferior. "Con los pétalos de la papaver rhoeas se hacen infusiones. Apenas tienen efecto", indica Peinado. También se utiliza para ensaladas. Su hermana, la dormidera, es mucho más potente. De ahí que produzca el opio. En otras zonas del mundo, las amapolas más extendidas son de otros colores. Por ejemplo, en California son amarillas.

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Aquí te dejamos una selección de fotografías de amapolas en Instagram.

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