¿Y si no cambiamos la hora?

Si no tocamos los relojes durante la noche del 24 al 25 de marzo, volveremos a la hora del meridiano de Greenwich

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Cada vez que toca cambiar la hora surge el mismo debate: ¿es necesario? ¿Tanto ahorramos con este ajuste? En este caso, el cambio tiene una particularidad: si dejamos los relojes en paz durante la noche del 24 al 25 de marzo, nos pondríamos en hora con otros países del meridiano de Greenwich. Se trata de una medida incluida en los programas electorales de los principales partidos políticos (incluidos PP, PSOE y Ciudadanos), además de una vieja reclamación de asociaciones y expertos, que consideran que es un primer paso para tener horarios más racionales. Seguir la hora de Portugal y Reino Unido, explican, ayudaría a que nuestros horarios fueran más acordes con la hora solar.

Necesitamos en torno a dos horas de oscuridad para conciliar bien el sueño y deberíamos despertarnos al amanecer, para no ir a trabajar a oscuras, explica Juan Antonio Madrid, catedrático en Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. “El ser humano está adaptado para levantarse al alba”, recuerda. Con el próximo cambio de hora, esto resultará más difícil, ya que anochecerá y amanecerá más tarde.

Además, este cambio “provoca unos desajustes hasta que nos acostumbramos, que pueden durar desde unos días hasta dos semanas”. Sobre todo en marzo, ya que “nos tendremos que levantar antes respecto a nuestro tiempo interno”. Al ponerse el sol más tarde, también nos costará más dormir.

La alternativa que propone Madrid es no tocar los relojes y quedarnos todo el año con el horario de invierno. Con esto no solo evitaríamos los dos cambios de hora, sino “lo que va a ocurrir: que volveremos a levantarnos de noche a las siete y media de la mañana a pesar de que ahora disfrutamos de la luz del alba”. Además, ya tenemos cada vez más luz por la tarde: si no hiciéramos el cambio de hora, el sol se pondría sobre las ocho y media en julio.

La promesa de la conciliación

Volver a la hora del meridiano de Greenwich, “que pasa por Zaragoza”, podría ser “una palanca para facilitar y para favorecer” la conciliación, explica José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE). No sería la única medida a tomar, pero “sí puede servir para atacar otras cuestiones de fondo, como la racionalización de los horarios”.

Casero explica que hay estudios que muestran que cambiar la hora conlleva problemas de salud, “incluyendo un incremento de los accidentes de tráfico hasta dos semanas después”, ya que cogemos el coche con más sueño y a oscuras. Y eso, apunta, sin que los beneficios económicos estén claros.

Casero recuerda que no es posible renunciar al cambio de hora sin contar el resto de la Unión Europea, ya que hay una directiva comunitaria al respecto, pero sí se “podría derogar la ley de Franco de 1940”. España cambió su hora a la de Europa Central durante la Segunda Guerra Mundial, una medida que también tomaron otros países como el Reino Unido. Pero España, igual que Francia y al contrario que Inglaterra, mantuvo el horario de Berlín en 1945.

En diciembre de 2016, Fátima Báñez, ministra de Empleo, propuso un pacto para facilitar que la jornada laboral terminara a las seis de la tarde, propuesta que incluía estudiar el cambio de huso horario. El presidente de ARHOE explica que no se ha tomado ninguna decisión desde entonces. “La conciliación no algo negociable -afirma-, sino un derecho fundamental”.

A favor del cambio de hora

No todo el mundo está en contra de adelantar los relojes. José María Martín Olalla, profesor de Física en la Universidad de Sevilla, recuerda que cambiar la hora sirve para adaptar nuestra actividad a las horas a las que amanece y anochece, que varían a lo largo del año.

Martín Olalla sostiene que nuestros horarios son racionales, a pesar de las críticas, ya que seguimos la hora solar con independencia de lo que digan los relojes. Es decir, “comer a las 14:30, hora de Berlín en Madrid, no es comer tarde: es comer a la vez que los londinenses, que comen a las 13:30”. En comparación con el resto de Europa, afirma, “ni comemos tarde, ni vemos la televisión tarde, ni nos acostamos tarde, ni dormimos poco”. En su opinión, cambiar de huso horario no ayudará a arreglar los problemas reales de conciliación. Sería como pretender “arreglar los problemas de tráfico moviendo la referencia kilométrica de la Puerta del Sol a la Puerta de Alcalá”.

Pero si no hay diferencia, ¿por qué no ajustar el reloj a los horarios? ¿No tendría sentido que el reloj marcara las 13:30 cuando comemos? “Es una ganancia puramente estética”, opina, y podría ser un problema si tenemos en cuenta que se trata de los únicos horarios que hemos conocido la mayoría de los españoles. También supondría estar descoordinados con países de nuestro entorno, como Francia e Italia.

Madrid, de la Universidad de Murcia, afirma que no da igual lo que marquen los relojes: “Los horarios oficiales influyen en los hábitos”. Por ejemplo, en verano es más difícil dormir las horas necesarias porque no contamos con suficiente tiempo de oscuridad antes de conciliar el sueño.

Siempre va a haber algún problema, explica, pero las ventajas de prescindir del cambio de hora superan a los inconvenientes. Más luz por la tarde puede ser positivo para el ocio, pero más luz por la mañana “beneficiaría a buena parte de los trabajadores y a los estudiantes”.

Una hora menos en Canarias, probablemente

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Canarias está en otro meridiano, así que debería mantener la diferencia horaria con la Península, explica Juan Antonio Madrid, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia. Es decir, si España volviera a seguir la hora de Greenwich, Canarias debería retrasar otra hora sus relojes. O no tocarlos, si lo que se decide es no hacer el cambio de marzo.

Esto no es lo más importante para Guadalupe González Taño, Secretaria Nacional de Organización de Coalición Canaria, partido que gobierna en la comunidad. González Taño no quiere que este asunto que provoque división: “Si se hace un cambio de huso horario, tiene que ser con un amplio consenso y con un objetivo claro”. Apunta que este cambio por sí solo no va a traer la conciliación y harán falta más medidas: “Aquí el prime time comienza a las 9 y conciliamos igual de mal”. Eso sí, lo de “una hora menos en Canarias” da visibilidad a las islas: “Obliga a que se nos nombre y eso ayuda”.

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