Lograron la inmortalidad con sus obras, pero eso no les libró de que les llegara su hora. Antes hubo una última carta, efímero legado que todo escritor inevitablemente dejó y del que recuperamos una pequeña selección.
El paísaje es hermoso por aquí y he tenido la oportunidad de ver parte del maravilloso campo a lo largo del Mississippi, donde solían transportan los troncos en los viejos tiempos de la industria maderera, y las rutas por las que llegaron los primeros colonos del norte. (…) No sabía nada del Mississippi superior hasta ahora y realmente es un país maravilloso, que se llena de faisanes y patos cuando llega el otoño.
(…)
Mis mejores deseos para toda la familia. Me encuentro bien y estoy muy contento sobre las cosas en general y con ganas de veros pronto a todos.
Papa
Extracto de las 210 últimas palabras que Ernest Hemingway envió por correo por última vez. Iban dirigidas al hijo de un amigo, de 9 años, enfermo del corazón. Fueron escritas 17 antes de su suicidio y según Paul Hendrickson —que desarrolla el tema en su libro Hemingway's Boat: Everything He Loved in Life, and Lost— son una muestra de belleza, coraje y lucidez.
4 de febrero, 1963
Querida madre,
(…) Yo jamás podría ser autosuficiente en Estados Unidos; aquí tengo a los mejores médicos completamente gratis y, con niños, esto es una verdadera bendición. Además, Ted [Hugues] ve a los niños una vez a la semana y esto hace que se sienta más responsable, a la hora de pagar la pensión. Sencillamente, tendré que seguir aquí arreglándomelas sola.
(…) Ahora los niños me necesitan más que nunca, así que durante algunos más intentaré seguir escribiendo por las mañanas y dedicándome a ellos por las tardes, e iré a ver a mis amigos o leeré y estudiaré por las noches.
Empezaré a ir a la consulta de una doctora, también a cargo de la Seguridad Social, que me ha recomendado un médico del barrio muy bueno que conozco, y confío que me ayudará a sobrellevar estos tiempos difíciles. Da mis cariños a todos.
Sivvy
Una semana separa la última carta de Sylvia Plath (1932-1963) de la noche, lunes, luna casi llena, en que abrió la espita del gas del horno y metió allí la cabeza hasta morir intoxicada. Su expareja, el poeta Ted Hughes, había definido la escritura de cartas como "un excelente entrenamiento para aprender a conversar con el mundo". No sabía que también servían también para despedirse de él. Excelente escritor de cartas, a Hughes le tocó redactar textos secos y fríos, para comunicar la fatal noticia:
Querida Olwyn:
El lunes por la mañana, sobre las 6 de la madrugada, Sylvia se suicidó asfixiándose con gas. El funeral será en Heptonstall el lunes que viene. Me pidió ayuda, como hacía a menudo. Yo era la única persona que podría haberla ayudado y la única tan hastiada por sus exigencias que no fue capaz de reconocer cuándo realmente necesitaba ayuda.
Te escribiré más después.
Con cariño,
Ted
[Cartas extraídas, respectivamente, de Cartas a mi madre, Mondadori, 2000, y Postdata: historia curiosa de la correspondencia, de Simon Garfiel, Taurus, 2015]
Adén, 30 de abril de 1891
Mi querida mamá:
(...)
Estoy postrado, con la pierna vendada, atado, reatado, encadenado de modo que no pueda moverla. Me he convertido en un esqueleto: doy miedo. La cama ha terminado por llagarme la espalda: no consigo dormir ni un solo minuto. Y aquí el calor se ha vuelto muy fuerte. La comida del hospital, a pesar del precio que pago por ella, es muy mala. No sé qué hacer.
(…)
No os asustéis con todo esto. Vendrán días mejores. Es una triste recompensa después de tanto trabajo, privaciones y penas ¡ay, qué miserable es nuestra vida!
Rimbaud
El autor de Una temporada en el infierno se enfrentaría tres semanas después a la amputación de su pierna enferma, tras llegar a Marsella. Lo de 'cortar por lo sano' no surtió efecto en su caso, porque la infección cancerosa se expandió y murió meses después, en noviembre de 1891. La víspera, en pleno delirio, dejo una nota, dirigida al director del correo marítimo de Marsella, que decía:
Estoy completamente paralizado. Por tanto, deseo encontrarme a bordo de buena mañana. Dígame a qué hora me deben trasladar a bordo.
