No podemos dejar de hacer esta pregunta: “Velaske, ¿yo soy guapa?”. El responsable de esta obsesión que llega a más víctimas cada día desde hace una semana es Christian Flores, un barcelonés de 29 años que trabaja desarrollando vídeos en Playground. Flores ha lanzado un vídeo en el que cuenta el trasfondo de Las Meninas a ritmo de trap y con el que además nos ha dado una clase de historia. Para ello, no utiliza más que el famoso metacuadro de Velázquez y su sentido del humor.
Las Meninas está perfectamente ideado para llevar al espectador a preguntarse qué pasó, a sentirse dentro. Pero desde aquel capítulo de El Ministerio del Tiempo que nos trasladó al cuadro, nadie logró que tanta gente se sintiera dentro de la obra ni que se preguntara quién fue la infanta Margarita y por qué quería que le dijeran guapa. Christian Flores lo ha hecho. Ha creado un vídeo en el que Margarita y Velázquez protagonizan un trap disparatado.
La escasez de recursos podría ser la clave de un vídeo en el que apenas un cuadro sirve para contar una historia. Este efecto lo consiguió el creador gracias al zoom y al movimiento de la boca de algunos personajes. Todo ello combinado con una letra absurda, adaptada al lenguaje trapero de rimas intencionadamente cutres, que dota de un encanto especial al conjunto. Y no solo eso: es una clase de historia que imparte el mismo Velázquez.
“Yo trabajo en un sitio donde a todos nos piden innovación, experimentación y que sea barato, lo cual puede parecer una desventaja pero de alguna manera hace que de vez en cuando surjan buenas ideas”, cuenta Flores a Verne. Su idea inicial consistió en mezclar trap e historia “porque era un contrapunto que me hacía gracia imaginar”. Una vez eligió Las Meninas, experimentó con la realización del vídeo, escribió la letra y creó la música.
¿Quién fue Margarita?
Margarita Teresa de Austria, hija de Felipe IV y de Mariana de Austria, nació el 12 de julio de 1651 en Madrid. La niña que quería salir en un cuadro de Velázquez se convirtió, con el tiempo, en uno de los personajes más habituales en la obra del pintor. La infanta aparece a menudo con vestidos pomposos. Bajo sus faldas siempre se esconde un enorme guardainfantes, predecesor de la crinolina, que realza su forma femenina desde la infancia. Una de las características del personaje, o lo que percibimos en los cuadros en los que la pintan, es la inexpresividad de su rostro, a pesar de su juventud, y una postura hierática impropia de una niña, a menos que esté predestinada a salvar una monarquía.
En el vídeo viral, es Velázquez quien le cuenta su futuro: se va a casar con su tío Leopoldo I, va a ser madre a los 15 años y va a morir a los 21, a raíz de las complicaciones de su cuarto parto. Su reacción es hilarante, inesperada y triste: “Entonces, soy guapa”. Una deducción tan lógica -me voy a casar porque soy guapa- para la mentalidad de la época como frívola. Puede que sea ese el momento culmen del vídeo. Pero la responsabilidad de Margarita desde que nació fue desmesurada: garantizar la continuidad de una dinastía real devorada por la endogamia.
El padre de Margarita, Felipe IV, se había casado con su sobrina. Así ocurrió con Margarita que, a su vez, tuvo que casarse con su tío, Leopoldo I, para garantizar la reconciliación y la continuidad de su dinastía.
La niña adulta
Hasta ahora, los análisis de Las Meninas se han orientado hacia el pintor y su capacidad innovadora. Pero, ¿qué hay de esa niña que viste como una adulta, que no muestra ningún tipo de emoción y que vive rodeada de otras mujeres que la visten, le dicen lo que tiene que hacer y la entretienen?
Según Karin Wachtendorff, historiadora del arte especializada en moda, la vestimenta no difería entre niños y adultos en el siglo XVII. “Hoy nos choca, pero entonces la niña llevaba guardainfantes, cartón de pecho -y eso que no tenía pecho-, cotilla. Eran partes del vestido idénticas a las de sus madres, con la limitación de movimiento infantil que todo eso acarrea”, dice Wachtendorff.
Solo a partir del siglo XX, añade Wachtendorff, niños y adultos comenzaron a vestir de manera diferente. “Era tal la opresión femenina que reflejaba la indumentaria, que puede verse en este cuadro. Esta niña vivía en una jaula de oro y vestía con ropas que eran otra jaula”, añade. El vídeo de Christian Flores está contando un drama. “Está mostrando una realidad. Quizá un chaval de 17 años no verá el trasfondo del drama de esta niña, pero está ahí: es como una adulta en pequeño”. Una tragedia que terminó con su muerte, el 12 de marzo de 1673, al dar a luz a su cuarto hijo.
El autor del vídeo ha compartido con Verne su propia visión de la infanta: “La historia de Margarita es tristísima, la veo como una víctima total de sus circunstancias. Tuvo una vida terrible. Aunque aquí hay una proyección grande por mi parte”. Con esto, se refiere a un mensaje que todas hemos recibido aun siendo niñas y que él decidió llevar a un escenario de hace cuatro siglos: si no estás guapa, no te van a querer.
Lamentablemente, no es un anacronismo: “Hice una conexión entre esa atención tan enorme que está recibiendo Margarita y un caso personal que he vivido alguna que otra vez que es ver cómo a las niñas pequeñas se les construye la autoestima desde el machismo. El hecho de tener que ser coqueta, ser femenina y estar guapa, si no cosas malas van a pasar, es algo muy rancio. Esto se hace con la mejor de las intenciones desde la familia, pero perpetúa esta concepción viejuna que en ningún caso tiene que vivir el hombre”. Lo había pensado a menudo, así que no tardó en aparecer a la hora de buscar una idea para su vídeo. “El resto fue reducirlo al absurdo llevándolo al lenguaje trapero”, añade.
“Libre y alegremente paseamos por esa ciénaga tan nuestra, por ese siglo que llamamos de oro, porque entre tanta apariencia, tanta representación, crecían hombres libres que escribían, que pintaban a la Corte con sus caras miserables”, escribió Javier Rioyo en La vida golfa. Su idea del entorno de Margarita y, especialmente de su padre, Felipe IV, al que describe como “galán de monjas”, no era clemente en absoluto: “Decadente, barroca, con la luz de Velázquez, los autos de Calderón, las meninas de la Corte, los endemoniados en la hoguera, las noches en El Retiro, las monjas histéricas, los condes asesinados, los bastardos reales, el diablo Cojuelo, los alumbrados, los quemados en la Plaza Mayor...”.
Flores ha rescatado a una Margarita rebelde e insegura con la que es fácil empatizar. Un personaje tan magnético como puede serlo cualquier niño preocupado. A la Margarita de Flores le angustia estar guapa, pero aun así se rebela: “Es que no es normal, que yo con cinco años recién cumplidos, con cinco años, mi mayor miedo sea no casarme”. Lo que cuesta creer es que una infanta tuviera tales preocupaciones, que sí podrían haber sido las propias de cualquier otra niña de su época.
Lo que plantea el vídeo de Flores va más allá de la preocupación de una niña consentida que vive en ese contexto y espera que le digan constantemente lo guapa que es: aborda, con un gran sentido del humor, la necesidad humana de la aceptación en el entorno en el que cada persona cae al azar. Como la propia Margarita dice en el vídeo: “Y la vida en el palasio es mu aburrida. Tenemo ke inventarno drama”.
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