¿Hojas o perlas? El debate entre heraldistas y diseñadores sobre el logo de la Generalitat Valenciana

Encontrarás el motivo de la discusión sobre las puntas de la corona

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La Generalitat Valenciana celebra este año los 600 años transcurridos desde que se convirtió en un órgano permanente. Uno de los primeros actos de este aniversario fue la presentación, el martes 30 de enero, del rediseño de su símbolo institucional.

Si comparamos ambas imágenes, apenas notaremos diferencias sustanciales. Efectivamente, Dani Nebot y Nacho Lavernia, sus diseñadores, explicaron aquel día que su intención había sido la de simplificar el símbolo anterior mediante la reducción de veintidós a ocho elementos gráficos.

Sin embargo, pese a que en apariencia los cambios no hayan sido muy radicales, un detalle hizo fruncir el ceño a Fernando de Benito, responsable del departamento de Heráldica de la Academia Valenciana de Geneaología y Heráldica.

Este detalle se sitúa en las puntas de la corona. Para Fernando de Benito, la sustitución de las hojas de acanto por perlas es algo discutible desde el punto de vista histórico, ya que las hojas de acanto se asocian a las coronas reales, mientras que las perlas están asociadas a las coronas de los vizcondes. El rediseño "ha degradado el Reino a un mero vizcondado", declaró al diario Las Provincias.

Como veremos en las próximas líneas, este debate no solo trata sobre matices academicistas, sino que nos habla sobre la manera en la que el diseño conversa con la historia.

El emblema de la Generalitat Valenciana está descrito en la ley de símbolos de 1984. En esa ley se menciona que el emblema debe basarse en la heráldica del rey Pedro el Ceremonioso, que se considera representativa del Reino de Valencia. Y, a continuación, recoge una descripción de aquel emblema. Aunque el lenguaje suene hoy engolado, reproducimos esa descripción:

Escudo: inclinado hacia la derecha, de oro, con cuatro palos de gules. Timbre: yelmo de plata coronado; mantelete que cuelga en azur, con una cruz paté curvilínea y fijada con punta aguzada de plata, forrado de gules; por cimera, un dragón naciente de oro, alado, linguado de gules y dentado de plata.

Sí, la descripción suena recargada. Sin embargo, no deberíamos despreciar el tremendo esfuerzo de concisión que encierran estas descripciones. "El lenguaje heráldico ha buscado siempre la mayor precisión en los términos, la posibilidad de describir el escudo de forma inequívoca con el menor número de palabras", nos explica José Antonio Vivar del Riego, numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía.

A estas descripciones, que mezclan la contención de los haikus con la refulgencia de los yelmos, se las conoce como "blasonamientos". Para reconstruir con fidelidad los escudos heráldicos, como el que ha escogido la Generalitat como símbolo, los especialistas suelen basarse, además de en los testimonios gráficos, en estas descripciones antiguas, algunas de las cuales proceden incluso de los ceremoniales de la época medieval.

Las descripciones que adoptan las normas sobre símbolos territoriales no son necesariamente las mejores. "Detrás de una norma puede haber una labor de documentación buena o una mejorable", afirma José Antonio Vivar del Riego.

Sea como sea, no cabe discusión en que el blasonamiento recogido por la ley de símbolos valenciana no menciona en ningún momento que las puntas de la corona contengan hojas de acanto o perlas. Habla, sencillamente, de un "yelmo de plata coronado".

Esta es una de las razones por las que Dani Nebot, uno de los diseñadores, considera que su rediseño cumple perfectamente con los requisitos impuestos por la ley de símbolos, según explica a Verne en conversación telefónica. "Si el diseño recoge todos los elementos requeridos por el blasonamiento, como ocurre en este caso, estaremos ante una interpretación perfectamente válida", asegura.

Sin embargo, Fernando de Benito nos dice, también por teléfono, que, aunque no aparezca en el blasonamiento, el diseño debería haber tenido en cuenta la asociación histórica existente entre las hojas de acanto y los reyes, porque las coronas medievales solían tenerlas. José Antonio Vivar del Riego opina en el mismo sentido: "Hoy día acopiamos una rica tradición en la que una corona de seis perlas no es lo mismo que una corona real abierta de ocho florones".

