-¿Quién murió y puso a Aristóteles a decidir sobre la ética? -pregunta Eleanor.
-Platón -contesta Chidi, señalando la pizarra.
The Good Place arranca en su primer episodio con Eleanor (Kristen Bell) llegando a algo parecido al paraíso. Pero por error: ella no debería estar allí. Para que no la expulsen, le pide a Chidi, un profesor de ética (William Jackson Harper), que le dé clases para aprender a ser una buena persona.
La última temporada de la serie comienza este viernes en Netflix y nos ofrecerá 14 episodios con humor amable sobre temas en apariencia nada fáciles, como la amistad, el amor y, por supuesto, la muerte. Además de la filosofía, mencionando temas y pensadores concretos, como en los cinco ejemplos que siguen a continuación.
Por supuesto, hay muchos spoilers; no solo de la serie, sino también del sentido de la vida, el universo y todo lo demás:
1. ¿Son admisibles las mentiras piadosas?
En el séptimo episodio de la primera temporada, un amigo le pregunta a Chidi si le gustan sus botas rojas. Las botas son espantosas, pero Chidi le dice que claro que le gustan, ya que no quiere molestar a su amigo.
Aunque se trata de una mentira inofensiva, Chidi lo pasa fatal. Como buen kantiano, cree que no hay que mentir bajo ninguna circunstancia, ya que hemos de obrar como si cada una de nuestras acciones pudiera convertirse en ley universal. Y las leyes universales no tienen excepciones como "hay que decir siempre la verdad, a no ser que le vaya a sentar mal a un colega".
Por otro lado, podríamos argüir que se trata de una mentira piadosa: Chidi solo quiere ser amable con su amigo, que parece encantado con sus botas. Su respuesta roza la convención social, como cuando alguien nos pregunta qué tal estamos y contestamos que bien, a pesar de que a lo mejor hemos dormido fatal o nos duele la cabeza.
El peligro de las mentiras piadosas, como sugiere Sissela Bok en Lying, es que a menudo son más piadosas para quien las dice que para quien las recibe. Es decir, se sueltan, sobre todo, para sacarnos un marrón de encima, más que para evitar hacer daño a la otra persona.
En el caso de Chidi, quizás hay que pensar que el deber lo tiene con su amigo y no necesariamente con la verdad: ¿le ha pedido su opinión solo por charlar o porque realmente quiere saber lo que su amigo piensa? Y si es un amigo, ¿no podría darle esa opinión sincera, de forma por supuesto amable?
2. ¿Tenemos que morir para ser humanos?
En la segunda temporada, Chidi y Eleanor intentan dar lecciones de filosofía a Michael, un demonio interpretado por Ted Danson, incluyendo una clase sobre el dilema del tranvía. Es conocidísimo: un tranvía se dirige a una vía en la que hay cinco trabajadores. Podemos accionar una palanca y desviarlo hacia una segunda vía donde solo hay un trabajador.
Michael no lo acaba de pillar. Chidi sugiere que la razón de su escaso aprendizaje está en su inmortalidad: los mortales damos importancia a lo que hacemos en vida porque esta terminará algún día. En cambio, la vida de Michael no acabará nunca, por lo que todos sus actos le parecen insignificantes. ¿Qué importancia puede tener, por ejemplo, haber sido desconsiderado con alguien hace mil millones de años?
Muchos filósofos han sugerido que la muerte, aunque nos aterre, ayuda a dar sentido a nuestras vidas, ya que nos impulsa a aprovechar y valorar el poco tiempo que tenemos. Bertrand Williams incluso propuso que si fuéramos inmortales perderíamos toda capacidad de sorpresa y nos aburriríamos porque al final no hay tantas series que ver (el ejemplo no es suyo).
Otros filósofos le han respondido con una variante del “habla por ti”, apuntando que nuestras experiencias son más ricas de lo que da a entender y que siendo inmortales podríamos iniciar planes abiertos, sin final a la vista. En su libro Una visión de ningún lugar, Thomas Nagel dice sobre Williams: "¿Es posible que se aburra más fácilmente que yo?".
3. ¿Solo somos un puñado de recuerdos?
Al final de la primera temporada, Michael resetea su experimento y todo vuelve a comenzar, sin que los protagonistas recuerden nada de lo que ha pasado hasta entonces.
