En México existen más de 14.000 especies endémicas de flora y fauna, pero pocas son tan famosas y apreciadas como el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum). Este anfibio ha sido inspiración de leyendas prehispánicas, un cuento de Julio Cortázar, las obras de Roger Bartra y hasta el diseño de un Pokémon. Su apariencia de alienígena amistoso no es la única razón de su popularidad. El ajolote tiene una serie de cualidades y características biológicas que han sido objeto de decenas de estudios científicos a nivel mundial. “Constituye un modelo de estudio idóneo”, asegura Cecilia Vanegas, investigadora del departamento de Ecología y Recursos Naturales de la UNAM. A continuación te explicamos siete peculiaridades por las que se ha ganado ese estatus entre la comunidad científica.
1. Son más resistentes que Chuck Norris. El ajolote tiene la habilidad de regenerar desde sus patas y cola hasta parte de sus órganos vitales como el corazón y el cerebro. “La gran mayoría de los anfibios tiene una gran capacidad de regeneración”, explica Vanegas. “La maravilla del ajolote es la parte de los procesos bioquímicos y moleculares involucrados en sus mecanismos de regeneración. Estos son modelos excepcionales que ofrecen muchas pistas y herramientas para ser aplicados en humanos”. En este video del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) se puede ver cómo un ajolote regenera una de sus patas en tres meses.
El ajolote también es muy resistente a trasplantes y modificaciones en su cuerpo. “Su nivel de supervivencia cuando es sometido a estos cambios es elevadísimo”, dice la académica de la UNAM. “En un experimento clásico partieron a dos ajolotes, uno negro y otro albino, a la mitad por la parte lateral y por medio de una cirugía los pegaron. El proceso de cicatrización fue fantástico y el organismo sobrevivió”.
2. Son eternamente jóvenes. No es que sean inmortales, pero los ajolotes, a diferencia de la mayoría de los anfibios, conserva sus características de larva o de bebé, como sus branquias y aletas, durante toda su vida. Este fenómeno se conoce como neotenia y es muy raro, asegura Vanegas. “Es de las pocas especies que presentan esta característica, lo que lo hace extremadamente interesante”, dice la bióloga. Una de las hipótesis de esta característica, explica, es que por las condiciones de su hábitat, no fue necesario que el ajolote saliera del agua, como las ranas o las salamandras. “Fue una estrategia evolutiva de costo-beneficio. Dicho de forma coloquial, no vio la necesidad de salir a la superficie porque el ambiente acuático le brindaba las condiciones idóneas para sobrevivir y reproducirse. Claro que otra explicación es que este proceso fue completamente al azar”.
Cuando los ajolotes son sometidos a situaciones estresantes (sí, ellos también se estresan), como cambios bruscos de temperatura o la contaminación del agua pueden perder sus características de jóvenes y adoptar otras parecidas a las de las salamandras para sobrevivir en esos ambientes y fuera del agua. Esta ilustración muestra la inusual metamorfosis de un ajolote.
3. Son transparentes (antes de nacer). Los embriones de los ajolotes también son ideales para investigaciones médicas y biológicas, dice Vanegas. “No solo por su tamaño, sino porque son transparentes”, añade. “Al colocarlos bajo el microscopio podemos ver su desarrollo, la reproducción celular, la formación de la médula, etc. También son ideales para hacer modificaciones a nivel genético. Por eso el ajolote es un modelo de estudio completo”. Estos anfibios pueden depositar entre 100 y 300 huevos, los cuales se adhieren a rocas o a la vegetación acuática, según datos del Acuario Shedd en Chicago. Los bebés ajolotes nacen entre 10 y 14 días después y no reciben ninguna ayuda de sus padres en ningún momento.
4. Respiran hasta por varias vías. Los cuernos del ajolote no son decorativos, en realidad son branquias por las que respira, aunque el término más correcto es intercambio de gases, aclara Vanegas. También realiza este proceso a través de la boca, la piel y los pulmones. “La capacidad de estas cuatro rutas de respiración es maravillosa y hacen al ajolote un monstruo evolutivo”, dice Vanegas. Pero esta facultad también trae sus desventajas. “Por esas mismas cuatro rutas también entran contaminantes. Eso hace al ajolote y a los anfibios en general sumamente sensibles a la presencia de contaminantes”, añade la investigadora que estudia los efectos de contaminantes en este animal. “Es uno de los factores de la extinción de algunas especies de anfibios y la disminución de la población de otras. El ajolote es más susceptible que otros porque vive en un sistema acuático que viene siendo el depósito de todas las porquerías”.
5. En este momento solo pueden vivir en lugares controlados por humanos. Los ajolotes son endémicos de las aguas de Xochimilco y Chalco (Ciudad de México), aunque por factores como la urbanización de la zona y la contaminación del agua es prácticamente imposible encontrar uno en su hábitat natural. Se considera una especie en peligro de extinción por el Gobierno mexicano, que estima que existen solo entre 700 y 1.200 especímenes. “Eran los únicos depredadores de la zona de Xochimilco, por lo que tenía un gran impacto ecológico, pero eso ha quedado en el pasado”, comenta Vanegas. Por esta situación el ajolote está protegido bajo normas ambientales nacionales. El gobierno otorga permisos para tener ajolotes solo con propósitos de investigación y de difusión cultural y educativa (para acuarios y zoológicos).
Pero eso no garantiza su protección al 100%, dice la académica. “No existe una regulación para evitar que quien obtiene estos permisos no termine vendiéndolos como mascotas. Los ajolotes requieren condiciones muy especiales para vivir, cuando estas no se cumplen son vulnerables a enfermedades e infecciones. Esto no solo pone en riesgo al ajolote, ya que si la gente los desecha en Xochimilco y otros cuerpos de agua pueden afectar a todo un ecosistema”.
Conclusión: no compres ajolotes en los mercados o en tiendas de mascotas. Si tienes ganas de verlos puedes hacerlo en estos tres lugares de la Ciudad de México (haz clic en sus nombres para saber más detalles sobre su ubicación y exhibiciones):
Parque Ecológico de Xochimilco: Un centro de recreación y reserva ecológica, donde además de ver ajolotes, se puede pasear en bicicleta y en trajineras. Está abierto de lunes a domingo de las 9 de la mañana a las 6 de la tarde. La entrada tiene un costo de 20 pesos.
Acuario Inbursa: Ubicado en Plaza Carso en la zona de Nuevo Polanco, este es el acuario más grande de la Ciudad de México. La entrada tiene un costo de 180 pesos. El horario de verano (hasta el 14 de agosto) es de lunes a domingo de 9 de la mañana a 7 de la tarde.
Zoológico de Chapultepec: Está en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec y colinda con las calles de Paseo de la Reforma y Arquímedes. Su horario es de martes a domingo de 9 de la mañana a 4:30 pm. La entrada es libre.
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