[Cartas extraídas de Cartas de África, Gallo Nero, 2012]
París, al 15 de Marzo de 1938.
Mi distinguido y recordado amigo:
Un terrible surmenage me tiene postrado en cama desde hace un mes, y los médicos no saben aún cuanto tiempo seguiré así. Necesito una larga curación, y encontrándome sin recursos para continuarla, he pensado en usted, don Luis José, en el gran amigo de siempre, para pedirle su ayuda a mi favor.En nombre de nuestra vieja e inalterable amistad, me permito esperar que el querido amigo de tantos años me tenderá la mano, como una nueva prueba de ese noble y generoso espíritu que le ha animado siempre y que todos conocemos.
Se lo agradece de antemano, con un apretado abrazo, su firme e invariable amigo.
César Vallejo
El autor de Trilce, el peruano César Vallejo, dejó una última carta que revela sus estrecheces económicas, tan graves como para tener que pasar por la humillación de pedir prestado a un amigo. Moriría en un abril lluvioso y melancólico, víctima de un rebrote de paludismo, un 15 de abril de 1938, en París.
[Carta extraída de Correspondencia completa, Univ. Católica del Perú, 2002]
TELEGRAMA
A Linton Massey
MRS MASSEY
2 julio 1962. Oxford
TODAVÍA NO ES NECESARIA LA ENTREVISTA. SÓLO QUERÍA UNA GARANTÍA APARTE DE KLOPFER ANTES DE DECIDIR CONTINUAR. PODRÍA SOLO PERO ESTO EVITA RIESGO DE POSIBLE SACRIFICIO EN EL TRATO ACTUAL PARA CUMPLIR PLAZO. DIOS TE BENDIGA. BILL [William Faulkner]
Premio Nobel en 1949, William Faulkner no pudo redactar una última carta más literaria o sentida.No esperaba, ni intuía, que un ataque al corazón acabaría con su vida un 6 de julio de 1962.
[Carta extraída de 'Cartas escogidas, Alfaguara, 2012]
Astápovo, a 1 de noviembre de 1910,
Hijos queridos, Seriozha y Tania:
Os doy las gracias por vuestros buenos sentimientos hacia mí. No sé si me estoy despidiendo o no, pero de pronto sentí la necesidad de decir lo que acabo de decir. Quería añadir consejo para ti, Seriozha [hijo], que pienses en tu vida, en quién eres, qué eres, en cuál es el sentido de la vida humana y cómo debe vivirla todo ser razonable.
Esas ideas que has asimilado sobre el darwinismo, la evolución y la lucha por la existencia no te explicarán el sentido de tu vida ni te darán una guía para tus actos, y una vida sin explicación de su significado y su sentido, y sin la guía inalterable que de ella se desprende, es una existencia lamentable.
(…)
Adiós, intentad tranquilizad a mamá, a quien compadezco y amo sinceramente.
Tres semanas después, un 20 de noviembre de 1910, Lev Tolstói, moría en un excéntrico escondrijo, símbolo de la austeridad, habilitado para él, a petición suya, en la estación de Astápovo.
[Carta extraída de Correspondencia, El Acantilado, 2008]
En tu carta hay cosas que no debes, que no puedes pensar. Tú vales mucho y tienes que tener tu recompensa. Piensa en lo que puedas hacer y comunícamelo enseguida para ayudarte en lo que sea, pero obra con gran cautela. Estoy muy preocupado pero como te conozco sé que vencerás todas las dificultades porque te sobra energía, gracia y alegría, como decimos los flamencos, para parar un tren.
Federico García Lorca
Fechada un día fatídico, 18 de julio de 1936, está considerada la última carta del poeta granadino, un descubrimiento reciente, que incluye un poema inédito. Su destinatario, Juan Ramírez de Lucas, era un chaval de 19 años con el que Lorca pensaba fugarse a México, en una historia que ya tiene su novela. Pero al ser menor de edad, no era tan fácil y Lorca optó por esperar...
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