‘Ninis’ en México: una radiografía de los jóvenes que no estudian ni trabajan

Las personas que se dedican al cuidado del hogar también son consideradas ‘Ninis’ aunque su labor también aporta valor a la economía, consideran especialistas del INEGI

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Foto: Cuartoscuro.
Foto: Cuartoscuro.

Alejandro Sánchez dejó la escuela hace año y medio ya que consideró que estaba perdiendo el tiempo y en este momento no tiene un trabajo fijo. Sin embargo, si se le menciona la palabra nini se considera ofendido. “Yo no soy ningún nini, porque sí trabajo y ayudo a mi mamá en la casa”, dice el joven de 19 años a Verne desde su domicilio en Iztapalapa (Ciudad de México). “Los ninis son vagos y yo no soy eso”.

Sin embargo, él forma parte del sector de la población catalogado como ninis (jóvenes que ni estudian, ni trabajan), que actualmente suman 3,9 millones de personas de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Educación y Empleo elaborada por el INEGI. Este grupo poblacional le cuesta a México 194.090 millones de pesos anuales o 0,9% del Producto Interno Bruto, según un reporte de la OCDE publicado en enero de este año.

Aunque el término no es nuevo, sigue generando un fuerte debate en redes sociales. Un video compartido el 5 de enero en Facebook sobre el origen y presunta responsabilidad de este fenómeno poblacional acumula más de 9,6 millones de reproducciones y ha sido compartido más de 296.000 veces desde su publicación. “Debemos dejar de tolerar a estos inútiles a los que llamamos ninis”, dice el autor del video.

En 2010, José Narro, entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, hizo referencia al término y señaló que se contabilizaban más de siete millones de jóvenes en esta situación. No obstante, esta cifra puede ser imprecisa. El artículo Ninis: factores determinantes, publicado en diciembre de 2017 en la revista Realidad, Datos y Espacio del INEGI, indica que existen varios factores para contabilizar a los jóvenes y diversas variables para que una persona pueda ser catalogada como nini. Estas variables incluyen la localidad en la que vive, el entorno del hogar y las del propio individuo.

“Existe un concepto muy burdo de ninis que deja fuera elementos muy importantes como el trabajo doméstico”, dice a Verne Gerardo Leyva, investigador del INEGI y especialista en desarrollo económico. “Para hacer una medición precisa tenemos que aplicar filtros conceptuales: los que se dedican voluntariamente a labores del hogar y también quienes lo hacen porque no tienen otra alternativa”, dice vía telefónica.

Gerardo Leyva y Rodrigo Negrete, ambos especialistas del INEGI, elaboraron un estudio en 2013 donde mencionan que el término nini sugiere que más allá del mercado laboral y el proceso de selección educativa, no existe otro ámbito de actividad que valiera la pena ser mencionado. “Existen mujeres que voluntariamente se dedican a las labores del hogar y otras que lo hacen porque les corresponde por rol de género; ahí es cuando decimos que están atrapadas en el hogar”, dice Negrete a Verne.

De acuerdo con los datos más recientes proporcionados por los especialistas, no se debe hablar de ninis, sino de una “población joven de interés” que no puede ejercer sus derechos de obtener un empleo o recibir educación en una institución. “Hemos identificado un segmento que no tiene ningún rol permanente en el hogar, es decir que respecto a las labores domésticas no tiene una tarea identificable y que tampoco asiste a una escuela”, dice Leyva. El total de jóvenes en esta situación es de poco más de 443.000 jóvenes a mediados de 2017, de los cuales, el 90 por ciento son hombres.

“No estamos hablando de un ejército de desocupados que están varados en una esquina durante meses, sino un sector que permanece desocupado por periodos y que es muy variable de un trimestre a otro”, detalla Negrete. “Algunas de las variables asociadas a este fenómeno son el tamaño de la localidad y particularmente se asocia a localidades agrícolas”.

Aunque la cifra es significativamente menor que los siete millones de los que hablan algunos documentos, para Leyva y Negrete estos 443.000 jóvenes desocupados son un indicativo de que se tienen que mejorar las políticas públicas para garantizar que la población jóven pueda ejercer sus derechos a la educación y al empleo. “Encontrar un responsable no tiene sentido: en el fondo hablamos de problemas de pobreza y marginación que deben ser superados”, dice Leyva.

Para Sánchez, quien cuida de sus hermanos menores en casa y hace trabajos de construcción por temporadas, el término nini no refleja la realidad de la juventud. “Claro que hay chamba, pero toda está muy mal pagada y te esclavizan”, dice. Aunque la calidad del empleo no es una variable que se tome en cuenta para designar a los ninis, Leyva y Negrete consideran que la precariedad del trabajo es fundamental. “Las personas no se pueden dar el lujo de no tener empleo”, dice.

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