Los personajes no recuerdan muchas de las cosas que han hecho, pero aun así siguen comportándose con los mismos patrones. Sobre todo, se siguen buscando unos a otros. Esto tiene sentido: nuestra memoria nos ayuda a dar continuidad a nuestra identidad, como explica John Locke, pero no somos solo nuestros recuerdos. Si no, nuestra familia nos arrojaría a la calle y el gobierno nos quitaría el DNI en caso de amnesia.
¿Pero qué ocurriría en caso contrario? ¿Qué pasaría si, como propone Derek Parfit en Razones y personas, alguien nos implantara memorias? Imaginemos que Juan Pérez, responsable de recursos humanos de 36 años, despierta un día y un agente del CNI le dice que su vida es una farsa y que apenas lleva cuatro años siendo Juan Pérez. En realidad, le implantaron recuerdos falsos en una sofisticadísima versión del programa de protección de testigos y ahora puede volver a ser quien era.
¿Y si Juan Pérez prefiere seguir siendo Juan Pérez porque, en ese momento, es lo único que recuerda haber sido? ¿Y si no quiere renunciar al recuerdo de una abuela que para él sí existió?
4. ¿Somos responsables de todas las consecuencias de nuestros actos?
En el episodio 11 de la tercera temporada, Michael descubre que todo el mundo acaba en el Lado Malo (algo parecido al infierno) por culpa de la complejidad cada vez mayor de la vida contemporánea, que ha llevado a consecuencias imprevistas en todas nuestras acciones y decisiones.
Con solo comprar un tomate, dice Michael, estamos apoyando el uso de pesticidas tóxicos, el trabajo mal pagado y contribuyendo al calentamiento global. “Los humanos piensan que están tomando una decisión, pero en realidad están tomando docenas de decisiones que no saben que están tomando”.
Michael critica el sistema de puntos que afecta a sus amigos, pero de paso asesta un duro golpe al consecuencialismo. Según esta corriente ética, iniciada por los utilitaristas Jeremy Bentham y John Stuart Mill, lo que importa son los resultados de nuestros actos. Pero si no podemos prever todas las consecuencias de nuestras acciones, es injusto que se nos juzgue por eso.
Por este motivo, Kant afirmaba que no se puede mentir a un asesino que busca a un amigo nuestro para matarlo. Sabemos que tenemos el deber de decir la verdad y, además, no podemos saber cuáles serán las consecuencias de nuestras mentiras.
El problema es que las buenas intenciones no siempre sirven. Si le digo la verdad al asesino, es probable que nuestro amigo tenga alguna queja acerca de nuestro sistema ético (suponiendo que sobreviva al ataque).
¿Pero qué hacer? ¿Seguimos reglas inflexibles o hacemos una apuesta cuyo resultado no podemos predecir? R. M. Hare sugiere distinguir entre el razonamiento moral intuitivo y el crítico. Es decir, podemos adoptar principios éticos amplios para nuestro día a día, como no mentir o no matar. El pensamiento crítico y la evaluación de posibles consecuencias entra en juego cuando hay conflicto entre estos valores. Por ejemplo, cuando un médico tiene que plantearse que a lo mejor debe dejar morir a un enfermo para evitarle más sufrimiento.
5. ¿Se puede enseñar a ser bueno?
¿Puede Chidi enseñar a Eleanor a ser buena persona con clases de ética? Los propios filósofos también se han preguntado si estudiar ética sirve para algo. Eric Schwitzgebel analizó el comportamiento de los filósofos morales en multitud de campos: ¿votan más que el resto? ¿Donan más dinero? ¿Comen menos carne? ¿Llaman más a sus madres?
Su conclusión es que estos filósofos no son peores personas que los demás, pero tampoco mejores. Lo cual es paradójico: el comportamiento de un profesor de ética debería ser mejor que el de sus colegas de otros campos, del mismo modo que, de media, un profe de mates sabe más mates que el resto.
Entonces, ¿las clases de ética no sirven para nada? Según el propio Schwitzgebel, el trabajo de un filósofo nos ayuda a identificar problemas y a reflexionar sobre ellos. Pero el cambio, al final, es gradual y, sobre todo, social. Chidi puede ayudar a Eleanor con sus clases, pero la ayudará aún más con su ejemplo. Y viceversa. Porque, al final, de eso va la serie.
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