Calígula nació y creció entre legionarios romanos y pasó su infancia disfrazado como uno más. Claro que el niño no se llamaba Calígula. Su padre lo vestía así para divertir a los soldados, que eran conocidos como caligati. A estos, a su vez, el apodo les llegó por los pies, puesto que siempre calzaban caligae, que eran como botines abiertos, amarrados al tobillo y con la suela claveteada. Siempre se dijo que esos pequeños clavos permitieron a los legionarios romanos caminar incansablemente por terreno irregular y llegar a cualquier lugar con el calzado y los pies intactos. Pero había algo más. Los clavos tenían unos aliados antiestéticos y útiles: los calcetines.
Mientras que algunos historiadores y arqueólogos consideran que el calcetín bajo la caligae sirvió a los legionarios romanos para proteger el pie del frío y las rozaduras, otros creen que llevar el pie desnudo favoreció la ventilación durante las largas caminatas.
Entre los primeros, Adrian Goldsworthy es el más citado en la academia. El autor de El ejército romano escribió: “También es ilusoria la aparente desprotección ante las inclemencias climatológicas, ya que parece que las caligae se utilizaban normalmente con calcetines. En una representación de guardias pretorianos aparece un calcetín abierto en los dedos y en el talón, utilizado durante un desfile. Gradualmente, a partir del siglo II d. C., se hicieron cada vez más comunes otros tipos de calzados más cerrados”.
Más liado que la pata de un romano
Casi todo lo que sabemos del calzado romano nos lo ha enseñado un dicho para decir que estamos muy atareados: “Estoy más liado que la pata de un romano”. Pero no todos los romanos calzaban o vestían igual. La indumentaria les servía para hacer alarde de su clase social y, en algún momento, tal distinción incluso se convirtió en una obligación regulada por las leyes suntuarias.
Ana Cristina Esquinas, especialista en arqueología romana, da una idea sobre qué era lo que ataba la pierna del romano: “Eran tiras de cuero, lino, tendones e incluso cordones realizados con tripas secas y retorcidas.”
Dos hallazgos arqueológicos en Gran Bretaña son, hasta la fecha, las muestras más antiguas de la combinación de sandalia y calcetín. Primero, apareció un pie. Era de bronce, pertenecía a una estatua y estaba en una excavación romana al sur de Londres. Este pie, hallado en templo romano de Southwark (Londres), insinúa la presencia de un calcetín. Varios años después, aparecieron restos de fibra que podrían ser de calcetines junto a sandalias en North Yorkshire, también en Inglaterra. En ambos casos, los expertos relacionaron esta combinación con el clima frío.
“Los soldados romanos empleaban caligae con medias de lana tejida o fieltro, para paliar el frío durante la conquista de las provincias del norte. Es muy posible que allí arraigase esa costumbre desde entonces, teniendo en cuenta el abundante ganado lanar”, detalla Karin Wachtendorff, historiadora del arte especializada en moda histórica y autora del blog Historia de la moda y los tejidos.
Aunque este calzado de suela claveteada tiene un origen castrense, tal fue su éxito sobre terreno irregular que se extendió al resto de la sociedad romana y las calzaba cualquiera que viajara a pie.
Los viajeros
La historia de la sandalia con calcetín está marcada por la utilidad: cubrió del frío a los romanos, protegió los pies de a quienes no tenían acceso a las medias y aún son de vital importancia para los diabéticos, que sufren especialmente a causa de las rozaduras. Aun así, todavía causa risa.
Wachtendorff apunta que esta costumbre surgió en el siglo XIX, “cuando los viajeros románticos europeos comenzaron a visitar otros países, estableciendo mitos y estereotipos sobre la idiosincrasia de las gentes de aquellos lugares que visitaban, incluyendo su forma de vestir”. Y apunta: “Los países latinos solemos responder con sorna e incluso con rechazo hacia todo aquello que nos resulta chocante a nivel estético sin pararnos a pensar ni a buscar el porqué de tal o cual costumbre vestimentaria. Es un tema educacional: nos quedamos con la fachada”, explica Wachtendorff.
TOP 15 cromos más extraños de la historia de La Liga. Difícil superar a Alkiza con chanclas y calcetines https://t.co/ik83Dpttvq pic.twitter.com/ExRE4WI4H3
— Sphera Sports (@SpheraSports) 28 de agosto de 2017
La Segunda Guerra Mundial volvió a dar alas a la combinación. Así lo explica Wachtendorff: “Las medias de nylon comenzaron a escasear, pues a finales de 1941, la empresa Dupont detuvo la fabricación para dedicarse de lleno a la producción de paracaídas para la guerra. A partir de ese momento, tanto las medias de nylon como las de seda se convirtieron en un elemento de lujo codiciado y perseguido por las mujeres. A falta de medias, las mujeres tuvieron que recurrir a los calcetines, que combinaban con sus sandalias topolino”.
El apocalipsis: a las pasarelas
Este año la modelo Kendall Jenner se calzó unas sandalias con calcetines y se paseó por la alfombra roja, Luis Vuitton las ha rescatado para su colección primavera/verano de 2018 y Gucci lanzó recientemente un diseño que parece una broma: es calcetín y sandalia a la vez y cuesta 1.200 euros.
También se ven en el mundo del videojuego, como las chanclas con calcetines del protagonista de Soldado 76, personaje de Overwatch, o el videojuego social Habbo, cuyos administradores utilizaron este mismo reclamo para varias actividades del juego.
¿Podemos hablar de Soldier 76 y sus chanclas con calcetines? pic.twitter.com/721wIsj9Sl
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📰 » Noticia | 🇪🇸 [INT] ¡Nuevo Juego de Chanclas y Calcetines! 🧦👡 -
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Los redactores de El Jueves han querido contribuir a frenar esta lacra inventando una ley municipal conocida como "A tu puta casa por payaso" que se ocupará, en primer lugar, de expulsar a aquellos que vayan a Barcelona con chanclas y calcetines.
Quién sabe si las sandalias con calcetines no acabarán en Instagram con filtro Valencia y con una popular etiqueta. Ya existe.
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