El regalo es regalar: por qué nos gusta tanto comprar para los demás

La psicología define los obsequios como termómetros de nuestras relaciones personales

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Nos gusta regalar porque provocar la felicidad del otro nos genera a su vez felicidad a nosotros
Nos gusta regalar porque provocar la felicidad del otro nos genera a su vez felicidad a nosotros

El regalo implica tanto dar como recibir. Por tanto, la acción de regalar y recibir regalos debería proporcionarnos idéntica sensación de felicidad. Sin embargo, la psicología pone en duda todas estas afirmaciones. ¿Somos más felices regalando o recibiendo regalos? La cuestión es mucho más compleja.

Según Amstel Index, una herramienta que mide el reconocimiento en redes sociales y lo expresa en una escala de 0 a 100, en la conversación virtual escuchada desde el 31 de diciembre al 7 de enero, el 51% de las menciones a los regalos de Navidad eran elogios y palabras de agradecimiento a los obsequios recibidos estos días, una época en la que se regala quizá más “por costumbre” que “voluntariamente”. Y, precisamente por esa razón, cada vez se genera más debate sobre el hecho de regalar en estas fechas, que se extienden a las rebajas de enero: un 10% de la conversación registrada en Twitter por Amstel Index hablaba de la “hipocresía” de esta felicidad en forma de regalos, por el mal gasto, el gasto excesivo, el consumismo…

La invención del ticket regalo por parte de los comercios y las largas colas que se montan estos días tras las Navidades para devolver o cambiar los presentes de los Reyes o Papá Noel y aprovecharlos en rebajas serían la confirmación banal de que regalar y recibir regalos no siempre es tan reconocido como debería ser a priori. O como hacemos ver públicamente. Amstel Index registraba un 85% de reconocimiento a los regalos en Twitter. Pero según el Washington Post, una de cada tres personas devuelve algún regalo de Navidad en Estados Unidos; en España, los datos de las tiendas hablan de dos de cada 10 personas.

Los psicólogos Tim Kasser y Kennon M. Sheldon justificaron estos datos con un estudio en el que intentaron relacionar Navidad y felicidad. Partieron de la idea de que dar regalos y recibirlos eran dos de los siete puntos que proporcionaban felicidad en esas fechas, pero al final se dieron cuenta de que a la gente no le hacía feliz “gastar gran parte de su sueldo en regalos, así como el tiempo en ir a comprarlos y envolverlos”.

No son los únicos que han llegado a esta conclusión, hay toda una serie de movimientos y teorías que invitan a no regalar en Navidad o no regalar tanto; como el libro Scroogeconomics, de Joel Waldfogel o la organización New Dream, que propone planes o donaciones en vez de cosas materiales. La tendencia creciente de regalar más experiencias y menos objetos iría un poco en esa línea. Así como tiene sentido que, según recoge el Amstel Index, en el reconocimiento de regalos se incluya el agradecimiento a familiares y amigos (51%) y a las virtudes humanas (19%).

¿Por qué nos gusta regalar?

Pero y si tantos problemas nos crea, ¿por qué seguimos regalando? ¿Por qué nos gusta regalar? Hay una visión mucho más romántica de la psicología detrás de esa acción que opina que los regalos son símbolos de las relaciones entre personas. Barry Schwartz, autor de The Social Psychology of Gifts (La psicología social de los regalos), ya escribió en 1967 que “los regalos son una de las formas en que se transmiten la imagen que tienen los demás de nosotros”.

De ahí que muchas veces compremos un regalo pensando más en la impresión y emoción que vaya a sentir el regalado al abrirlo que en su utilidad real. O regalemos algo que los otros ni sabían que querían en vez de seguir su lista de deseos de Amazon.

Regalamos para mostrar amor, como forma de agradecimiento, porque así se espera de nosotros (un cumpleaños, una boda…) y por provocar la felicidad del otro que a su vez nos genera felicidad a nosotros. En este sentido, la psicología dice que regalar no es tan altruista como creemos. Pero es un egoísmo, casi siempre, bien visto. “Dar tu dinero a otros en vez de gastártelo en ti mismo proporciona una mayor felicidad para uno mismo”, dicen Elisabeth Dunn y Michael Norton en su libro Happy Money: The Science of Spending. “Cuando usas tu dinero en comprarte cosas para ti, dejas la felicidad en la mesa”.

Si además ese regalo está bien pensado, no se hace impulsado por el consumismo, ni por quedar por encima del regalado (comprando lo más caro, comprando más regalos que nadie), la felicidad será aún mayor. Aunque en el acto de regalar se genera una deuda, piensan los sociólogos seguidores de Marcel Mauss que escribió sus teorías sobre regalar en su ensayo The Gift en 1966 aún hoy vigente.

Regalamos esperando algo a cambio, el que recibe el regalo, tácitamente, sabe que tiene que dar algo de nuevo, así se genera la deuda. Una deuda cuyo balance nunca debería encontrarse del todo para que esa relación se mantenga para siempre, como también afirmaba Barry Schwartz porque “la gratitud constituirá siempre un lazo” entre dos personas.

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