¿Tiene algún beneficio sonreír aunque no te apetezca?

Un estudio clásico apunta que forzar una sonrisa hace que estemos más contentos. Pero no está tan claro que sea así

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Para Bob Esponja, todos los días son el Día Mundial de la Sonrisa
Para Bob Esponja, todos los días son el Día Mundial de la Sonrisa

El primer viernes de octubre es el Día Mundial de la Sonrisa, una jornada inventada en 1999 por Harvey Ball, el diseñador de la Smiley Face (cara sonriente). Ball creó esta conocida cara amarilla sonriente en 1963, para una campaña de marketing interna llevada a cabo tras la fusión de dos aseguradoras estadounidenses. Estas acciones estaban destinadas a mejorar el ánimo en la nueva compañía, ante los temores de despidos. Y una de ellas fue repartir el pin sonriente diseñado por Ball.

En los años 90, la imagen se convirtió en un negocio que actualmente factura más de 130 millones de dólares, según recoge la revista del Smithsonian, el instituto de educación e investigación estadounidense. Eso sí, Ball solo cobró 45 dólares por su trabajo. Jamás registró la marca.

The Smiley Company

Quizás nos parezca siniestro que una empresa intente convencer a sus empleados de que sonrían. Pero esta iniciativa no se aleja mucho de los consejos de quienes nos animan a sonreír y a poner -pido disculpas por lo que viene a continuación- “a mal tiempo buena cara”.

Y eso por no hablar del mensaje que nos hemos encontrado muchos este viernes en Facebook: “Contagia la alegría y la felicidad en el Día Mundial de la Sonrisa”, que para muchos ha sido motivo suficiente para comenzar la jornada con náuseas.

Lo peor de todo es que quizás tengan razón: hay estudios que muestran que si sonreímos, tengamos o no motivos para hacerlo, estaremos más contentos. Por suerte para los que no entendemos, por ejemplo, por qué hay que sonreír en las fotos, estos trabajos se han puesto en duda recientemente.

Es muy temprano para esto, Facebook

¿Quieres ser feliz? Cómprate un boli

Una emoción provoca un comportamiento: estoy contento y, en consecuencia, sonrío. Pero según la psicología propioceptiva también puede pasar lo contrario: un comportamiento puede provocar una emoción. Es decir, sonrío y por eso estoy más contento.

Uno de los estudios más conocidos al respecto es el dirigido por Fritz Slack, de la Universidad de Mannheim (Alemania). En este trabajo, publicado en 1988, se ponía a prueba esta hipótesis que ya habían propuesto Charles Darwin y William James. Y se hacía con la ayuda de un bolígrafo (aunque se suele hablar de este trabajo haciendo referencia a un lápiz).

Strack dividió a los participantes en dos grupos y les puso a leer tiras cómicas. Uno de los grupos debía sostener un bolígrafo entre los dientes, sin que tocara los labios. El otro debía aguantar el boli con los labios, pero sin usar los dientes. Los que lo sostenían solo con los dientes estaban imitando un gesto similar al de una sonrisa, mientras que los demás fruncían el rostro sin ser conscientes de ello.

Los que habían forzado una sonrisa estaban más contentos y calificaron las tiras cómicas de más graciosas que el otro grupo de participantes, explica Richard Wiseman en 59 Seconds "Otros trabajos han demostrado que este aumento en la felicidad no desaparece en el momento en que la gente deja de sonreír. Permanece, afectando a muchos aspectos del comportamiento, incluyendo interacciones más positivas con otras personas y una mayor tendencia a recordar eventos felices de sus vidas”.

El trabajo de Strack se ha replicado en muchas ocasiones y con muchas variantes, como recuerda Daniel Engber en Slate. Incluso se ha sugerido que una sonrisa forzada nos haría menos racistas o más creativos. También se han visto resultados similares con personas que se habían inyectado bótox, ya que esta sustancia provoca rigidez en los músculos de la cara.

Estos estudios también van en línea con otros de la llamada cognición incorporada (embodied cognition), es decir, de cómo tu cuerpo influye en tu manera de sentirte y de pensar. Hay experimentos que muestran que la experiencia de lavarte las manos se asocia con la pureza moral y con los juicios éticos, y que si llevas una carpeta, te sentirás más importante. Hay más: sostener una taza caliente haría que nos comportáramos de forma más generosa y cariñosa que cuando sostenemos una bebida fría.

Espera, no sonrías aún

A pesar de que el trabajo de Strack se ha repetido y citado muchas veces, sus resultados se han puesto en duda recientemente. Este verano se publicó otro estudio, dirigido por E. J. Wagenmakers, de la Universidad de Ámsterdam, cuyo propósito era intentar replicar el trabajo original de Strack. Colaboraron 17 laboratorios y participaron 1894 personas. Su conclusión: forzar una sonrisa con un boli no hacía que los participantes se lo pasaran mejor con las tiras cómicas.

“En general, los resultados fueron inconsistentes con los originales”, recoge este trabajo, y además, de “un modo estadísticamente convincente”. Eso sí, 9 de los 17 laboratorios registraron resultados que iban en el mismo sentido que el de Strack.

Imagen del estudio de Wagenmakers, en el que se muestra cómo sostener el bolígrado. Quentin Gronau

Strack no está de acuerdo con Wagenmakers. Escribió un comentario que se publicó junto con el estudio, en el que recuerda que hay otra veintena de experimentos anteriores que han “demostrado el efecto esperado en el procedimiento del bolígrafo a la hora de hacer juicios evaluativos”.

El psicólogo hace algunas críticas al intento de replicar su trabajo, como por ejemplo que se grababa en vídeo a los participantes, lo que podría haber “interferido en sus experiencias internas y suprimido sus respuestas emocionales”. También cuestiona que se usaran las mismas tiras cómicas, sin tener en cuenta que han pasado casi 30 años desde entonces. Y apunta que los participantes eran estudiantes de psicología, por lo que quizás conocían el estudio original, cosa que también podría haber influido en los resultados (aunque al parecer aún no habían dado ese estudio en clase).

Es decir, no se puede afirmar que el trabajo de Strack esté completamente refutado, pero como recuerdan en Science of Us, este estudio se une a otros análisis recientes que han mostrado problemas para replicar estudios anteriores en psicología. Uno de ellos, publicado en Science, solo pudo conseguir resultados similares en 36 trabajos de un total de 100.

Materia escribió sobre este análisis, recogiendo las declaraciones de su director, Brian Nosek. Este psicólogo estadounidense recordaba que “para tener éxito en la ciencia, los investigadores necesitan publicar, y algunos resultados son más fáciles de publicar que otros. En particular, aquellos que son novedosos y apuntan en direcciones nuevas y emocionantes”, con independencia de si se pueden o no reproducir.

Entonces, ¿qué deberíamos hacer hoy, Día Mundial de la Sonrisa? Me temo que la ciencia no puede ayudarnos. Sonríe si te apetece. Gruñe si así te sientes más cómodo. Y, si crees que puede funcionar, sostén un lápiz con los dientes, pero sin tocarlo con los labios.

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