Susana Martínez-Conde es la directora del laboratorio de neurociencia de la universidad estatal de Nueva York. Y hemos quedado con ella para preguntarle cuáles son sus ilusiones ópticas y visuales favoritas.
Hay que decir que esta neurocientífica coorganiza cada año desde 2005 el concurso The Illusion Of The Year Contest. Y que este interés es muy común en su campo de estudio, ya que las ilusiones visuales, lejos de ser errores de nuestra percepción, ponen de relieve cómo funciona nuestro cerebro habitualmente.
“Es muy raro que se dé una correspondencia exacta entre la realidad y nuestra forma de percibirla -explica-. De forma estricta, es posible que nunca. En las ilusiones ópticas y visuales la discrepancia aún es mayor de lo habitual, por lo que son un instrumento científico muy útil para determinar cuáles son los procesos por los que nuestro cerebro construye la percepción”.
Veamos sus seis ejemplos favoritos.
1. La ilusión de la torre inclinada
Esta ilusión fue la ganadora del primer premio en la edición 2007 de The Illusion Of The Year Contest y es obra de Frederick Kingdom, Ali Yoonessi y Elena Gheorghiu.
Como se puede ver, la torre de la derecha parece más inclinada que la de la izquierda, a pesar de que las dos fotografías son idénticas. Como explica la neurocientífica, “nuestro cerebro está interpretando estas dos imágenes como si fueran divergentes, porque tiene en cuenta la perspectiva”.
Y es que si viéramos dos torres paralelas desde abajo, “deberían converger, tal y como ocurre cuando contemplamos, por ejemplo, las dos torres de Kuala Lumpur. También pasa en horizontal, como con las vías de tren”. Al ver las fotografías de las torres de Pisa “nuestro cerebro interpreta que la razón de que no converjan es que no son paralelas, sino que divergen”.
Esta ilusión muestra que nuestro cerebro está interpretando la información que recibe del mundo que nos rodea de forma muy compleja y automática, “sin que nosotros tengamos experiencia concreta de todos estos procesos”.
2. El vestido
A pesar de que muchos recuerden el vestido que era negro y azul o blanco y dorado como una anécdota sin importancia, el vestido “reveló a la comunidad científica una nueva categoría de ilusión del color”, afirma Martínez-Conde.
“Ya había ilusiones de color -explica-. Por ejemplo, un color amarillo nos podía parecer en ciertos contextos naranja. Pero todo el mundo que tuviera una visión del color normal experimentaba estas ilusiones de modo similar. En cambio, el vestido dividió a la humanidad en dos partes: los que lo veían azul y negro y los que lo veían blanco y dorado. Hasta ahora se desconocía que el mismo estímulo podía dar lugar a dos percepciones tan diferentes y al mismo tiempo tan incompatibles en sujetos con una visión del color normal”.
La fotografía del vestido, publicada originalmente en Tumblr, ha inspirado estudios científicos en diversos laboratorios de todo el mundo “y ha revelado cuestiones muy interesantes sobre la percepción del azul y sobre las diferencias individuales en la percepción del color”, cosa que en opinión de Martínez-Conde, “tenemos que agradecer a las redes sociales. Porque si no, a lo mejor habrían pasado décadas hasta que se hubiera descubierto este fenómeno”.
De hecho, para Martínez-Conde, “es muy positivo” que las ilusiones gusten y se compartan en internet. No solo por la importancia de la divulgación y la comunicación, sino también porque “a partir de esta conversación surgen ideas de investigación y se puede llamar la atención de la comunidad científica sobre fenómenos de percepción que no se hubieran conocido de otra manera, como ocurrió en este caso”.
Por cierto, os recordamos que la clave estaba en la constancia parcial del del color: la fotografía no proporcionaba la suficiente información como para que nuestro cerebro pudiera interpretarla sin ambigüedades. Podía ser tanto un vestido blanco blanco iluminado con luz azulada como un vestido azul bajo luz blanca.
3. La ilusión de tonalidad más grande
Las figuras de ajedrez de ambas fotografías son las mismas y tienen el mismo color. Solo varían las nubes que hay en el fondo, que hacen que nos parezcan figuras blancas detrás de nubes oscuras o figuras negras detrás de nubes claras. Esta ilusión fue finalista del concurso en 2005 y es obra de Barton Anderson y Jonathan Winawer.
Se trata de “una ilusión de brillo que funciona a gran escala. Las ilusiones previas de contraste funcionaban de forma local, pero esta lo hace en imágenes muy grandes, a pantalla completa e incluso con movimiento. Esta ilusión indica que para el cerebro no existen los términos absolutos: no hay un negro o un blanco como tales. Todo depende del contexto y con qué se compare”.
