El físico británico Stephen Hawking, que falleció la madrugada del 14 de marzo, pasará a la historia por su trabajo sobre los agujeros negros y la relatividad. Pero no por saber apostar: perdió casi todas las apuestas que hizo. En su caso fueron unas cuantas, ya que era aficionado a añadir algo de emoción a los debates añadiendo el elemento del juego. Eso sí, estamos hablando de apuestas científicas y de premios simbólicos.
La existencia de los agujeros negros
La primera de estas apuestas se remonta a 1975. Cuando estaba en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), “aposté con Kip Thorne que el sistema estelar binario Cygnus X-1 no contenía un agujero negro”, escribe Hawking en Breve historia de mi vida. Hawking confiaba en perder esta apuesta, ya que los agujeros negros eran precisamente su campo de estudio y este era el primer caso que permitía probar su existencia. En caso de no ganar, “por lo menos me habría quedado el consuelo de ganar una suscripción de cuatro años a la revista Private Eye”. Años después, “las pruebas de la existencia de los agujeros negros eran tan sólidas que cedí y le regalé a Kip una suscripción a Penthouse, para gran disgusto de su esposa”.
De los agujeros negros no escapa nada
Kip Thorne, físico y amigo de Hawking, ha participado en alguna apuesta más con Hawking. En 1997 cometió el error de estar de acuerdo con él. Thorne y Hawking apostaron que la información que se traga un agujero negro permanece oculta para el universo y no se puede recuperar nunca, ni siquiera si el agujero negro desaparece. Para Hawking, la información no se perdía del todo, pero no se conservaba de forma útil. Era como quemar una enciclopedia y conservar el humo y las cenizas.
En cambio, John Preskill, físico del Instituto de Tecnología de California (Caltech), sostenía que se encontraría un mecanismo de liberación de esta información. “Cuando John ganó la apuesta [en 2004] le regalé una enciclopedia de béisbol, pero tal vez debería haberle regalado solo las cenizas”.
Parece algo muy esotérico, pero, como recogía The New York Times, si Hawking hubiera tenido razón, el hallazgo habría tirado por tierra gran parte de la física del siglo XX, que sostiene que la información se preserva. Eso sí, son malas noticias para los aficionados a la ciencia ficción, ya que esto significa que los agujeros negros no sirven para viajar a otros universos.
Una derrota "técnica"
Esta otra apuesta entre los tres está aún sin resolver. En este caso Preskill y Thorne se aliaron contra Hawking, que sostenía la hipótesis de la censura cósmica. Según esta teoría, la única singularidad desnuda (es decir, visible) habría sido el Big Bang, por lo que los agujeros negros tampoco podrían verse.
“Es fundamental para todo el trabajo sobre los agujeros negros -escribió en su autobiografía-, así que yo tengo un gran interés en que sea cierta”. Pero es “bastante probable perderla si alguien descubre un contraejemplo con una singularidad desnuda. De hecho, perdí en una primera apuesta por no prestar suficiente atención a su formulación”. Hawking admitió su derrota “técnica” en 1997, como recoge Preskill en su web, y en 1997 se volvió a formular de forma correcta, aún sin resolver.
De todas formas, esta admisión de la derrota supuso que tuvo que compensar a los ganadores “con un traje para cubrir su desnudez. Dicho traje llevará bordado un mensaje de reconocimiento explícito de su memoria”. Hawking les regaló una camiseta con la imagen de una mujer cubriéndose con un cartel que decía: “La naturaleza aborrece una singularidad desnuda”. Según cuenta Hawking, “a Thorne y a Preskill no les hizo gracia”.
El bosón de Higgs
La BBC entrevistó a Hawking en 2012 tras el descubrimiento del bosón de Higgs. ¿Cómo de importante es este descubrimiento?, le preguntó el periodista. Hawking contestó que este descubrimiento ayudaría a probar el modelo clásico de la física de partículas y le garantizaba el Nobel a Higgs (lo ganó en 2013). “Pero también es una pena en cierto modo porque los grandes avances en la Física vienen de experimentos que han dado resultados inesperados. Por este motivo aposté con Gordon Kane, de la Universidad de Michigan, que no se encontraría la partícula de Higgs. Parece que acabo de perder 100 dólares”.
Los viajes en el tiempo: la apuesta que nunca haría
Hawking no tenía mucha confianza en que los viajes en el tiempo sean posibles. De hecho, aseguró en una entrevista publicada en 2012 que tenía “pruebas experimentales de que los viajes en el tiempo no son posibles. Di una fiesta para viajeros en el tiempo, pero no envié las invitaciones hasta después de la fiesta. Estuve esperando mucho rato, pero no vino nadie”. La fiesta se celebró el 28 de junio de 2009 y se recreó en sus documentales para Discovery El universo de Stephen Hawking.
Aun así, en su libro El universo en una cáscara de nuez, Hawking aseguró que jamás apostaría a que los viajes en el tiempo son imposibles. Su adversario “podría venir del futuro y saber que es posible viajar en el tiempo”.
Dos apuestas ganadas
En 2014 habría ganado una apuesta. Al menos, en su opinión: según Hawking, el descubrimiento de las ondas gravitacionales significaría que se ha demostrado falsa la tesis del cosmólogo Neil Turok, que sostiene que el universo es cíclico y pasa de un Big Bang a otro.
La apuesta se remonta a 2001 y Turok no admitió la derrota: en una entrevista publicada en Scientific American en 2014 explicaba que Hawking le había enviado un correo electrónico diciéndole “que no fuera tan mal perdedor” y recordándole que había pagado los 100 dólares tras el descubrimiento del bosón de Higgs. “Me dijo que tendría que pagar 200 dólares porque esto es mucho más importante. Le contesté que no iba a hacerlo porque tengo muchas dudas”.
Hay otra apuesta anterior que podríamos contar como una victoria, aunque no participara directamente, tal y como cuenta en Breve historia de mi vida: “A los doce años uno de mis amigos apostó con otro una bolsa de dulces a que yo nunca haría nada importante. No sé si la apuesta se saldó en algún momento”.
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