La semana pasada el escritor Nicolás Alvarado protagonizó una polémica en redes sociales por su columna en la que critica la música e imagen de Juan Gabriel. La frase más controversial del texto es la que describe a las lentejuelas que usaba el cantautor como nacas. El uso de esta palabra fue considerada por muchos inadmisible para el director de TV UNAM. A raíz de las protestas, Alvarado renunció este cargo.
En una entrevista con Ciro Gómez Leyva el pasado lunes, el escritor aseguró que su intención no fue insultar al cantautor y que él no considera naco una palabra ofensiva. “Naco no es una categoría derogatoria; es una categoría cultural que lo que busca expresar es aquello que resulta, en su intento por ser bello o por ser llamativo, agresivo”, dijo.
La palabra naco tiene varios significados en los diccionarios de la Real Academia Española y el de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, las dos principales referencias de la lengua en el país, pero ninguna se asemeja a la definición de Alvarado. De acuerdo a la RAE, naco es sinónimo de indio (de los pueblos indígenas). El de Mexicanismos la define como algo o alguien que se percibe como vulgar, de mal gusto; sin urbanidad o civismo; de origen indígena, o de bajos recursos.
En su libro de ensayos Días de Guardar, Carlos Monsiváis explica que la palabra es probablemente una abreviación o que deriva de la palabra totonaco, un pueblo indígena proveniente de Veracruz, y que posiblemente se comenzó a usar en la época colonial para describir de forma despectiva “lo que el mestizaje no disipa: los rasgos de origen indígena, el signo de la raza de bronce”.
El término, escribe Monsiváis en su obra Escenas de pudor y liviandad, se utilizó para representar un estereotipo de las personas de origen rural o humilde en zonas urbanas, en la que se encuentran completamente inadaptados. Este concepto ha estado presente desde los años treinta en la literatura, el cine y más tarde en la televisión mexicana. El personaje Cantinflas fue uno de sus máximos representantes, apunta Monsiváis. A este se le describe como un pelado, una especie de precursor del naco, un hombre de origen humilde en una gran ciudad, sin educación o buenos modales y que no inspira mucha confianza.
El personaje del actor Mario Moreno también cumplió la función de darle un giro humorístico y hasta de celebración a las clases pobres de México, apunta Monsiváis. Este objetivo ha sido retomado por otros personajes del cine y la televisión como El Barnaby, personaje de Eugenio Derbez y La Chupitos, interpretado por la comediante Liliana Arriaga.
Unos años más tarde, entre las décadas de los ochenta y noventa, existió un esfuerzo por revertir el uso de la palabra a algo positivo y un motivo de orgullo, explica Yvette Bürki de la Universidad de Berna (Suiza) en su artículo La Figura del naco en la sociedad mexicana actual. Dos de los principales líderes de este movimiento fueron los grupos Botellita de Jérez y La Maldita Vecindad que popularizaron la frase Naco es chido “por su afán de recuperar lo popular en su expresión artística”.
Martha Delfín, historiadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, dice a Verne vía telefónica que ve un objetivo similar en la marca de ropa Naco que surgió en 1999. “Esta busca resaltar los motivos mexicanos urbanos como la lucha libre o la comida callejera, es una forma de decir soy naco y qué, estoy orgulloso de serlo.”
El problema con esta especie de redefinición, agrega Delfín, es que el origen discriminatorio de la palabra no cambia. “Aunque se vea como algo positivo, persiste como un elemento diferenciador de clases y ese siempre ha sido el propósito de la palabra naco: distinguirse del otro, dejar claro que el de al lado no es igual a mí por su apariencia o condición social”, dice la académica. “Por eso creo que será muy dificil que la palabra deje de ser ofensiva”.
Naco mantiene su sentido peyorativo, pero según un estudio ahora se usa para criticar más las acciones y no tanto a las características de una persona. Los resultados de una encuesta realizada en la Ciudad de México por la lingüista Sandra Strikovsky de la UNAM muestra que la mayoría relaciona la palabra con una persona cuyas acciones son groseras o desconsideradas y se asocia cada vez menos a una condición social u origen étnico. Según el estudio, existe una tendencia a utilizarla de forma humorística y ligera entre personas de confianza y que se evita su uso en un ambiente público o con personas desconocidas.
“En este contexto la gente se llama naca una a la otra para criticar acciones o una apariencia de mal gusto, exagerada o vulgar”, explica a Verne Félix Báez-Jorge, antropólogo de la Universidad Veracruzana. “Esto se acerca a la definición de Nicolás Alvarado, con la gran diferencia de que Juan Gabriel no era una persona de confianza para él, por lo que el comentario se considera peyorativo e inapropiado”, comenta. El académico añade que sin importar el contexto en el que se dice la palabra, esta refleja el racismo y la discriminación de clases que persiste en México. “Es una realidad y un gran problema en este país pero tiende a omitirse o a negarse, aunque recientemente se empieza a hablar más del tema”.
Baéz-Jorge asegura que no se puede saber mucho sobre el actual significado de naco en la sociedad si no se realiza un estudio profundo al respecto. “Lo que podemos ofrecer los académicos hasta ahora son hipótesis, nada más. Para entender el uso de naco y el racismo y la discriminación que lo rodean es necesario un análisis completo, pero eso requiere mucho tiempo y dinero, algo que hasta ahora el gobierno no ha querido invertir”.
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