Aunque esta asociación existe, el diseñador se escuda en que no se hizo oficial hasta la época barroca, con Mariana de Austria y Carlos II, de manera que, en la época de Pedro el Ceremonioso (1319-1387), no existía ninguna ley que vinculara legalmente las hojas de acanto con las coronas reales.

Si seguimos hablando de la época de Pedro el Ceremonioso, las cosas pueden ser más enrevesadas. Primero, porque, según recuerda José Luis Sampedro Escolar, numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, aunque todas las coronas medievales llevaban hojas de acanto, muchas llevaban también perlas incrustadas sobre esas flores. Es decir, que hojas y perlas podían cohabitar felizmente. Y, segundo, porque entonces las coronas se reservaban exclusivamente para los reyes, de manera que los vizcondes no las llevaban.

Todo lo expuesto hasta ahora nos permite entender que tanto la postura de Dani Nebot, el diseñador, como la de Fernando de Benito, el heraldista, sean justificables desde un punto de vista histórico.

Algunos escudos heráldicos valencianos del siglo XVI. Fernando de Benito

Y ahora, hablemos de diseño

La heráldica y el diseño no siempre comparten sus objetivos, pero se ven obligadas a convivir en situaciones como esta. Y la relación no siempre es sencilla. "Son muchos los ejemplos de logotipos e imagotipos heráldicos absolutamente fallidos. De ahí que desde el campo de la heráldica se haya generado un gran recelo a cualquier transposición de escudos como logotipos", nos cuenta José Antonio Vivar del Riego.

Además de recoger todos y cada uno de los elementos que aparecen en el blasonamiento, Dani Nebot nos explica las dos cosas que los diseñadores tampoco pueden perder de vista al reproducir un escudo heráldico: "Las técnicas de reproducción que vayan a emplearse (no es lo mismo hacer un diseño para una moneda que para un tapiz) y la sensibilidad del momento en que vaya a reproducirse".

En este caso concreto, nos explica Dani Nebot, la reinterpretación que han hecho los diseñadores del antiguo símbolo, que ya tenía 33 años, persigue que "pueda reproducirse a una escala muy pequeña en superficies pixeladas, como en las pantallas de nuestros móviles, sin dejar de ser fiel a cada uno de los elementos que reconoce la ley de símbolos".

Nos serviremos de un ejemplo de nuestra cosecha, quizás un poco extremo, como pasado por un espejo curvo, para ilustrar las implicaciones prácticas de esta pugna gremial. En las pestañas de nuestros navegadores encontramos unos iconos pequeños que reciben el nombre de "faviconos". Veámoslo a continuación, en un ejemplo que barre descaradamente hacia casa al reproducir tres veces el logo de Verne:

Y, ahora, veamos los faviconos de la página web de la Generalitat Valenciana:

La corona que se aprecia en el favicono, ¿tiene hojas de acanto o perlas?

Como explicaba el diseñador Dani Nebot, las formas de comunicarnos, efectivamente, cambian con el paso del tiempo. Y el diseño nunca deja de luchar para adaptarse a estos cambios. Los heraldistas, mientras, exigen que los esfuerzos simplificadores no barran una tradición que se ha forjado durante siglos y que posee un gran componente simbólico.

El equilibrio no es sencillo, aunque José Luis Sampedro propone una posible salida: "Debemos exigir rigor al diseño. Pero nunca perdamos de vista que el logotipo y la heráldica son dos mundos distintos. La heráldica es más precisa y más formal, mientras que el logotipo tiende a la simplificación. No hay que confundirlos".

Por último, un detalle divertido. Como hemos explicado, Dani Nebot y Nacho Lavernia, ambos ganadores del Premio Nacional de Diseño, son los responsables de haber rediseñado el emblema de la Generalitat Valenciana. Resulta paradójico que también fueran ellos quienes diseñaran el emblema original, aquel que se estrenó hace 33 años, el mismo que añoran los heraldistas.

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