Desde el primer día de Coqueto, Mejor Ver he insistido en la rapidez con la que vuelan los pisos. Esta es la historia de una tragicomedia representada en cinco actos. Tuvo lugar un viernes:
Primero. 11:55 Llega la alerta de un nuevo piso en alquiler a mi bandeja de correo electrónico.
Segundo. 12:20 Me doy cuenta de que tengo un correo sin leer, lo miro y me enamoro al instante. ¡Tiene todo lo que necesito! Llamo al número aunque estoy en la oficina. Le digo que puedo acercarme a verlo por la tarde, pero que le confirmaré la hora. TENGO QUE PEDIR PERMISO EN EL TRABAJO PARA ESCAPARME UN RATO Y ME DICEN QUE SÍ.
Tercero. 13:18 Le envío un mensaje de WhatsApp al dueño para confirmarle la cita: a las 16.30 (poco más de 3 horas más tarde) puedo acercarme a ver el piso.
Cuarto. 14:01 Me responde: No vengas, ya está alquilado
Quinto. 14:03 Mi corazón está roto.
No es la única vez que me ha pasado, pero es la más reciente. Y tampoco es tan raro, te pongo dos ejemplos de hace unos días:
Uno era bonito y no tenía mala pinta, pero se me iba de precio (porque, ya sabes, me gusta hacerme daño poniendo alertas algo superiores a mi presupuesto). Dos horas después de llegar el correo, ya no estaba disponible.
Con este otro, ni siquiera me dio tiempo a ver cómo era. Ese día me quedé sin batería en el móvil y la alerta llegó sobre las 20:30, cuando ya estaba apagado. Cuando pude cargarlo, dos horas después, el anuncio ya no estaba.
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