La palabra “casta” ha pasado de ser una de las más pronunciadas en 2014 a una de las grandes ausentes de la escena política. Pablo Iglesias, candidato a la presidencia de Podemos, ni siquiera la pronunció durante el debate que organizó El País.
Y no solo ha desaparecido de los medios: los líderes de Podemos ya no la usan en sus redes sociales. Pablo Iglesias tuiteó la palabra por última vez hace siete meses, según datos de Topsy facilitados por Kantar. Y en realidad, se trata de un retuit a Podemos Oviedo.
#PabloenOviedo y Caunedo temblando. Y Fernandez a su lado. Vamos a lograr el cambio y echar a la casta de Asturies #CambiaAsturies
— Podemos Oviedo/Uviéu (@podemosuvieu) Mayo 17, 2015
La mención anterior es de hace nueve meses y se trata de un desmentido:
Evidentemente el tweet que circula sobre "casta médica" es falso. Trabajamos con muchos médicos que desean una mejor sanidad para todos.
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) marzo 12, 2015
Algo parecido ocurre con Íñigo Errejón. La última vez que se vio la palabra casta en su timeline fue en junio y se trataba de un retuit a un comentario en tono de humor del Secretario General de Podemos Extremadura.
Las comidas del Consejo Estatal. Bocata y parque. Pura casta pic.twitter.com/KEG714pPvY
— Alvaro Jaen (@alvarojaen2015) junio 27, 2015
Hay más ejemplos: Rita Maestre no la usa en Twitter desde marzo, Teresa Rodríguez desde hace un año (sin contar retuits) y Juan Carlos Monedero no la escribe en esta red social desde el pasado mes de mayo.
Una de las palabras del año (pasado)
El término había llegado a dominar el debate político. Fue “una de las palabras que aprendimos en 2014”, según El País, en un artículo en el que explicaba que es un término procedente de politólogos italianos que hace referencia a la élite política y a la oligarquía que disfruta de los privilegios del poder tanto político como económico, sin asumir ninguna de las responsabilidades sociales.
La casta era, según explicó Pablo Iglesias en una entrevista en El Objetivo, ese sector de la población formado por “los mayordomos de los poderes económicos y los bancos, la gente que no representa a los ciudadanos, la que gobierna en contra de los intereses de la mayoría en situación de privilegio”.
Como explica Jorge Galindo, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra y editor de Politikon, la estrategia quería recoger la llamada “equivalencia de demandas”. Es decir, se parte de que “la democracia liberal no cubre todas las demandas posibles” y aunque quizás no estemos de acuerdo en qué soluciones hay que aplicar, es más fácil que coincidamos en quién creemos que es el responsable. Podemos resumió así el malestar de la sociedad en un palabra, casta, que funcionó y se convirtió en la piedra angular de su discurso (a pesar de que Albert Rivera, de Ciudadanos, reivindique haber sido el primero en usarla).
“Hemos podemizado España”
Pero el término deja de utilizarse a lo largo de 2015: “No tenía mucho sentido emplear la palabra casta una vez entrados en todas las instituciones municipales y autonómicas tras las elecciones del 24 de mayo”, explica el periodista de El País Francesco Manetto, que recuerda que Podemos dejó de emplear el término "antes del verano, poco a poco”. Este cambio se refleja también en el gráfico de búsquedas en Google.
En esta línea, Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, destacaba en El País que tras las elecciones de mayo, el partido se vio a menudo obligado “a escoger entre facilitar gobiernos socialistas o, por omisión, permitir que el PP continuara en el poder”, lo cual hizo que perdiera “credibilidad en su discurso contra la casta”, palabra ya entonces “prácticamente desaparecida del debate público”.
Eso sí, desde Podemos apuntan a Verne que el abandono del término no responde a una decisión estratégica, sino a que la idea ya ha calado. Manetto recuerda la frase del propio Errejón: “Hemos podemizado España”. Es decir, llega un momento en el que se consideró que “esa idea ya estaba instalada en la sociedad gracias a Podemos y adaptaron el relato a las nuevas circunstancias”, explica el periodista.
Un discurso más complejo
Estas nuevas circunstancias suponen la necesidad de “definir las soluciones”, porque, según Galindo, “ya no funciona solo echarle la culpa a la casta”.
Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, añade que dejar atrás el término también es una forma de “huir de la acusación de populismo” y coincide en que Podemos se ve “en la necesidad de ampliar su planteamiento teórico y ofrecer más propuestas”. El partido se aleja de su “discurso inicial muy simplificador, en el que diferencia entre la casta y el pueblo, convirtiendo a la élite en un enemigo”, aunque no abandona la simbología de “los de abajo frente a los de arriba”
El concepto se sustituye “por un discurso más complejo, que se sitúa en el eje clásico izquierda-derecha” y que recurre especialmente a la crítica a los consejos de administración y a las puertas giratorias, como apunta Galindo.
No se renuncia al eje vieja política-nueva política, en el que hay votantes por lo general “más jóvenes, con un nivel educativo y un interés en política superiores a la media". Pero Podemos “ya no es dueño de ese marco”, en el que también ha entrado Ciudadanos, a quienes Galindo califica de “antiestablishment moderado”, caracterizado por la paradoja estética de “criticar al poder y llevar corbata”.
Vallespín está de acuerdo en que Podemos mantiene la simbología de “los de abajo frente a los de arriba”, pero relativiza la influencia de Ciudadanos: “Ha ocupado parte del eje de su discurso” -es decir, compite en el enfrentamiento entre vieja y nueva política-, “pero Podemos también se mueve inevitablemente en el eje izquierda-derecha”, donde estas dos formaciones presentan opciones diferentes.
Tensiones internas
¿Es posible que Podemos ya sea casta? Manetto recogía en mayo las tensiones internas de la formación, que se debatía entre el espíritu asambleario y movilizador del 15-M y “la voluntad para construir una herramienta electoral”, como apuntaba Teresa Rodríguez, líder del partido en Andalucía. El texto también recordaba las críticas de Monedero: “A veces nos parecemos a lo que queremos sustituir. Eso es una realidad”.
A pesar de esta autocrítica, Vallespín no cree que los votantes de Podemos se hayan visto contrariados por la evolución del discurso del partido. Coincide Galindo, que apunta a la ley de hierro de la oligarquía: si Podemos quiere ser una organización eficiente y presentarse a elecciones en todo el país, “necesita jerarquías, estructura, orden, estrategias”. Esto supone parecerse a los viejos partidos, pero Galindo recuerda que “si les votaba el 70% de la población también era porque hacían algunas cosas bien, aunque es verdad que estas organizaciones también podían ser excesivamente cerradas y con élites mediocres”. Galindo apunta que en Podemos se intentaron recoger compromisos del 15M en lo que respecta a la organización y a la toma de decisiones del partido “que quizás no podía cumplir”.
Es decir, la palabra "casta" ya no se pronuncia, pero sigue dominando en gran medida el discurso político, ya que subyace en todas las propuestas de regeneración que critican a una élite anquilosada, nada eficiente y que disfruta de unos privilegios que muchos consideran inmerecidos. Todos ya sabemos, más o menos, lo que es la casta. Y nadie quiere serlo.
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