En este caso y como en muchas ilusiones, no podemos obligarnos a ver las figuras del mismo color, “aunque sepamos de manera intelectual que lo que vemos no correcto. Estas ilusiones forman parte de la propia circuitería neuronal”. Para verlas iguales hay que eliminar el fondo.
4. Cambios inducidos por la atención
“Hay que centrar la mirada en el punto central, pero ir prestando atención a cada uno de los puntos laterales -explica Martínez-Conde-. Según fijemos la atención en cada punto (no la mirada, que sigue en el centro), cada círculo parecerá más brillante y más sobresaliente”.
Esta ilusión también fue una de las finalistas de 2005. “Ya se conocían los efectos de la atención sobre la percepción, pero hasta que Peter Tse descubrió esta ilusión no teníamos una demostración tan inmediata”.
Este neurocientífico la descubrió por casualidad, “dando clase a sus alumnos de la Universidad de Darmouth, precisamente al ir mostrando unas diapositivas con diagramas de Venn. Se dio cuenta de que estos círculos exactamente iguales le parecían diferentes a medida que los presentaba. Cuánta gente no se habrá encontrado con una situación similar y habrá pasado de largo… -apunta Martínez-Conde-. En cambio, él decidió estudiarla con más profundidad, dando lugar a una de las ilusiones más importantes no solo de lo que llevamos de siglo, sino de la historia de los estudios sobre percepción”.
5. Las rampas magnéticas
Esta ilusión del ingeniero matemático Koukichi Sugihara ganó el concurso de 2010. “Antes teníamos objetos imposibles estáticos, como el triángulo de Penrose o como los grabados de Escher, que se pueden presentar de forma bidimensional o, con trucos de perspectiva, como objetos tridimensionales. Lo que aporta esta ilusión es una percepción de movimiento. Las rampas en realidad van hacia abajo, pero cuando se ven desde un punto de vista específico parece que vayan hacia arriba y el movimiento de la bola se convierte en un movimiento imposible”.
Sugihara ha realizado muchas ilusiones basándose en la perspectiva, como la que quedó segunda en el concurso este año, que además se ha visto siete millones de veces en YouTube.
Cada vez se crean más ilusiones “que tienen que ver con situaciones dinámicas, gracias a la tecnología y en especial a los ordenadores. Antes eran más bien estáticas, geométricas”, apunta Martínez-Conde.
Otro cambio reciente es que hay más “interconexión entre lo que es ciencia y es arte”. Por un lado, “los artistas están mucho más informados acerca de los procesos neurocientíficos, gracias a la divulgación científica, y por otra parte, los científicos intentan añadir un valor estético a sus descubrimientos”.
6. El Ebbinghaus dinámico
Esta ilusión “está basada en la ilusión clásica geométrica de Ebbinghaus. Demuestra de una forma muy llamativa cómo la tecnología puede no solo revelar nuevas ilusiones, sino también mejorar conceptos de percepción clásicos que ya se conocían”. Obra de D. Blair, Gideon P. Caplovitz y Ryan E.B. Mruczec, ganó el concurso en 2014.
El círculo central -que no cambia en ningún momento-, parece crecer y decrecer drásticamente, “de un modo que no habríamos podido ver de otra forma. Es una variante de un concepto clásico, pero podría considerarse nueva porque es cualitativamente diferente. Es un Ebbinghaus con esteroides”.
Bonus. La estrella de tonalidad alterna
Martínez-Conde también ha creado alguna que otra ilusión. Nos pone un ejemplo: esta estrella cuya configuración se puede modificar en su página web. Cuanto más cerrado es el ángulo de las puntas de la estrella, los pliegues dan la impresión de ser más pronunciados. Al invertir los colores usando el contraste, los pliegues dan la impresión de ir hacia adentro en lugar de hacia afuera.
¿Pero quién crea una ilusión óptica?
Muchas ilusiones visuales tienen autor conocido. Martínez-Conde explica que se trata por lo general de neurocientíficos o de artistas (como pintores, escultores y diseñadores). A veces se descubren casi por casualidad, pero a menudo se crean a propósito. También pueden surgir a raíz “de una predicción teórica”. Si sabemos "que existen unos mecanismos en el sistema visual y neurofisiológico, podemos deducir un efecto visual, aunque no se haya dado antes”. En estos casos, las ilusiones son “una forma de verificar y validar o refutar una teoría científica”. Es decir, pueden funcionar como un experimento científico.
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