El escritor Nando López (1977) dio clases de Literatura durante 10 años en un centro de enseñanza pública de Madrid, entre 2005 y 2015. Una de las primeras preguntas que se hizo antes de empezar es si debería decir a sus alumnos adolescentes que es homosexual.
Era un profesor que no había cumplido los 30, así que decidió hacerlo con naturalidad. Cuenta su experiencia positiva a través de un hilo publicado este domingo en su cuenta de Twitter, que se ha compartido más de 800 veces en sus primeras cuatro horas. [Puedes leerlo al completo a través de este enlace]
Hace ya 14 años, cuando entré en mi primera clase de la ESO, surgió en mí una pregunta que dudo que ningún docente que no sea LGTB se haya planteado en ese mismo momento:
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
¿Les diré o no mi orientación real si ese tema surge en el aula?
Y esto es lo que sucedió 🏳️🌈
Sucedió que la pregunta, por supuesto, no tardó ni una semana en aparecer. Quienes damos clase sabemos lo rápido que toman confianza y comienzan a sacarnos datos de nuestra vida persona:
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
"Profe, ¿estás casado?"
"Profe, ¿tienes hijos?"
"Profe, ¿dónde dabas clase antes?"
Podía haber esquivado la respuesta, claro. Haber usado ese comodín de "No hablo de mi vida privada" que siempre me ha parecido que es una forma más de ocultación. Un camuflaje práctico que jamás había usado en mis trabajos anteriores, en esas 2 editoriales donde sí fui visible.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
Así que no la esquivé, respondí a su "Profe, ¿tienes novia" con un sencillo "Tengo novio" y, desde el primer momento, me mostré con naturalidad. Pasé 10 (estupendos) años en ese centro, un instituto donde jamás tuve un solo problema con mi alumnado por el hecho de ser visible.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
"Aunque hay mucho por lograr en cuanto a respeto a la comunicad LGTBI+, he querido dejar un testimonio optimista para hacer ver que, a menudo, nos dejamos asustar por una minoría que es muy ruidosa. No nos damos cuenta de que podemos apoyarnos en una mayoría", explica el escritor por teléfono a Verne.
En el hilo, López explica que los pocos conflictos que tuvo en ese tiempo llegaron por parte de padre u otros profesores y no de sus alumnos. "Eso demuestra que los prejuicios son heredados. Por eso es tan importante la labor educativa en las aulas, la familia y los medios de comunicación", defiende.
Los comentarios a sus mensajes son similares a los que vivió como profesor cuando decidió hacer pública su orientación sexual: estudiantes, padres e incluso profesores acuden a él para compartir sus experiencias o pedir consejo.
"El referente cotidiano ayuda mucho. El profesor establece una relación afectiva con sus alumnos, así que puede educar desde las emociones, y también ejerce autoridad para atajar el bullying, que sigue existiendo entre alumnos", comenta López.
Regreso a las aulas
Ahora sigue visitando a menudo las aulas, dando charlas sobre sus novelas de literatura juvenil en las que incluye a menudo personajes LGTBI+, como La edad de la ira (2010), que luego ha tenido una versión teatral.
"Si comparo la realidad de ahora con la que yo viví cuando era estudiante, el respeto con la comunidad ha crecido mucho. Parte del mérito recae en los propios centros educativos, que buscan las formas de visibilizarlo", dice.
Para López, una de esas herramientas para visibilizar son las redes sociales: "Los jóvenes las usan con más inteligencia de lo que creemos. Sirven para el acoso digital, pero, si se usan bien, funcionan mucho más a menudo como herramienta para empoderar".
Porque gracias a esa visibilidad elegida, fueron muchas y muchos los alumnos que vinieron a hablar conmigo y buscaban mi confianza para contarme lo que estaban viviendo, e incluso los padres que me citaban para intentar ayudar a sus hijos e hijas a sentirse libres. A aceptarse.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
Ladran mucho. Protestan. Amedrentan. Chantajean. Incluso amenazan. Pero lo hacen porque, ahora mismo, cada día somos más quienes estamos en este otro lado. El de la libertad. El de la visibilidad. El de la igualdad. Así que no podemos dar pasos atrás. Y menos aún, en el aula.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
En el aula necesitamos construir un modelo de sociedad abierta y respetuosa. Una sociedad donde nadie tenga miedo de buscarse, de ser, de aceptarse. Donde toda identidad y orientación sea respetada. Donde el miedo no sea jamás una opción.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
Por desgracia, ese miedo aún existe. Ese bullying homofóbico y transfóbico sigue siendo una realidad. "Maricón" o "bollera" siguen oyéndose con desprecio en los pasillos o -cosas de la sociedad digital- se escriben cobardes y anónimos en las redes de más de un y una adolescente.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
Igual que es real el miedo de algunos docentes a perder su trabajo si se muestran visibles en sus centros escolares. O a verse demasiado expuestos. O a tener que afrontar situaciones incómodas por esa homofobia latente que, aunque finjamos que está superada, sigue existiendo.
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
Por eso, porque aún nos queda mucho miedo por barrer, creo tanto en el activismo cotidiano. En la visibilidad educativa. Y de la ficción. En construir mundos -ya sea desde la pizarra o desde las páginas de una novela- donde vernos y empoderarnos. Donde abrazarnos. Y donde SER 🌈
— Nando López (@Nando_J) 10 de marzo de 2019
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