Los hombres de negro de la SGAE: así funcionan las inspecciones a bares y restaurantes

La sociedad de gestión de derechos de autor tiene una red de más de 150 representantes

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La propietaria de la cafetería A Perla en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), María García, ha tenido que pagar a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) una sanción de 900 euros por, supuestamente, ver un capítulo de la serie Castle en su local cuando no había ningún cliente. Según recogía La Voz de Galicia el pasado 30 de abril, “existe constancia de inspecciones de la SGAE en diferentes establecimientos de la capital arousana a lo largo de los últimos meses”. Las reacciones por las sanciones que imponen a bares, conciertos o celebraciones como bodas, y hasta a equipos de fútbol por emitir su propio himno, suelen tener bastante eco en la redes.

El organismo de gestión de derechos de autor explica a Verne que no hay campaña alguna, sino el trabajo cotidiano de su red de más de 150 representantes desplegados por todo el territorio español. Su último informe de gestión, publicado en 2015, sí que destaca, sin embargo, que "las campañas comerciales llevadas a cabo a lo largo de 2014 por la SGAE para tratar de incrementar el licenciamiento por el uso del repertorio protegido, así como las acciones encaminadas a evitar la morosidad, han generado resultados positivos".

En ese ejercicio, la entidad ingresó 58,6 millones de euros, un 1,1% más que en 2013. En esta categoría entran bares, cafeterías, discotecas, hoteles y hostales, comercios, gimnasios, salones de bodas, salas de cine, festejos públicos y empresas de transporte. 

La SGAE se felicita en el mismo informe por "los buenos resultados obtenidos por la captación de nuevos clientes". Los representantes no son personal de la entidad, sino autónomos con contrato TRADE. Este es un tipo de acuerdo laboral en el que el trabajador recibe al menos el 75% de sus ingresos de la misma empresa y tiene reconocidos ciertos derechos como las vacaciones y una indemnización en caso de cese.

Trabajo a comisión

La retribución de los comerciales es variable y está "vinculada al resultado de la gestión y al cumplimiento de unos objetivos, que no siempre son económicos", responde la SGAE a Verne. Un parte de esos incentivos "tiene su origen, evidentemente, en el resultado económico de su actividad", añade sin dar detalles cuantitativos.

“Se trata de un departamento comercial como el de cualquier otra empresa. Hay unas visitas rutinarias allí donde sabemos que hay comunicación pública de música o audiovisual”, explican a Verne fuentes de la gestora.

Esto supone recorrerse toda esa tipología de establecimientos de una zona determinada que tengan música o televisión para ver si están en regla con los pagos a la SGAE, y de lo contrario, informarles de cómo ponerse al día. “Igual que va el Ayuntamiento a verificar si tiene usted licencia de apertura, el representante va a conocer si tiene usted licencia con SGAE”, dicen las mismas fuentes.

El comercial, como prefiere llamarle la sociedad de autores, informa sobre los contratos de la SGAE que establecen el pago de un canon mensual. La cantidad depende de factores como el tipo de negocio, los metros cuadrados que tiene y de si se pone música solamente o también obras audiovisuales, etc. Como referencia, un bar o cafetería de 50 metros cuadrados que tenga tele deberá abonar 16,52 euros mensuales, más IVA. “La cantidad no es grande, es pequeña, y nos avala la ley”, dice la entidad, pero las tarifas son tan variables e incluyen tantos supuestos que están recogidas en un documento de 181 páginas.

En sus visitas estos agentes venden “las ventajas” de pagar el canon: “Les hacemos ver lo bueno que es la utilización del repertorio”. “No es lo mismo ir a un local sin música de fondo”, insisten. “Cuando se trata de un local público, se entiende que es porque mejora tu negocio, se obtiene un beneficio económico; si no, no lo pondrían”, dicen las mismas fuentes en relación a la música y la tele.

Representantes infatigables

Después de informar, el comercial deja el contrato para que los dueños se lo miren. Si no llaman a la SGAE para que vayan a recogerlo firmado, el representante volverá a pasarse. Y otra vez. Y otra. “Solo a partir de la n visita [que no cuantifican] en la que la respuesta es no, se inicia un proceso judicial”. La entidad, que dice que esto “no es habitual”, rechaza sin embargo informar de cuántas sanciones se imponen y cuántos procesos judiciales se inician al año, pero una noticia de 2014 del ABC de Sevilla informaba de que la SGAE había llevado a los tribunales a casi un centenar de bares y pubs de la provincia por no pagar el canon.

"Cuando un empresario decide usar la obra protegida y no pagar a los titulares de derechos a los que la SGAE representa, además de negar su salario a los autores también está siendo insolidario con la gran mayoría de empresarios de su gremio, que sí cumplen la Ley", defiende la sociedad en un comunicado emitido en respuesta a las informaciones sobre el caso gallego.

El organismo, que también gestiona los derechos de los autores extranjeros a través de acuerdos con 150 entidades similares de otros países (por eso que la serie Castle sea extranjera es irrelevante), impuso una sanción a la dueña de A perla por un periodo comprendido entre mayo del 2013, cuando se pasó el comercial por primera vez, y diciembre pasado.

La SGAE asegura no obstante que no cobra de forma retroactiva. Es decir, si no ha visitado nunca un local y un día aparece por allí, no le hará pagar el canon desde su apertura, sino desde el día de su visita. Tampoco consigue cubrir todo el territorio y hay municipios en los que nunca ha estado. “Poco a poco”, dicen ellos.

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